martes. 16.04.2024

El derecho a decidir, o la repetición de la historia

Quizás debería estar hablándoles ahora de la tragedia de Madrid donde han perdido la vida cuatro jóvenes y una quinta chica se debate todavía entre la vida y la muerte. O de las cuentas de la lechera de este gobierno popular insensible a los dramas humanos que vienen sufriendo los ciudadanos mientras ellos recortan los derechos ajenos y esconden sus prebendas para que no se escandalicen (más todavía) los sufridores.

Quizás debería estar hablándoles ahora de la tragedia de Madrid donde han perdido la vida cuatro jóvenes y una quinta chica se debate todavía entre la vida y la muerte. O de las cuentas de la lechera de este gobierno popular insensible a los dramas humanos que vienen sufriendo los ciudadanos mientras ellos recortan los derechos ajenos y esconden sus prebendas para que no se escandalicen (más todavía) los sufridores. O, de la mismísima huelga general que el jueves volverá a ser un grito unánime de protesta contra los recortes de este gobierno que miente hasta cuando calla…

Pero con todo, lo “del Artur Mas” es tan brutal, tan demagógico y tan cínico de su parte, que tengo que comentarlo con todos ustedes.

Miren, volvemos de golpe al año 2008 y “al derecho a decidir” que se inventara aquel otro “ilustre” señor Ibarretxe. Aquel que también anunció referéndum, que mas tarde quiso dejar en consulta, y que al carecer de competencias para llevarlo a cabo, se inventó lo del derecho a decidir de los vascos.

Ahora aquel eufemismo del derecho a decidir lo ha resucitado el señor Mas, ese presidente de la Generalitat de Cataluña que a falta de propuestas políticas concretas que hagan más fácil la vida de las personas que viven en Cataluña, se ha envuelto en la bandera disfrazando su incapacidad manifiesta para mejorar la vida y las condiciones del conjunto de las personas.

Las explicaciones que debería estar dando son acerca del por qué administrando los mayores recursos con que nunca antes contó Cataluña, es su gobierno quien ha llevado a la educación y al sistema de salud catalán a los mayores recortes producidos en España…

Pero ya sabemos que los extremos se retroalimentan y se necesitan para seguir dominando en el protagonismo, y  este caso no es una excepción. Han sido necesarias dos partes para llegar a este despropósito.

En un rincón del cuadrilátero, el sector ultra del Partido Popular, moviendo a cada ocasión el espantajo de la ruptura de España y discutiendo y anatematizando cada cesión de competencias a las autonomías. Puedo recordarles la que organizaron ante la cesión de la capacidad para recaudar el 50% del IRPF por parte del gobierno del Estado a las autonomías, la famosa campaña contra el Cava catalán, o todo lo referente a la última reforma del Estatuto Catalán…

Y en el otro rincón, un demagogo  convertido en presidente catalán, rodeado de oportunistas y cínicos que saben que la vía emprendida no conduce a ninguna parte, quizás en el mejor de los casos para ellos a una mayoría electoral absoluta. Pero que aumentarán la frustración de mucha gente que se cree de buena fe aquello del derecho a decidir y que no entiende  mucho de competencias. Para estas personas una simple reflexión: piensen en una Barcelona (más formada y cosmopolita) queriendo, por ejemplo, permanecer al margen de sueños nacionalistas separatistas con olor a rancio, ¿de quien serían las competencias para decidir?, ¿de Barcelona o del conjunto de los catalanes?

Mas sabe que su planteamiento no conduce a ninguna parte, y se lo acaban de recordar en su visita a la Unión Europea. Pero a escasos días de las elecciones no toca hablar de la realidad. Prefiere enfundarse en la bandera y largar aquello de que, España no nos quiere y nos maltrata económicamente. El sabe que ninguna de las dos afirmaciones son ciertas. A Cataluña se la quiere y se la admira en muchos aspectos. Lo sabe pero miserablemente espera que ese discurso le brinde importantes réditos electorales. Porque cuando el populismo entra en escena y aflora, la razón se nubla; y la moderación suele acabar “colgada del palo mayor” ¡Es la Historia!

El derecho a decidir, o la repetición de la historia