sábado. 20.04.2024

Un día para no olvidar

Con motivo del 28 aniversario del terremoto en Armero, en Colombia (13 de noviembre de 1985), en el que murieron más de 25.000 personas...

omaira
Imagen de la niña Omaira, víctima de la tragedia de Armero.

Días después de la toma del Palacio de Justicia, con más de 100 asesinados, desaparecidos, el edificio incendiado y un país angustiado por la sinrazón de la violencia… El terremoto de Armero golpeó de nuevo a Colombia. El saldo: más de 25.000 muertos y la desaparición de este pueblo. Mucho dolor y espanto. No hemos sanado de ninguna de las dos desdichas 28 años después, no se va el recuerdo de quienes la vivimos con estupor y sufrimiento sintiéndonos impotentes ante lo uno y lo otro. Ver la muerte lenta de Omaira y admirar su valor y dignidad fueron un ejemplo para la sociedad y el mundo. Pero una agonía que se hizo eterna y un símbolo del padecimiento de aquella época del pueblo colombiano.

1985 marcó a una generación los que fuimos y estuvimos en la Colombia de aquella época. Fue el preludio de nuevas  tragedias que nos enlutaron y envilecieron, unos huimos de la barbarie, ampliándose la diáspora, y otros padecieron la persecución que se desató tras la toma del Palacio de Justicia, y con el extermino de la UP.

Con las masacres como la de la Segovia, también recordada este pasado 11N y ejecutada por los paramilitares, sin que las víctimas aun tengan el resarcimiento,  a muchos/as colombianos/as   no les quedó otro camino que el de huir y protegerse.  Todos/as pagamos la tolerancia de tantos despropósitos y por el azote de la naturaleza, que  sacudiéndose como cada 150 años lo hacía el volcán, según la leyendo indígena, tocó en aquel año castigando a quien no le correspondía.

Hoy no podemos menos que recordar estas funestas fechas y estar con las víctimas y sus familias porque a ellas también les rigieron los avatares del abandono y de la pobreza en la que quedaron al perder todo. Finalmente aquel pueblo fue reubicado.

Lástima que las autoridades no creyeron al profesor Fernando Gallego que como ave de mal agüero predijo lo que pasaría por su inquietud y estudios empíricos como vecino que era de la zona. Los años han pasado y nuestras heridas no han sanado del todo, ahora hay otras aves de mal agüero a las que debemos atender y no dejar pasar: la aplanadora de la minería muchos males en nuestra tierra va a dejar, al desangrarla, secarla  y agujerearla en sus entrañas.

Para un día como hoy… vaya el recuerdo y la reflexión de lo que aún podemos atajar.

Un día para no olvidar