jueves. 28.03.2024

El Reino Unido y Europa

Pese a sus equívocas resonancias históricas, el renovado conflicto entre París y Berlín, de un lado, y Londres, del otro, es en lo fundamental fruto de una rivalidad financiera bastante reciente. En 2000 se inició una dinámica de fusiones y absorciones que ha desembocado en la situación actual.

Pese a sus equívocas resonancias históricas, el renovado conflicto entre París y Berlín, de un lado, y Londres, del otro, es en lo fundamental fruto de una rivalidad financiera bastante reciente. En 2000 se inició una dinámica de fusiones y absorciones que ha desembocado en la situación actual. Ese año, se constituyó Euronext NV, resultado de la fusión de las Bolsas de París, Bruselas y Amsterdam con el propósito de sacar ventaja de la armonización comunitaria de mercados financieros. Un año después, Euronext adquirió las acciones del mercado internacional de Londres de futuros y opciones financieros (LIFFE) y en 2003 se fusionó con la Bolsa de Lisboa y Oporto, para formar Euronext Lisbon. La adquisición de LIFFE expuso la vulnerabilidad de la Bolsa de Londres (London Stock Exchange, o LSE), que fue objeto de sucesivos intentos de adquisición, el último y más importante por Nasdaq, el mercado tecnológico estadounidense. Nasdaq llegó a poseer el 28% de las acciones de LSE, a principios de 2007, pero sus repetidas OPAs no le permitieron pasar de ahí. Al final, vendió su paquete a la Bolsa de Dubai y se retiró de la mesa de juego. Fortalecida por la prueba, LSE pasó al contraataque y adquirió ese mismo año el 100% del capital de la Bolsa de Milán, cuyos accionistas obtuvieron el 28% de la nueva sociedad, Grupo LSE (LSEG).

Mientras tanto, la Bolsas de Nueva York (New York Stock Exchange, o NYSE) y Frankfurt (Deutsche Börse) competían en ofertas por hacerse con Euronext. Ganó NYSE, para lo que tuvo que pagar 8.000 millones de euros, a mediados de 2006. La entidad fusionada pasó a denominarse NYSE Euronext, la primera Bolsa realmente global del mundo. El éxito logrado por LSEG poco después con la adquisición de la Bolsa de Milán dio alas a los británicos para ensayar su propia estrategia de globalización. Tras laboriosas negociaciones, dos ambiciosos proyectos fueron anunciados a principios de 2011. En febrero, se conoció la proyectada absorción del grupo TMX por LSEG. TMX es la sociedad gestora de las Bolsas de Toronto y Montreal, en Canadá, y el mercado de opciones de Boston, en EE.UU. Con la fusión LSEG-TMX, se habría formado el líder mundial en la negociación de valores y derivados petroleros y de gas natural. Un poco antes, se había anunciado la adquisición de la Bolsa australiana ASX por la Bolsa de Singapur (Singapore Exchange). La previsible confluencia de estos dos proyectos habría supuesto una revitalización financiera de la antigua área de la libra esterlina, con posibles expansiones a las Bolsas de Bombay y Johannesburgo y quién sabe si a la de Hong Kong, hoy en día la mayor del mundo.

Sin embargo, a finales de junio de 2011 ambos proyectos reconocieron su fracaso, por distintos motivos, y fueron abandonados. Por su parte, y pese al inicial fracaso en el intento de adquirir Euronext, los alemanes no cejaron en su empeño. En julio de este año, se ha anunciado la adquisición de NYSE Euronext por Deutsche Börse, para formar una nueva compañía donde los alemanes tendrían el 60% y los estadounidenses el 40%. Sería el mayor mercado financiero del mundo. Hay todavía muchos obstáculos que superar, e incluso superándolos el mercado integrado por todas esas plazas bursátiles tardará años en funcionar de manera conjunta. Pero la situación estratégica se ha modificado profundamente. En primer lugar, alemanes y franceses están ahora en el mismo bando; segundo, tienen el apoyo de los estadounidenses; tercero, el fracaso de LSEG, simultáneo con el éxito alemán, expone al mercado británico a una OPA hostil de sus ancestrales rivales.

Desde esta óptica, el «choque de trenes» de la cumbre del 9 de diciembre adquiere una dimensión inusitada. Anticipando la OPA financiera, se ha producido una OPA sobre la soberanía británica, para avanzar en la integración europea, sobre todo en los ámbitos fiscal y financiero. Los británicos la han rechazado (como en 2006-2007 LSE rechazó la OPA de Nasdaq) pero eso no impide ver su debilidad. Es indudable la importancia que el sector financiero reviste para el Reino Unido; se la ha comparado –en torno al 10% del PIB– con la que el turismo reviste para España, por ejemplo. Su influencia global está claramente en declive y se ve rechazada en lugares donde esperaría ser bien acogida, sin embargo, mientras la influencia continental y transoceánica de las finanzas alemanas va claramente en aumento. Durante este verano se habló de nuevas conversaciones entre LSEG y Nasdaq, ahora ya no para una OPA hostil, como hace un lustro, sino para una fusión en términos de cierta igualdad. Está por ver si estas conversaciones progresan. Si no lo hacen, se puede augurar que el sector financiero británico podría verse en serias dificultades, y no sólo coyunturales, como producto de la crisis, sino también estratégicas, como resultado de su creciente marginación de las finanzas globales.

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