martes. 23.04.2024

Donde dije digo�

Rectificar es de sabios, y así debería calificarse al personal del Ministerio de Cultura que han decidido que Nacho Duato debe seguir al frente de la Compañía Nacional de Danza. Pero claro, más sabios serían si hubieran medido un poco más las consecuencias de sus acciones. Nacho Duato ha dedicado 18 años de su vida a convertir la Compañía Nacional de Danza en lo que es hoy en día: una de las mejores del mundo.
Rectificar es de sabios, y así debería calificarse al personal del Ministerio de Cultura que han decidido que Nacho Duato debe seguir al frente de la Compañía Nacional de Danza. Pero claro, más sabios serían si hubieran medido un poco más las consecuencias de sus acciones.

Nacho Duato ha dedicado 18 años de su vida a convertir la Compañía Nacional de Danza en lo que es hoy en día: una de las mejores del mundo. Ha trabajado duro desde el primer día. Ha sudado y ha hecho sudar a sus bailarines. Ha aceptado retos y asumido riesgos que cualquier otro habría rechazado. Ha logrado poner en marcha 100 nuevas producciones para los excelentes bailarines de la CND, y este esfuerzo conjunto les ha abierto las puertas de teatros, festivales y, sobre todo, del corazón de miles de espectadores enamorados de lo que veían.

Como los afortunados parisinos que hace pocos días se entusiasmaban con “Alas”, fruto del trabajo conjunto del director de teatro esloveno Tomaz Pandur y de Duato, en la que ha supuesto su vuelta a los escenarios (estrenada en 2006 en Santander, este montaje que une teatro y danza no ha dejado de viajar. Un consejo, si tiene la oportunidad, vaya a verlo).

Y después de todo este esfuerzo, de esta dedicación, en el Ministerio pensaban que este cese no levantaría más revuelo que una mosca despistada. Craso error. Los bailarines del Centro Dramático Nacional, indignados, hicieron lo que estaba en sus manos: hacer pública una carta de protesta en la que defendían la idea de conservar algo que funciona. Y que funciona bien. No se trata de conservar por conservar, de cubrir de hielo las producciones y mantener intacto el repertorio, el talento, la creatividad. No se trata de mantener a Duato para que la CND permanezca inmutable. Se trata de mantenerle para que la danza contemporánea española siga creciendo, experimentando y conquistando corazones.

Por fortuna, ellos lo han logrado, y el Ministerio de Cultura, en boca de César Antonio Molina, ha rectificado, insistiendo en que Duato seguirá después de 2010. Una gran noticia, sin duda. Sólo oscurecida por un pequeño detalle. Que el resto de directores de unidades de producción del INAEM no han recibido el mismo apoyo. Que las voces de disgusto, si las ha habido, han quedado silenciadas en el ruido mediático que el cese de Duato ha creado. En 2010 Gerardo Vera (Centro Dramático Nacional) Eduardo Vasco (Compañía Nacional de Teatro Clásico), José Antonio (Ballet Nacional de España) y Luis Olmos (Teatro Lírico Nacional de la Zarzuela), abandonarán un cargo que han desempeñado con algo más que corrección durante los últimos cuatro años.

Sólo un ejemplo, con “Divina palabras”, el CDN de Vera participó en el Lincoln Center Festival de Nueva York en 2007. Era la primera vez que una obra montada en España, y en español, se representaba en este festival. Y mientras, día a día, montaje a montaje, Eduardo Vasco seguía con su particular misión de rejuvenecer y acercar al público de hoy los clásicos; Luis Olmos se esforzaba por devolver a la Zarzuela el esplendor de otros tiempos y José Antonio renovaba el repertorio del ballet Nacional de España, impregnando los montajes de su genio, ese que le llevó en 2005 a ganar la Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes.

Gerardo Vera, Eduardo Vasco, José Antonio y Luis Olmos. Cuatro creadores, cuatro soñadores que han trabajado duro cada día para llegar a donde están. Cuatro artistas que han visto cómo su esfuerzo, de sobra refrendado por público y crítica (dentro y fuera de nuestras fronteras), no recibe el reconocimiento que se merece. Porque en el Ministerio consideran que hay que innovar, aunque nadie parece saber hacia dónde o en qué. Porque en el Ministerio quieren aplicar un código de buenas prácticas que impida los “amiguismos”. Una gran idea, que no haya malas interpretaciones aquí, cuyo desarrollo es más que cuestionable, al menos lo que ha trascendido hasta ahora. Porque ahora, para evitar los nombramientos a dedo, los candidatos tendrán que concursar. Salvo si tienen detrás un grupo de presión que envíe una carta a los medios�

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