jueves. 28.03.2024

El silencio de los corderos

NUEVATRIBUNA.ES - 17.6.2010Hace unos años, cuando la foto de las Azores, asistíamos a un espectáculo político impresionante. Tal vez la frase “el silencio de los corderos” pueda reflejar bastante bien la situación que la clase dirigente española vivió en aquel momento. No había nadie en el partido que sustentaba al gobierno capaz de transmitir la voz de la calle, el clamor contra la guerra, al entonces presidente.
NUEVATRIBUNA.ES - 17.6.2010

Hace unos años, cuando la foto de las Azores, asistíamos a un espectáculo político impresionante. Tal vez la frase “el silencio de los corderos” pueda reflejar bastante bien la situación que la clase dirigente española vivió en aquel momento. No había nadie en el partido que sustentaba al gobierno capaz de transmitir la voz de la calle, el clamor contra la guerra, al entonces presidente. Todos callaban. Todos le acompañaban en sus decisiones, que por cierto se tomaban allende los mares con el rechazo de toda la sociedad. Nadie en el partido gobernante se atrevió a decirle al jefe del Ejecutivo que estaba equivocado, que iba desnudo. Todos alaban la fuerza de sus resoluciones y el brillo de su traje.

Hoy no vivimos la misma situación, es evidente. Pero el ruido que provoca “el silencio de los corderos” es ensordecedor y, lo que es peor, empieza a calar en una parte de la sociedad que parece resignada y condenada a aceptar los recortes que anuncia el gobierno. Sólo se escucha con nitidez la voz de los grandes sindicatos y eso, con ser mucho, es muy poco, al memos de momento.

Mi viejo amigo sindicalista, me dice que no basta con que los líderes sindicales levanten la voz –un paso imprescindible-, pero que la voz la tienen que levantar los trabajadores y trabajadoras en su conjunto, “la clase obrera” -dice él- y que lo primero es sostener la posición. Lo importante, en este momento, es que hay que resistir y recuperar un discurso de izquierda, desde la izquierda -¡claro!-, siempre desde la izquierda porque sólo desde la izquierda se puede construir la solidaridad. Tenemos que influir en cómo se sale de la crisis, cómo se distribuye la riqueza, cómo se distribuyen las cargas, cómo funcionan los servicios públicos… Nosotros, los trabajadores, sabemos lo que es la miseria, la falta de derechos, y sabemos que el camino que ha indiciado el gobierno es impropio de un gobierno de izquierdas. Por eso nos duele más, por eso una parte de la sociedad está resignada o tal vez se sienta vencida, derrotada, dice mi amigo, con la mirada perdida y con un punto de amargura en la voz.

Los sindicatos han convocado una Huelga General para finales de septiembre, tal vez para cargarse de fuerza, o de razones, o para coincidir con las movilizaciones en Europa, o por todas esas cosas a la vez. Han puesto la maquinaria en marcha. La máquina es vieja pero potente, desengrasada pero poderosa y si el gobierno ha abandonado sus posiciones, los que rodean al gobierno, los amigos del gobierno, deberían saber que el combate hoy es entre democracia y mercado. Si ganan los mercados, el silencio, la complicidad, la resignación, habrán sido actos inútiles, además de crueles.

Amalia Álvarez - Escritora

El silencio de los corderos
Comentarios