viernes. 29.03.2024

El Sahara Occidental en la recta final

NUEVATRIBUNA.ES - 9. 11. 2010El 10 de diciembre de 1975, Naciones Unidas, siguiendo el mandato de otras resoluciones anteriores, declaraba el derecho inquebrantable del pueblo saharaui a la libre determinación, manifestando su “preocupación por ver aplicado este principio a los habitantes del Territorio del Sahara Español en un marco que les garantice y permita la libre y auténtica expresión de su voluntad, de conformidad con las resoluciones
NUEVATRIBUNA.ES - 9. 11. 2010

El 10 de diciembre de 1975, Naciones Unidas, siguiendo el mandato de otras resoluciones anteriores, declaraba el derecho inquebrantable del pueblo saharaui a la libre determinación, manifestando su “preocupación por ver aplicado este principio a los habitantes del Territorio del Sahara Español en un marco que les garantice y permita la libre y auténtica expresión de su voluntad, de conformidad con las resoluciones pertinentes de las Naciones Unidas”. Además, en dicha resolución, el organismo internacional reafirmaba la responsabilidad de la hasta entonces Potencia administradora, España, y “de las Naciones Unidas respecto a la descolonización del Territorio y a la garantía de la libre expresión de los deseos del pueblo del Sahara Español”.

A estas alturas, pasados treinta y cinco años y muchas cosas más desde aquella resolución, a pocos escapa que la “Marcha Verde” que logró imponer la soberanía marroquí sobre aquellos territorios, no habría sido posible sin la decidida colaboración de Estados Unidos y Arabia Saudí, también del régimen franquista, siempre dispuesto, hasta en los estertores a satisfacer a su dueño. En el plano internacional –también en los otros, como no-, España vivía momentos inciertos ante la cierta enfermedad terminal del genocida Franco, pues todos los observadores estaban convencidos de que la dictadura fascista española llegaba a su fin. Nadie dudaba que tras la muerte del tirano España dejaría de ser el jardinero fiel y sumiso que había sido durante los últimos treinta y cinco años: La democracia previsible no gustaba al amigo americano. Ante tal posibilidad, Kissinger abrió una serie de conversaciones multilaterales y secretas encaminadas a buscar al sustituto ideal, otro país de la región dónde dejando hacer a sus mandatarios, estos permitiesen a la potencia yanqui defender sus intereses tal y como le pareciera. Las conversaciones con Arabia, Mauritania, Francia, Marruecos y España, determinaron al Secretario de Estado norteamericano a inclinarse del lado de Marruecos, una monarquía feudal y tiránica que ofrecía estabilidad y sumisión durante muchos años, pues no se atisbaba en su horizonte político posibilidades de cambio democrático de ninguna clase. Estados Unidos sustituyó a la dictadura española por la marroquí como quien se cambia de ropa. Para ello sólo tuvo que saltarse todas las resoluciones de Naciones Unidas –cosa a la que estaba acostumbrado desde 1945-, ordenar al gobierno franquista que cediese la soberanía sobre el Sahara a Marruecos y proporcionar todo tipo de armas a Hasan II para que su dictadura fuese duradera. Por increíble que parezca a muchos, Estados Unidos mantuvo a la tiranía franquista por la única razón de que el tirano era un cobarde compulsivo muy obediente que sólo utilizaba la violencia para matar españoles, lo cual era un plus de seguridad que se perdería con la llegada de la democracia.

Seguro de ser el nuevo amigo incondicional de la gran potencia americana, Marruecos decidió pasar a la acción en 1979 y hacer efectiva su nueva propiedad. Para ello empleo Napalm y fósforo, matando a miles de saharauis sin que nadie mostrase una indignación especial. España calló, pero callaron también otros países como Francia, Reino Unido o Alemania. Marruecos era el gran aliado. Naciones Unidas decidió abrir conversaciones entre las partes directamente implicadas, llegando en 1991 a un compromiso entre marroquís y saharauis para la realización de un referéndum de autodeterminación. Nació la Misión Internacional de Naciones Unidas para el Referendum en el Sahara Occidental (MINURSO). Desde entonces, han pasado veinte años, nada ha avanzado salvo la ocupación más intensa del territorio por parte de Marruecos, la proliferación de campos de refugiados saharauis en Tinduf y alrededores y la violación sistemática de los derechos humanos de la población autóctona, una población confinada y maltratada que no puede desarrollar ninguna actividad económica y es mantenida por raciones de comida diarias que llegan de la ayuda internacional.

En el último informe elaborado por Naciones Unidas en 2010, el Delegado de la MINURSO, informaba que había recibidos muchas quejas del Frente Polisario y de ciudadanos particulares saharauis sobre violaciones de los derechos humanos fundamentales por parte de la policía y el ejército marroquí, pero advertía que no tenía medios para verificarlas porque en ninguna resolución del organismo internacional se le había encomendado esa tarea, por lo que carecía de personal. Por increíble que parezca, a los altos funcionarios de Naciones Unidas se les “olvidó” eso de los derechos humanos, al fin y al cabo qué importancia tenían para una población de nómadas acostumbrada a las inclemencias del desierto: Marruecos tenía carta blanca para implantar su soberanía a sangre y fuego, tal como la tuvo Franco, con el apoyo de Estados Unidos y Reino Unido, a partir de los años cuarenta.

Aunque en aquellos años en el tablero de ajedrez de la política internacional España sólo era un fiel servidor, un lacayo sumiso y miserable sin ninguna capacidad para decidir ni presionar, hoy no debiera ser lo mismo porque ahora somos la décima potencia mundial y un país en teoría democrático. España no fue la responsable de la situación del Sahara, lo fueron las potencias del momento encabezadas por Estados Unidos, pero evidentemente tiene una deuda enorme con los habitantes de ese trozo de África que administró durante un siglo. Como hemos dicho otras veces, no son Venezuela ni Cuba los problemas de España en estos momentos, nuestro mayor problema internacional es Marruecos y habrá que encararlo de una vez por todas desde ya. El ataque marroquí a los campos de refugiados de El Aiun, la constante violación de los derechos humanos vitales del pueblo saharaui no permiten esperar ni un día más. No hay motivo económico ni geoestratégico que justifiquen que España se desentienda de sus responsabilidades, la impunidad de las dictaduras -tan de moda hoy en día- no puede ser el camino a seguir: Marruecos depende económicamente de Europa y si es necesario hacérselo saber, este es el momento.

Pedro L. Angosto

Videoilustración realizada por Fito Conesa sobre la novela "Mira si yo te querré" de Luis Leante, ganadora del Premio Mandarache 2009 de Jóvenes Lectores de Cartagena:

El Sahara Occidental en la recta final
Comentarios