jueves. 28.03.2024

El doble drama de Japón

(Con mis mejores deseos para el pueblo japonés) Sabíamos que estábamos en un mundo donde las certezas son cada vez menores y por lo general bastante efímeras. En Japón, los terremotos que hacían moverse a los edificios y que se producían casi con precisión de reloj suizo, eran una de esas escasas certezas. Hasta el punto de que siempre era puesto como ejemplo de construcciones antisísmicas.

(Con mis mejores deseos para el pueblo japonés)

Sabíamos que estábamos en un mundo donde las certezas son cada vez menores y por lo general bastante efímeras.

En Japón, los terremotos que hacían moverse a los edificios y que se producían casi con precisión de reloj suizo, eran una de esas escasas certezas. Hasta el punto de que siempre era puesto como ejemplo de construcciones antisísmicas.

Su alta tecnología y su capacidad de adaptación a las nuevas tecnologías, le habían alzado al podio mundial como segunda potencia económica.

Para mantener ese nivel de desarrollo optó por la energía nuclear.

Ahora, con el tsunami que siguió al fuerte terremoto, Japón se está enfrentando al doble drama que representa, por un lado el desastre natural y por el otro al desastre nuclear provocado por el tsunami.

Ni toda la alta capacidad tecnológica de Japón ha sido suficiente para evitar lo que ya se considera como una auténtica catástrofe nuclear.

La energía nuclear (que además de los riesgos que acaban de de ponerse de nuevo de manifiesto tiene el grave problema de los residuos todavía sin resolver), había sido defendida como una energía de transición, en tanto se investigaban otras posibilidades menos peligrosas.

Pero desde el mismo momento de la puesta en funcionamiento de la primera central, los responsables de las nucleares, han jugado a engañar y a mentirle a la población. Han minimizado los riesgos reales, han gastado importantes cantidades de dinero en la publicación de seudo estudios sobre la fantástica seguridad de sus centrales. Han llegado (esto aquí en España) hasta a la aberración de recibir a niños de visita cuando se había producido una fuga de vapor radioactivo (asunto que está pendiente de juicio al director de la central en la que ocurrió).

La verdad es que es muy fuerte…

Volviendo al caso de Japón, ha transcendido ahora a la opinión pública, que la misma empresa propietaria de la central de Fukushima, es la que ocultó incidentes y mintió a las autoridades desde 1977 hasta el año 2002, con más de 200 informes falsos que sirvieron para ocultar incidentes relacionados con la seguridad.

Y por las filtraciones de Wikileaks, supimos que lo volvieron a hacer en el caso del terremoto del año 2007 de 6,8º de intensidad (dos grados menos que este último). Según ha sido publicado el primer día minimizaron los daños, ocultando que se vertieron al mar cientos de litros de agua radiactiva que luego hubieron de reconocer ante la evidencia.

El debate, cuando se conocieron todos estos datos y los hechos de falseamiento de las notificaciones por los cívicos japoneses, había venido siendo sobre si aguantarían las centrales más antiguas un terremoto fuerte.

Y la respuesta acaban de obtenerla de manera dramática. La central de Fukushima no aguantó. Sus cuatro reactores averiados siguen proyectando el miedo a una catástrofe nuclear.

Ojalá que consigan evitarlo y se saquen las conclusiones pertinentes sobre la bomba potencial que representan las centrales nucleares. Pero la verdad es que no soy nada optimista al respecto, hay demasiados y poderosos intereses económicos en juego, capaces de pagar encuestas a la carta que digan lo que les interesa que se promocione. Se compran intereses y voluntades…

Pero lo que no pueden hacer, como les decía, es quitarnos   la terrible hipoteca que dejan los residuos radiactivos de alta intensidad para varias generaciones… De eso ni una palabra.

Nucleares, no gracias.

El doble drama de Japón
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