viernes. 29.03.2024

El robo de la realidad

gente

Los ciudadanos estamos viviendo un desconcierto que nos arrastra a una convulsión social sin visión de futuro

Vivimos en una sociedad inmóvil y expectante a causa del exceso de ruido, de los excesos verbales, de la escasa reflexión y sobre todo por culpa del temor que nos han trasmitido. La ciudadanía huye agotada porque no encuentra respuesta, y nadie le explica las claves de su fututo. Oímos incesantes descalificaciones de unos contra otros, insultos que creíamos olvidados, y se respira con dificultad. Nos falta oxígeno, pero nadie comprueba -como haría cualquier minero experto bajando al fondo del pozo- si el canario sigue vivo, según la metáfora del periodista Carlos Tuya.

Los ciudadanos estamos viviendo un desconcierto que nos arrastra a una convulsión social sin visión de futuro. Los Objetivos de Desarrollo Sostenible –que son nuestro reto ineludible como Humanidad- se aparcan como si fuesen una suma de propuestas confusas de unos iluminados, una aventura futurible y opcional. Así lo ha presentado Trump, y ha calado. Según ello ahora es más importante defender nuestras fronteras que la naturaleza sostenible. El folclore ha vuelto a inundar la política, y se habla más de las corridas de toros que del salario digno; de la caza que de la defensa de la igualdad de las mujeres; o de las tradiciones religiosas más que de la defensa de los derechos de los pensionistas y las personas con discapacidad. ¿Será que esta sociedad plana no va a luchar por los cambios necesarios? Scheidel apunta en esa dirección.

Nadie atiende al canario que está agotado de asfixia en su jaula, y que no puede cantar a la democracia perdida porque le hemos privado de la libertad, y no respira. No quedan mineros expertos que nos alerten del desastre, y la minería demoscópica se reinterpreta pasándola por las cocinas del chef de la politología. Poco importa que nos digan desde sus menús que nadie ha venido a sentarse a la mesa, y que nos han dejado con los platos puestos más de trescientos mil andaluces, porque no les apetecía la oferta: un seis por ciento más abstencionistas en Andalucía han dado la espalda, porque no les apetecía el menú.

Sin embargo, están surgiendo nuevos menús que están despertando el apetito de muchos hambrientos de ideas: tienen una animada oferta de patrias rebozadas, banderillas toreras, reconquistas machistas y vueltas a una sociedad de etiquetas. Y hemos llegado a esta situación por la falta de capacidad para explicar que vivimos en una sociedad muy compleja, en la que política y democracia son difíciles de comprender si no ponemos un poco de inteligencia. Este fallo de estrategia ha facilitado que la extrema derecha se haya apropiado del espacio, haya magnificado el problema, haya desarmado al contrario, y nos haya sacado himnos y banderas, alzando el brazo en alto y gritando sin complejos que el Liberalismo superará los procesos que arruinan la Tierra. Vuelve la época “gloriosa”, que recupera ideas nefastas y que mira atrás con ira, porque considera que los actores políticos son incapaces de salir de la Crisis que ellos mismos alimentan.

Frente a ello es el momento de actuar, de impulsar un activismo cuyo horizonte sea que el bien común se conciba como el resultado de una ecuación de corresponsabilidad social y soluciones a las desigualdades del Sistema. Hay que fortalecer una democracia participativa, deliberativa en todos los aspectos y que potencie todos los canales de la vida para superar una situación en la que la política está de facto intervenida. El canario se nos muere porque no hay mineros que alerten de que la Revolución 4.0 y la Inteligencia Artificial, sin unas administraciones públicas participativas y y comprometidas con los principios democráticas, son meros esquemas de intenciones que no llegan a transformar la realidad. Un despilfarro de medios y una publicidad engañosa, una perversión de la realidad. ¡Un robo! Es la asfixia de una sociedad que no comprende la democracia que la gobierna.

Si no se explica la nueva sociedad de la era digital, como aconseja Honneth, y cómo hacer posible en su seno la socialización, la cooperación y la democracia, no se comprenderá que vivimos un proceso novedoso, complicado e incomprendido por la mayoría, porque el relato de los políticos no ayuda nada a su clarificación. Llevamos más de trescientos años con un sistema económico que ha puesto de manifiesto su incapacidad para hacer un mundo sostenible, su incapacidad para lograr un desarrollo económico en el que lo prioritario sea el bienestar social y no el crecimiento ilimitado del capital. No se ha puesto el énfasis en eliminar las desigualdades, mientras que celebramos el incremento de la riqueza de los que más tienen, cuyo número se incrementa. La sociedad de la opulencia ha generado más desigualdades y como consecuencia una política de picos intermitentes de populismos de derechas.

Hemos trastocado los valores democráticos y se han roto las vías de comunicación, con lo cual las victimas están huyendo en dirección contraria, cayendo en manos de sus propios verdugos. Se están convirtiendo en víctimas por duplicado, porque el socialismo moderno está enredado en la madeja de la Tercera Vía. El reto del nuevo socialismo es desprenderse de la madeja en la que ha vivido atrapado, interpretar la visión globalizada de la sociedad, su revolución virtual, la innovación, incorporar la revolución “del poco a poco” en expresión de Estrada, y con mucha pedagogía explicar que vivimos en una sociedad digitalizada y que las redes sociales lo están convirtiendo todo en algo gaseoso, burbujeante, que no se controla, en donde circulan más los mensajes falsos que los que han sido contrastados.

Que no se imparte formación adecuada para hacer la democracia accesible, participativa y con decisiones políticas que liberen de las desigualdades, y no estamos siendo capaces de llevar a todos los rincones ese juicio cívico razonado del que nos hablaba Galston. Sin embargo, la desafección política ha alcanzado incluso a los más formados, y el sectarismo está invadiendo a los votantes y hemos perdido día a día las posibilidades de una democracia informada por el desconcierto que reina en la información controlada. Hoy detrás de las nuevas tecnologías hay criterios comerciales, beneficios privados y mucha carga psicológica en un proceso sin fin que persigue que se vea solo lo que otros desean que se vea. Empezamos a vivir experiencias de segunda mano que arruinaran nuestras vidas como ser humano.

Innerarity nos dice que no podemos dejar este mundo en manos de los que ya no lo entienden, porque sus recetas del pasado nos llevarían a un desastre seguro. Así ha ocurrido varias veces en la Historia, y por eso hacen falta muchos alertadores en esta dormida sociedad, en la que ya nadie se preocupa de ver si el canario respira, y estamos peligrosamente consumiendo el ultimo oxígeno. Desde la raíz de la democracia hay que decir que el canario ya no canta, y por ello animo a salir a las calles y plazas a respirar democracia y alertar del desastre de los que se presentan como salvadores de la patria, olvidando que la patria son nuestros ciudadanos y ciudadanas, que es la familia universal que sin fronteras está constituida por más de siete mil millones deseosos de vivir una experiencia democrática común.

El robo de la realidad