martes. 16.04.2024

El rostro mutilado de Aisha

NUEVATRIBUNA.ES 09.08.2010El rostro mutilado de Aisha se asoma al mundo desde la portada de Times para golpear nuestras conciencias.
NUEVATRIBUNA.ES 09.08.2010

El rostro mutilado de Aisha se asoma al mundo desde la portada de Times para golpear nuestras conciencias. Más allá de la polémica sobre la conveniencia de la retirada de tropas, los argumentos tanto a favor como en contra son contundentes y para defenderlos no se duda en utilizar el rostro de esta joven mutilada, no podemos olvidar que la situación de las mujeres afganas, ocho años después de la caída del régimen fundamentalista, no difiere sustancialmente de la que padecieron durante la etapa del terror talibán.

Karzai, que otorgó su confianza a los más sanguinarios señores de la guerra, aprobó una ley que permite a los hombres de la etnia hazara castigar sin alimentos a las esposas que se nieguen a satisfacer sus deseos sexuales.

Afganistán, al igual que otros países musulmanes, se rige por la sharia, un código religioso de conducta, cuyo contenido forma parte de las leyes y que castiga gravemente la homosexualidad, la desobediencia de las mujeres hacia la autoridad del padre o el esposo, las relaciones con infieles pertenecientes al mundo no islámico y el no cumplimiento de las normas de vestimenta de las mujeres, a las que, en caso de incumplimiento, se considera inmorales y culpables en caso de violación.

Este es el escenario que la jovencísima directora iraní Hana Makhmalbaf eligió para su película "Buda explotó por vergüenza".

La sinopsis de la película refleja la terrible situación de la mujer afgana:

Bajo la estatua de Buda que destruyeron los talibanes, aun viven miles de familias. Baktay, una niña afgana de seis años, es incitada a ir a la escuela por el hijo de sus vecinos que lee los alfabetos frente a su cueva. De camino a la escuela, es acosada por unos niños que juegan de forma cruel reflejando la sociedad tan violenta que los envuelve. Los niños intentan lapidar a Baktay, destruirla como el Buda, incluso intentan dispararle en el laberinto de las cuevas emulando los disparos de los americanos.

El dilema que plantea la película es si Baktay, que al igual que todos los niños que integran el reparto es afgana, será capaz de superar todos esos “obstáculos” para poder aprender los alfabetos de su lengua materna.

Desde el año 1996 hasta el 2001 imperó en Afganistán el imperio del terror talibán, durante ese tiempo la enseñanza femenina estuvo prohibida pero en la actualidad, años después de derrocado aquel régimen del terror, los talibanes siguen atacando a las niñas que acuden a las escuelas y si un marido se siente ofendido puede mutilar a su esposa con total impunidad.

Aisha es una joven de 18 años que tenía 12 cuando fue “entregada” junto a su hermana a un caudillo talibán como tributo para poner fin a un conflicto tribal. Su corta historia está plagada de vejaciones, dolor y humillaciones. Como el caudillo estaba ocupado en múltiples guerras, las dos niñas fueron enviadas a casa de los cuñados de Aisha, allí fueron encerradas en un establo y violadas por los hermanos del marido. La joven consiguió escapar y durante un tiempo estuvo escondida en Kandahar, la segunda ciudad en importancia de Afganistán.

El marido deshonrado la buscó sin descanso hasta encontrarla y poder llevar a cabo el ritual pastún, una tradición que se rige por códigos de conducta medievales y que afecta especialmente a las mujeres.

A Aisha le cortaron la nariz, según esta tradición un hombre deshonrado no tiene nariz, y las orejas y la dejaron tirada para que muriese desangrada. La encontraron unos cooperantes norteamericanos después de que la joven consiguiese escapar y la llevaron a un centro para mujeres maltratadas en Kabul.

En medio de todo este horror todavía hay quien defiende el diálogo con los “talibanes moderados” como si talibán y moderado fuesen términos compatibles.

Pilar Rego - Educadora Social

El rostro mutilado de Aisha
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