miércoles. 24.04.2024

Después del 20 viene el 21… espero

Faltan unos pocos días para que, los que vayan a votar y los que no lo hagan, entronicen a la alianza que ganó la Guerra de 1936-1939 en España, que me niego a calificar de civil por muchas razones que darían para muchos folios.

Faltan unos pocos días para que, los que vayan a votar y los que no lo hagan, entronicen a la alianza que ganó la Guerra de 1936-1939 en España, que me niego a calificar de civil por muchas razones que darían para muchos folios. Esa alianza está formada por los sectores vinculados a la oligarquía financiera, la gran banca, los nobles y grandes de España, propietarios todavía de grandes extensiones de tierra, y hoy de muchas acciones, y la jerarquía Católica. Algunos me dirán que hoy el ejército no está (afortunadamente), pero no se debe confundir el brazo ejecutor con el intelectual golpista, y ése fue el papel de la mayoría de generales del ejército en 1936. Otra cosa fue después la perpetuación del Caudillo, ésta sí se hizo con el beneplácito de estos sectores.

El Partido Popular hoy suple con los votos de los que le apoyen el papel del ejército, y sin duda, con todas las salvedades y diferencias que se quieran, pero indiscutiblemente van a forjar una nueva transición basada en varios pilares: La destrucción del carácter social de nuestra constitución; el ataque a libertades civiles, democráticas y sindicales; la subordinación a los poderes económicos (mercados financieros); la vuelta a un estado centralista.

Todo ello se justificará desde una interpretación de la crisis y una justificación de ayuda a los bancos que no tiene nada que ver con los derechos de civilización conquistados en condiciones durísimas en España durante la Dictadura y en los años de democracia, siempre pendientes de los llamados poderes fácticos. Nadie regaló nada sin lucha y años de cárcel y exilio, y es por esta razón también que nos quieren administrar anestesia, en forma de olvido de la memoria histórica, acerca de lo que sucedió en nuestra historia durante todo el siglo XX.

La democracia es cara, nos dirán, está reñida con los criterios de eficacia y eficiencia, nos argumentarán, el papel de instituciones democráticas como son los sindicatos está desfasado y se deben modificar muchas cosas (convenios, ley para impedir la huelga, sistema de representación de los trabajadores) para beneficiar la creación de empleo.

Nos contarán que se deben limitar los usos de los espacios públicos, es decir se querrán limitar manifestaciones y concentraciones (a eso se le llama acallar a los discrepantes) y se le querrán dar a las distintas fuerzas del orden prerrogativas a las cuales hoy no tienen ni acceso ni posibilidad, a la vez que los abusos de las mismas queden en la impunidad.

Nos asegurarán de que los ricos no deben pagar impuestos porque si no no se crea empleo, que para contratar se debe despedir a la carta, y que los jóvenes deben seguir siendo el ejército de reserva que presione a la baja los salarios, y para ello deberán tener contratos-basura y que a la vez, las Universidades Públicas sean poco menos que terminales de las políticas que se diseñen desde las empresas, es decir, subordinar la cultura y la educación a las cuentas de resultados.

En función de la llamada moralidad católico-botellera, dirán otra vez aquello de las peras y las manzanas paras impedir las uniones civiles en forma de matrimonio de las parejas, los obispos volverán a meter sus manos en los úteros y vaginas de las mujeres para decidir en su nombre y suprimirán en las escuelas de todo tipo el derecho a conocer que tienen los niños y niñas españoles los distintos modos de vida: pretenderán que se desconozcan los valores republicanos de libertad, igualdad y fraternidad, para volver a enseñarnos que “De Isabel y Fernando el espíritu impera…”

Nos pretenderán envolver en la banderita-tu-eres-roja-banderita-tu-eres-gualda para convencernos que esto del estado de las autonomías fue un error, que el federalismo no es posible y además es muy caro y que eso de que los pueblos decidan por si mismos es casi como una afrenta a esa unidad patria, aunque esté construida a martillazos y lleven a las gentes de la oreja a ella.

Miren Vds.: ante esta avalancha, un servidor votará la lista que encabeza Joan Coscubiela en Barcelona, pero para empezar, no como algo finalista. Votaré efectivamente por ICV-EUiA, pero esto no es suficiente ni servirá para mucho, si no se acompaña de:

• Compromiso de movilización contra los recortes, ya sean sociales y políticos, dando apoyo a las proposiciones de los grupos a los que hemos votado y apoyado. Necesitamos organizarnos en torno a las propuestas políticas, ni al margen ni a la contra.

• Unidad de las fuerzas de las izquierdas, que son plurales en el estado español y más aún en Catalunya. No podremos hacer frente a las derechas españolas y catalanas si no contamos con todos, rescatando la cultura de frente popular, la cultura de la asamblea de Catalunya, es decir la cultura unitaria y democrática que tantos éxitos obtuvo durante la lucha contra la Dictadura y en buena parte de la transición.

• Apoyo, respeto y complicidad hacia las organizaciones sindicales y sus procesos unitarios: es más, las izquierdas deberíamos tomar buena nota de los procesos unitarios entre las dos confederaciones sindicales más importantes, CCOO y UGT, así como tener muy en cuenta sus análisis y propuestas, construir espacios de confianza mutua y colaboración.

• Profundizar en las ideas y concepciones federales, como desarrollo de un estado democrático moderno, en oposición a los estados centralistas que no han sido ni más eficaces ni más eficientes.

Tenemos un defecto en el conjunto de las izquierdas, que algunos llaman cainismo, otros califican como “desconfianzas” y los más que aseguran que las izquierdas jamás son capaces de unirse porque no tienen voluntad para ello. Nunca se me ocurrirá decir, afirmar o escribir que el PP y el PSOE son lo mismo, como tampoco se me ocurrirá decir, afirmar o escribir que CiU y ERC son lo mismo, aunque a veces se esfuercen en parecerlo. Y lo veremos, creo. Lo que sucede es que como en ocasiones, practican políticas, sobre todo económicas y sociales muy semejantes, las gentes fácilmente pueden llegar a esta conclusión. Pero mi vecina, que vota siempre al PSC, no es ni convergente ni pepera. Y si aspiro a convencerla de que vote otra cosa, no la convenceré diciéndole que PSC, CiU y PP son lo mismo.

Después de lo que un servidor ha vivido, ha visto e incluso a veces ha hecho, no se está seguro de lo que se debe hacer, pero si sé qué no se debe hacer, que a mi juicio reside en no creerse que se tiene la verdad absoluta y total, que se puede uno equivocar en la terapia, como dicen los médicos pero que debemos acertar en el diagnóstico, y eso sí lo debemos hacer todos juntos. Para España, para Catalunya se avecina una época de retrocesos y recortes como nunca hemos conocido, y debemos contar con que las gentes tienen interiorizado que “ha habido mucho despilfarro”, y que sólo desde el rigor del análisis y propuesta, pero también desde los planteamientos unitarios se puede hacer frente de manera eficaz a lo que nos aguarda. En definitiva, un servidor, ni es ni quiere ser la única izquierda, porque si esto fuese así, ya podría cerrar el chiringuito. Después del 20 vendrá el 21 y conviene que este día seamos más fuertes y con más apoyos. A la vez tenemos que ser más unitarios que nuestros potenciales socios, sabiendo lo que nos aguarda si no actuamos y sabiendo también que la realidad se puede modificar y que las cosas no son ni eternas ni inmutables… afortunadamente.

Después del 20 viene el 21… espero
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