viernes. 19.04.2024

El necesario encuentro del 15-M y la izquierda

La rebelión ciudadana y las acampadas de Democracia Real ¡Ya¡ es la mejor noticia que ha recibido la sociedad española en mucho tiempo. La debacle electoral del PSOE y el cuasimonopolio de poder institucional municipal y autonómico con el que se hace el Partido Popular, refleja el peor momento de la izquierda política desde las primeras elecciones democráticas en 1977.

La rebelión ciudadana y las acampadas de Democracia Real ¡Ya¡ es la mejor noticia que ha recibido la sociedad española en mucho tiempo.

La debacle electoral del PSOE y el cuasimonopolio de poder institucional municipal y autonómico con el que se hace el Partido Popular, refleja el peor momento de la izquierda política desde las primeras elecciones democráticas en 1977.

Las dos sensaciones contradictorias se junta en el sentimiento de millones de personas que no quieren un país dominado y dirigido por la carcundia y la reacción.

No vamos a describir ahora las razones de los levantados el 15-M, ellos mismos lo han dicho una y otra vez: no nos representan, basta del poder de los banqueros y los mercados, queremos una democracia real. El 15-M dio cuerpo a un sentimiento social que se manifestaba de forma creciente y por primera vez se expresaba en el rechazo a la clase política como uno de los grandes problemas del país.

La crisis abierta en el PSOE después del 22 M, no es simplemente de liderazgo o de comunicación (lugar recurrente y manido para ocultar siempre las razones de fondo). Ante tamaña debacle no se puede responder que el “ya hemos entendido la advertencia y actuaremos en consecuencia”, sería bueno refrescar aquel “hemos entendido el mensaje” de aquel Felipe que salvo los muebles por la mínima en 1993 y después de continuar tres años más bamboleante en el Gobierno, tuvo que dar paso a Aznar.

Intentar reducir la rebelión juvenil y ciudadana a una simple reacción ante la crisis económica y el insoportable paro juvenil, es un reduccionismo utilizado por algunos dirigentes del PSOE absolutamente letal para el mismo Partido Socialista. Es también bastante penoso intentar explicar la crisis electoral como han hecho muchos por las acampadas del 15-M. ¡¡Menuda influencia de los indignados para quitarle 1 millón y medio de votos al PSOE y darle más de 400.000 al PP ¡!. El 15-M no es la causa de ningún tipo de comportamiento electoral es el efecto de una política alejada de las demandas sociales y políticas de la inmensa mayoría de los ciudadanos.

La crisis del PSOE es una crisis de relación con una parte muy importante y significativa de la sociedad, es la crisis de la ruptura de vínculos con la amplísima población que situada en una óptica progresista apostaba por los socialistas como referente político. Es el paso de factura por el profundo giro dado en la gestión de la crisis y la tenaz perseverancia en aplicar los ajustes en una sola dirección olvidando cualquier elemento de progresividad fiscal; pero también es el paso de factura por el abandono del impulso reformista del periodo 2004-2007 encallado en el abandono de la lucha por la laicidad del estado, en la cesión tras cesión a la jerarquía eclesiástica, en el miedo a la reforma de la Justicia, en el encastillamiento en el sistema electoral bipartidista junto al PP, en la falta de impulso para una reforma de la Administración, en la defensa firme de los sistemas públicos de sanidad y educación permitiendo a las autonomías gobernadas por la derecha el deterioro de una pieza clave de la igualdad de los ciudadanos. En definitiva, el castigo del 22-M tiene que ver con una profunda decepción de aquellos que le auparon al gobierno tanto en el 2004 como en el 2008.

La primera responsabilidad del Partido Socialista y en cierta manera también de IU (magro beneficiario del desplome del partido en el gobierno) es no mirar ni hacia dentro (primarias vs Congreso; Chacon vs Rubalcaba; barones vs Ferraz) sino hacia afuera, hacia la sociedad, el primer requisito es evidenciar la disposición a un giro político y a partir de ahí renovar las caras y la organización frente a la sociedad. El invertir los términos puede llevar a una efímera ilusión (como lo fue el último cambio de gobierno) pero de corto alcance y menos después del desplome electoral. Cualquier medida debe evidenciarse en una política diferente, con todas las precauciones que se quiera en un marco exterior hostil pero que sea una señal inequívoca ante los ciudadanos, ante las organizaciones sociales, ante los sindicatos y ante la juventud en rebelión del 15 M.

El programa de 16 puntos avanzado por los acampados del 15-M no es una propuesta de revolución radical antisistema como quieren estigmatizar desde la caverna pero también algunos sectores de la izquierda que no les gusta nada de lo nuevo que surge; como recientemente me decía un amigo, en líneas generales no pasa de ser un programa socialdemócrata consecuente, el problema es que hoy la socialdemocracia ni siquiera es capaz de defender sus propias tradiciones. Es sobre todo un propuesta de reforma del sistema político (lo que desdice a los que señalan que la crisis es el factor determinante de la movilización) para que la democracia haga carne en su protagonistas y no sea un conjunto de normas y sistemas alejados de la vivencia de la gente. El componente social de la protesta conecta en la mayor parte de los aspectos con las demandas que llevaron a la huelga general del 29 de septiembre a millones de trabajadores y hay que avanzar en la conexión entre unos y otros procesos, aunque también los sindicatos deben analizar su distancia como estructuras con las nuevas levas de trabajadores menosquemileuristas y desplazados del trabajo decente.

Con el absoluto respeto que debemos mantener por la autonomía de este movimiento, que nos ha dado a todas las gentes de izquierda una auténtica lección de nuevas formas de movilización, organización, debate democrático, respeto a las personas y a sus opiniones; también debemos señalar que hay que trabajar en una confluencia amplia por el cambio de las formas políticas y de los contenidos sociales de las políticas. El marco dado por las plazas de toda España es extraordinario, la identificación de su propuesta es cada vez más nítida (Ley Electoral, separación de poderes, corrupción, control ciudadano,…), ello añade una nueva fuerza a la movilización y añade una identificación de propuestas ante las que nadie debe mirar para otro lado: ¿Qué opinan las fuerzas políticas? ¿Qué dicen los sindicatos? ¿Qué aportan los movimientos sociales?

Desde la movilización ciudadana proponiendo en positivo y desde la reflexión crítica en el marco de la izquierda política y social debería haber una mirada convergente imprescindible para evitar que la marea azul del conservadurismo político y social anegue los extraordinarios brotes de ciudadanía y libertad que nos trajo la primavera de la Puerta del Sol y del resto de plazas de nuestras ciudades.

El necesario encuentro del 15-M y la izquierda
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