sábado. 20.04.2024

El deterioro del cuerpo del trabajador

NUEVATRIBUNA.ES - 14.6.2009 “Un empresario de Valencia tira el brazo de un trabajador boliviano a la basura y abandona su cuerpo a unos metros del Hospital”.Los hechos ocurrieron el pasado 28 de Mayo y los medios lo describen como algo insólito, cuando en realidad es la historia de cómo se destruye el cuerpo del trabajador y trabajadora desde hace siglos.
NUEVATRIBUNA.ES - 14.6.2009

“Un empresario de Valencia tira el brazo de un trabajador boliviano a la basura y abandona su cuerpo a unos metros del Hospital”.

Los hechos ocurrieron el pasado 28 de Mayo y los medios lo describen como algo insólito, cuando en realidad es la historia de cómo se destruye el cuerpo del trabajador y trabajadora desde hace siglos. Hay muy poca diferencia con la descripción que Marx, Engels, Dickens, Zola, hacen de las condiciones de trabajo de la Inglaterra de 1840.

¿Es un indicador de la crisis? Después de la crisis ¿desaparecerán estas barbaridades?

La historia de cómo se destruye el cuerpo del trabajador y se acorta su vida no puede ser planteada como un conjunto de datos, estadisticas, porcentajes, como si la enfermedad y la muerte en el trabajo fuera un problema técnico-legal. El trabajador boliviano sin su brazo en la basura se asemeja a aquel trabajador engullido, digerido y escupido por los engranajes de la maquinaria que refleja Chaplin en “Tiempos Modernos”; nietos un poco más lustrosos y con mando a distancia, saliendo del supermercado, con un futuro impredecible, es decir sin futuro que siguen muriendo aplastados, quemados, intoxicados, reventados.

El proceso mediante el cual unos obtienen plusvalía y beneficios, al mismo tiempo que otros encuentran la enfermedad y la muerte allí donde fueron a buscar un salario está descrito hace muchos años. Es lo que siempre se ha conocido como lucha de clases que algunos postmodernos, incluso de izquierdas dicen que no existe. Que se lo pregunten al brazo del trabajador en la basura o al trabajador sin brazo en el hospital. Las formas de enfermar y morir en el trabajo no han cambiado sustancialmente. Eso si, ahora estamos rodeados de grupos de sabios, de expertos, de observatorios “independientes” que buscan y rebuscan métodos de ingeniería estadística que confirmen las hipótesis de quien les paga. “Todo va bien, se están reduciendo los accidentes y enfermedades en el trabajo”.

Sien embargo en España se han registrado “oficialmente” más de 15.000 muertos y 135.000 heridos graves en accidentes de trabajo a lo largo de los últimos diez años, que se concentran casi exclusivamente en colectivos de riesgo vulnerables e invisibles ( pobres, inmigrantes, mujeres, precarios ,etc.).

Por otra parte, el accidente de trabajo es la punta del iceberg de las condiciones de trabajo. Lo más grave es lo que no se ve, aquello que se oculta: el sufrimiento y la enfermedad. Diversos estudios epidemiológicos concluyen que cada año en España se producen 16.000 muertes por enfermedad profesional. Para el Ministerio de Trabajo sin embargo vivimos en el mejor de los mundos ya que según sus estadísticas, el número de muertos por enfermedad de origen laboral es CERO.

La insensibilidad social hace ver como normal que cada año mueran en el mundo 2.3 millones de trabajadores a cambio de un sustento para si y sus familias. ¿Cómo soportaría nuestra sociedad que cada día murieran dos banqueros, un gran empresario, o tres ejecutivos de Walt Street.? Pareciera que nos hemos vuelto, nos han vuelto analfabetos emocionales.

Ante tanto sufrimiento, enfermedad y muerte, es necesario llegar a la caja negra que nos permita averiguar las causas verdaderas de homicidios y/o asesinatos de corporación como son calificados estos hechos en otros países.

No podemos asistir por más tiempo al escándalo social que supone la insumisión permanente a la ley por parte de un colectivo muy especial de españoles que provocan el deterioro y la muerte de miles de trabajadores ante el silencio y el miedo de los corderos (las víctimas).

Han pasado años de cuando John Henry cantaba “un ser humano no ha de ser otra cosa que ser humano”. El hecho dramático es que mientras el brazo del trabajador era seccionado, la máquina de la panadería seguía con su bombeo rutinario.

No hay justificación ética, social, ni económica de tanto sufriemiento, enfermedad y muerte a cambio de un salario.

Ángel Cárcoba es activista sindical de CC.OO. y experto en salud laboral.

El deterioro del cuerpo del trabajador
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