martes. 16.04.2024

Egipto bajo la sombra del ejército

Tras la caída de Mubarak, el pueblo egipcio celebraba este gran paso con euforia y mucha alegría en la mítica plaza Tahrir del Cairo. Todo parecía que iría por el buen camino y con la esperanza de vivir un verdadero cambio que marcaría la historia del país. Pero esa paz y tranquilidad no ha durado mucho tiempo, ya que de nuevo se produjo una gran ola de manifestaciones por todo el país.

Tras la caída de Mubarak, el pueblo egipcio celebraba este gran paso con euforia y mucha alegría en la mítica plaza Tahrir del Cairo. Todo parecía que iría por el buen camino y con la esperanza de vivir un verdadero cambio que marcaría la historia del país. Pero esa paz y tranquilidad no ha durado mucho tiempo, ya que de nuevo se produjo una gran ola de manifestaciones por todo el país. La última gran ola manifestación se dio el día 16 de diciembre cuando la policía procedió a desalojar violentamente a todos los manifestantes de la plaza.

Los manifestantes reivindicaban una inminente renuncia del primer ministro, Kamal Ganzouri, y del gobierno del Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas (CSFA). Días después salieron miles de manifestantes, mujeres, hombres, ancianos, jóvenes e incluso niños, quienes fueron víctimas de una brutal represión por parte del ejército. Pero todo estalló con una imagen que dio la vuelta al mundo, la imagen de una joven que un par de soldados arrastran a golpes en el suelo, dejándola medio desnuda y sin apenas poder defenderse. Como consecuencia de ello, miles de mujeres salieron a las calles del Cairo para condenar de algún modo la actuación del ejército, así como para exigir el fin del gobierno del CSFA.

Según el diario New York Times, esta movilización ha sido considerada como la movilización femenina más multitudinaria de la historia reciente de Egipto desde que en el año 1919 salieran en una marcha el primer movimiento feminista en el país en contra de la colonización británica.

La entrada de las mujeres como actores principales de la puesta en escena de las protestas es, sin lugar a dudas, una prueba contundente del levantamiento del pueblo egipcio, cuando hasta hace poco más de un año la mujer constituía una figura meramente secundaria del panorama político del país, además de que su labor en la sociedad apenas estaba definido.

Sin embargo, la imagen que vemos desde el exterior es bastante distinta a la que nos tienen acostumbrados las mujeres egipcias. Han demostrado tener voz y palabra en todas las movilizaciones desde el comienzo de la revolución hasta el momento.

Esta inesperada respuesta de los manifestantes acabó por completo con las tácticas represivas del régimen que hasta el momento habían mantenido una fuerte presencia tanto del ejército como del cuerpo de policía, en lugar de acabar con estos enfrentamientos, lo que ha alimentado más el odio y que las manifestaciones se radicalicen.

Tras la renuncia de E. Sharaf de seguir al frente del gobierno civil, la Junta Militar llegó a un acuerdo con los Hermanos Musulmanes para salir de la crisis que se vivía en el país, dando ciertas concesiones como la de adelantar un año las elecciones presidenciales y sostener así las legislativas que se celebraron el 28 de noviembre. Pero ello no implicaba una respuesta a las demandas de los miles de manifestantes que han ido saliendo en los últimos meses por todo el país, aunque el principal foco de la revolución ha sido desde sus comienzos la Plaza de Tahrir.

Aunque la multitud siguió manifestándose en las calles, no pudieron acabar con el plan de la Junta militar, la cual ejecutó el proceso electoral como ya estaba previsto. Era obvio que el CSFA tomaría medidas en contra de los manifestantes, y así fue. Más de 10.000 activistas fueron detenidos, torturados y juzgados por tribunales militares y muchos de ellos fueron incluso condenados. El CSFA ha dejado en evidencia que están haciendo todo lo posible para que el régimen caducado de Mubarak siga persistiendo, así como seguir velando por los intereses económicos y políticos de la élite y de la clase dominante de la sociedad egipcia. La represión brutal contra los manifestantes, que incluye últimamente a las mujeres entre sus objetivos, ha sido un acto condenado tanto por la propia población egipcia, como por la comunidad internacional, dando lugar a enfrentamientos más radicales con las autoridades. La imagen de esta luchadora, que se ha visto expuesta a la mayor humillación que puede sufrir una mujer árabe (ver expuesto su cuerpo en público), ha reavivado la llama de la revolución. Como dice el dicho “una imagen vale más que mil palabras”.

Egipto bajo la sombra del ejército
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