viernes. 19.04.2024

El Gobierno y los mercados 'dan el golpe'

nuevatribuna.es | 15.12.2010Sorprende la facilidad con la que los gobernantes del PSOE defienden las políticas que le dictan los mercados y lobbys financieros. Incluso no faltan ministros que agitan las banderas del liberalismo y la desregulación de derechos en nombre de la izquierda. Ministros recién nombrados que lanzaron guiños con el ojo izquierdo y se quedaron tuertos.

nuevatribuna.es | 15.12.2010

Sorprende la facilidad con la que los gobernantes del PSOE defienden las políticas que le dictan los mercados y lobbys financieros. Incluso no faltan ministros que agitan las banderas del liberalismo y la desregulación de derechos en nombre de la izquierda. Ministros recién nombrados que lanzaron guiños con el ojo izquierdo y se quedaron tuertos. Hubo un tiempo en que Felipe González hizo algo parecido, pero moderó el travestismo. Zapatero bate récords. Aficionado a los gestos y a la política de corto recorrido, se doctoró en seducción, sacó a las tropas de Irak, declaró fidelidad al progresismo y juró no tocar el gasto social. Eran tiempos de crecimiento y creación de empleo en torno a un modelo productivo alentado por la construcción de viviendas. Gobernar era cuestión de administrar.

Pero llegó la crisis -que el Ejecutivo negó tres veces- y las cosas se pusieron feas. Los mercados financieros saltaron por los aires, la economía productiva se resintió, y los Gobiernos, especialmente los europeos, convinieron en que la solución estaba en reducir el déficit, adelgazar el Estado social y frenar la inversión pública. De entre ellos, el español, fue el alumno más aplicado de la escuela liberal. Propuso el retraso por ley de la edad de jubilación hasta los 67 años, congeló pensiones, redujo el salario de empleados públicos, abandonó a las personas dependientes, abarató el despido, debilitó la negociación colectiva, cedió a las presiones de los empresarios, certificó la segmentación del mercado de trabajo, apuntaló la temporalidad, abandonó a las personas en paro y frenó en seco la inversión pública. Fue su primer paquete de medidas y los sindicatos respondieron con una huelga general que movilizó a millones de trabajadores. Tras la huelga, Zapatero quiso nadar y guardar la ropa: dijo mantenerse fiel a su plan de recortes, pero mostró su disposición a entenderse con los sindicatos. Difícil ecuación, sobre todo si la reforma laboral seguía su curso.

El presidente cambió el Gobierno. Aupó a Rubalcaba; recuperó a Jáuregui; y trató de cuadrar el círculo encendiendo el intermitente de la izquierda con Rosa Aguilar y Valeriano Gómez. Pero no es fácil soplar y sorber al mismo tiempo. En realidad, Zapatero quiso incrementar la capacidad de seducción sin cambiar las políticas que provocaron el conflicto social. Y este tipo de operaciones se estrellan pronto con la realidad. Gurús financieros, representantes genuinos del capitalismo de casino, y eso que ha venido en llamarse los mercados, convirtieron a los ministros izquierdistas en malos actores de una obra con guión decidido. Y el Gobierno volvió a las andadas. Hace unas semanas, el Consejo de Ministros activó una nueva vuelta de tuerca a su política antisocial: retiró los 426 euros a los parados de larga duración, aprobó rebajas fiscales a las Pymes, introdujo la libertad de amortización en el Impuesto de Sociedades, anunció la privatización del 30% de Loterías y Apuestas del Estado y del 49% de AENA con gestión privada de los Aeropuertos de Madrid y Barcelona, autorizó la inmediata constitución de Agencias Privadas de Colocación y advirtió que el 28 de enero, con o sin acuerdo, habrá reforma de las pensiones. Con estas medidas, no hace falta que nos amenace con que viene la derecha. Su espíritu ya está aquí y si el Gobierno de Zapatero se empeña pronto la sufriremos en cuerpo y alma.

Todos a la calle el 18 de diciembre

Los sindicatos no nos vamos a quedar parados. El conflicto social sigue abierto. Los problemas de la gente no se tapan con retórica de barrio y política de escaparate. Si estas vuelven a ser sus credenciales, no hay desparpajo ministerial que valga. Ni los más apuestos seductores nos convencerán de que los mismos que nos metieron en la crisis sean ahora los que le indiquen a Zapatero el camino de salida.

Pero será el 18 de diciembre, cuando trabajadores y ciudadanos salgan a la calle en todo el país participando en las manifestaciones convocadas por CCOO y UGT para rechazar el giro brusco contra los trabajadores que ha puesto en marcha el Gobierno, especialmente el retraso de la edad legal de jubilación hasta los 67 años. Nadie debe quedarse en casa; el Gobierno debe sentir también la presión de los trabajadores, y si ese es finalmente el camino elegido (menos Estado social, menos derechos y más privilegios para los ricos) que sepa que nos tendrá enfrente.

Fernando Lezcano, secretario confederal de Comunicación de CCOO
Cristina Bermejo, secretaria confederal de Juventud de CCOO

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