viernes. 29.03.2024

El aumento de la crispación

Un partido político no puede sentirse solamente satisfecho por vencer en las urnas, sino que tiene que convencer de sus acciones de Gobierno...

En los últimos días se han producido una serie de acontecimientos que me parecen muy significativos, en la medida que ponen de manifiesto el hartazgo de gran parte de la sociedad española ante lo que está sucediendo. En primer lugar, el desplante de un conjunto de estudiantes universitarios de excelencia al Ministro de Educación en la recogida de los diplomas, que se negaron a dar la mano al señor Wert, mientras algunos llevaban la camiseta verde de reivindicación de la enseñanza pública. Lo relevante no solo fue el gesto efectuado por estudiantes destacados, sino que fueron ovacionados por el público en general. En segundo lugar, los abucheos que el Ministro recibió en el Teatro Real de Madrid. En tercer lugar, los manifestaciones de repulsa de la que han sido objeto miembros de la Casa Real, el Príncipe en el Liceo de Barcelona, y la Reina en el Auditorio de Música de Madrid.

Las manifestaciones de protesta que han tenido lugar en escenarios tan ilustres como el Liceo, el Real, y el Auditorio, resultan llamativas y tienen más relevancia sociológica de lo que puede a simple vista desprenderse de este tipo de acciones. Los silbidos y abucheos no se han dado en estadios de fútbol, pabellones de baloncesto, en una universidad, en un hospital, sino en lugares a los que asiste, por lo general, un público de un determinado nivel cultural y económico, que suele ser educado en las formas. Por eso resultan tan llamativas estas acciones. Todo esto debe conducir a una reflexión, que no se está llevando a cabo, pues lo que se pone en evidencia es la pérdida de credibilidad, no solamente de los partidos, sino de la monarquía.

Desde luego, no cabe duda, de que el Ministro de Educación se está ganando a pulso la reprobación que recibe en las encuestas, siendo el peor valorado del gabinete cuando hay tantos candidatos para ser el último de la fila, así como las merecidas acciones de repulsa, como las mencionadas, que se han realizado a su acción ministerial. Pero las manifestaciones de protesta a miembros de la Casa Real es ciertamente novedoso, sobre todo en los lugares en los que han tenido lugar. La Casa Real emitió un comunicado en el que explicaba que lo sucedido con la Reina era fruto de la crispación que la crisis económica está provocando. Con todos los respetos debidos tengo que decir que ese comunicado es incompleto, pues el incremento de la crispación es fruto de la forma en que se está combatiendo la crisis, y los casos de corrupción tan graves que están teniendo lugar, y que afectan a la Casa Real.

Los enriquecimientos ilegales que se han dado desde el abuso del poder en un momento en que se están produciendo tantos recortes, que afectan al Estado de bienestar, a la cooperación al desarrollo, al derecho de asilo, pero también a un bien tan preciado como la cultura es lo que motiva todas estas reacciones. La crispación es muy elevada y los silbidos y abucheos son un reflejo de ese distanciamiento que se está produciendo entre la ciudadanía y las instituciones del Estado. Las acciones llevadas a cabo para combatir la crisis no solamente están suponiendo la quiebra de la cohesión social, sino la quiebra de la confianza y de la credibilidad en las instituciones.

Ante una situación de esta naturaleza lo que más me llama la atención es la incapacidad de los partidos políticos mayoritarios para reaccionar. Cada vez más se encuentran encerrados en su propio mundo, en sus batallas internas, en disputas y confrontaciones con los otros partidos, sin ser capaces de dar verdaderas respuestas a las necesidades de una sociedad atravesada por la gravedad de una crisis, que tampoco han sido capaces de analizar en sus causas y sus efectos. No cabe duda de que los partidos son víctimas de unas estructuras que ellos mismos han creado, que están anquilosadas, lo que les hace incapaces de renovarse para adecuarse a las exigencias de una sociedad cambiante y sufridora. La vida es cambio y el que se niega a realizar las transformaciones que los momentos históricos exigen, antes o después, acabará desapareciendo.

La crisis está sirviendo como excusa para todo, entre otras cosas para acelerar la implantación de un modelo neoliberal, y hacer cambios que suponen un retroceso, como es el caso de la Educación. De manera que al igual que la Casa Real lo achaca todo a la crisis, a los partidos mayoritarios les sucede igual, incapaces de realizar valoraciones adecuadas al momento que se está viviendo. Así resulta que todo el desprestigio que están sufriendo es resultado de la crisis, así como la caída del bipartidismo. Cuando la crisis se acabe, pues se piensa que no hay mal que cien años dure, las aguas volverán a su cauce. Un grave error. La crisis ha hecho aflorar muchas cosas, entre otras la constatación de la falta de valores y de ética de gran parte de las élites gobernantes, tanto las económicas como las políticas.

El Gobierno se encuentra aislado socialmente, a pesar de la mayoría absoluta de la que goza, pues sus miembros se encuentran rechazados, y no solamente el Ministro de Educación. No pueden ir a ningún sitio, pues allí en donde aparecen reciben los abucheos correspondientes. En el tiempo que llevan gobernado han demostrado su incompetencia para atajar la crisis económica, así como la búsqueda de medidas paliativas para los sectores más vulnerables de la población. No quieren escuchar el clamor ciudadano que se expresa en manifestaciones contra la reforma educativa, la privatización de la sanidad, los desahucios, y otras muchas cuestiones, como el fraude de las preferentes. Un Gobierno no puede ser ajeno a las demandas de la ciudadanía, y ser insensible, como ponen de manifiesto todos los días, ante los más perjudicados por la crisis.

Un partido político no puede sentirse solamente satisfecho por vencer en las urnas, sino que tiene que convencer de sus acciones de Gobierno. Esto desde luego está muy lejos de convertirse en realidad. El actual Gobierno está demostrando no solamente falta de liderazgo para capitanear una salida en una realidad como la que se está padeciendo, sino que no tiene autoridad moral, ante los casos de corrupción que les afectan tan directamente, como se pone de manifiesto con los papales de Bárcenas, y toda la trama Gürtel que es la más grave de las muchas corrupciones que se han dado en nuestro país desde la restauración de la democracia. La crispación aumenta y por motivos más que fundados.

El aumento de la crispación