jueves. 28.03.2024

El Sistema Nacional de Salud está siendo desmantelado

Al calor del discurso de la “necesaria austeridad en el gasto público”, se está abordando un cambio de modelo sanitario que vira peligrosamente hacia la privatización desde el punto de vista de la provisión (ampliación del campo de negocio de la salud), y hacia la fragmentación y la exclusión desde el punto de vista de la prestación (inmigrantes en situación irregular, medicamentos y servicios que dejan de formar

Al calor del discurso de la “necesaria austeridad en el gasto público”, se está abordando un cambio de modelo sanitario que vira peligrosamente hacia la privatización desde el punto de vista de la provisión (ampliación del campo de negocio de la salud), y hacia la fragmentación y la exclusión desde el punto de vista de la prestación (inmigrantes en situación irregular, medicamentos y servicios que dejan de formar parte del sistema), impactando así en los grupos económicamente más desfavorecidos y/o con mayores necesidades de atención sanitaria.

No hay que extrañarse: es el modelo neoliberal. Pero sí hay que rebelarse contra él.

El Sistema Nacional de Salud en España se puso en marcha a imagen y semejanza del NHS británico con la única diferencia de la provisión en la Atención Primaria. En España la Atención Primaria se proveía a partir de centros de salud con equipos multidisciplinares de profesionales de la salud (médicos, enfermería, etc), en contraste con una prestación mas individualizada en Reino Unido, aunque posteriormente se fueron constituyendo equipos con características mas similares a la situación de España, pero sin llegar a la asalarización de los profesionales.

Este paralelismo se ha venido acentuando con el tiempo, sobre todo en términos negativos: el proceso privatizador empieza a plantearse en España como copia de las iniciativas de Margaret Thatcher (working for patients 1989) y se extiende en paralelo en los dos países (separación de financiación y provisión, empresarización de los centros sanitarios, establecimiento de pseudo mercados, incremento del papel del sector privado sufragado con fondos públicos, etc.), en general iniciándose en RU y copiándose  posteriormente en España, aunque alguno de los “inventos” españoles se han traspasado después a Inglaterra (por ejemplo, las fundaciones).

 En esencia se trata de un proceso de recorrido en paralelo, en el que, hasta ahora, las iniciativas privatizadoras se han ensayado antes en Reino Unido y posteriormente se han extendido a España, pero todas ellas con la misma lógica: desregular el sistema sanitario publico, separar financiación y provisión, introducir modelos de mercado y pseudo mercado y abrir un espacio progresivamente mayor a la provisión privada.

Con el tiempo, podemos pensar que el acceso estará cada vez mas mediatizado por  la capacidad de pago, lo que socava un principio fundamental del Sistema Nacional de Salud. A pesar de que la emergencia de nuevos requerimientos para el cuidado de la salud del SNS requiere de una legislación aún más inclusiva, ya que los pacientes se enfrentan a un derecho a la salud reducido y mayores tiempos de espera, con lo que deben encararse al dilema de renunciar a la atención médica necesaria o la búsqueda de soluciones en el sector privado.

El mantenimiento de la Sanidad Pública precisa, ya sea en tiempos de crisis, ya sea en tiempos de bonanza, de recursos suficientes para asegurar la atención de calidad a los problemas de salud de la población y su prevención sin que medien barreras de ningún tipo en su acceso, ni legales ni económicas; el cuidado de la salud no se puede demorar sin consecuencias fatales tanto desde el punto de vista individual como colectivo.

Tanto en España como en el Reino Unido, la población está soportando drásticos recortes en el gasto público, entre ellos el dedicado a los servicios de salud, por creer que son irremediables en estos momentos. Sin embargo, un enfoque alternativo es posible; y es, además, deseable.

Un enfoque que se base en una reforma en profundidad de la recaudación fiscal que la haga bascular fundamentalmente en impuestos progresivos, acomodados al nivel real de renta, persiguiendo con contundencia la evasión fiscal, supone el primer e ineludible paso. Sobre él hay que construir un sistema de financiación de la Sanidad Pública suficiente y finalista, controlada por el Ministerio de Sanidad y el Consejo Interterritorial del Sistema Nacional de Salud (CISNS) que asegure unos presupuestos sanitarios suficientes.

Como es necesario un mayor rigor en el debate sobre el gasto sanitario.

En España no existe un problema real de exceso de gasto sanitario público, sino mas bien lo contrario; tampoco existe una sobreutilización del sistema sanitario (la tasa de consultas/habitante y año esta por encima de la media de la UE, mientras que las estancias hospitalarias/habitante/año son las menores de toda la UE) y, por otro lado, tanto los medicamentos como las pruebas diagnósticas y los ingresos hospitalarios son indicaciones de los profesionales sanitarios, así como la mayoría de las consultas. Por otro lado los copagos / tasas o tickets moderadores no han demostrado ningún efecto sobre la contención de la demanda inapropiada y si sobre la equidad y la accesibilidad, además de tener elevados costes de transacción y efectos indeseados desde el punto de vista del estado de salud de la población.

Por todo ello es imprescindible el mantener la gratuidad en el momento del uso de las prestaciones asistenciales y además el garantizar que no se van a producir tasas en algunas CCAA rompiendo el principio de cohesión y equidad del SNS.

Hay límites a los recursos disponibles en cualquier sistema de salud. Sin embargo, un fuerte financiamiento público, que minimiza la importancia de la medicina privada contribuye al establecimiento de una “norma cultural” en el que el pago del cuidado de la salud no se produzca, salvaguardando así la posibilidad de un acceso equitativo. La mercantilización de la atención a la salud desafía esa norma cultural, tanto más cuando se establece normativamente el pago por el cuidado de la salud, erosionando su principio fundamental que es la gratuidad en el momento de uso.

Es por eso por lo que hay que rebelarse contra unas políticas que empobrecen la Sanidad Publica, establecen barreras en el acceso para los más pobres y los más enfermos y solo son favorables para los intereses económicos de las empresas aseguradoras y las multinacionales de la farmacia y la tecnología médica. Hace falta un gran acuerdo social y profesional para conseguir detener el desmantelamiento de nuestro sistema sanitario público.

El Sistema Nacional de Salud está siendo desmantelado
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