viernes. 19.04.2024

Desarrollo sostenible

Los días 26 y 27 de abril he tenido la oportunidad de participar en la 4ª reunión de la Mesa Redonda de la Sociedad Civil Brasil-Unión Europea, organismo creado dentro de la Alianza estratégica que mantienen ambas partes y que está integrado por el Comité Económico y Social de la Unión Europea (CESE) y el Consejo de Desarrollo Económico y Social (CDES) de Brasil.

Los días 26 y 27 de abril he tenido la oportunidad de participar en la 4ª reunión de la Mesa Redonda de la Sociedad Civil Brasil-Unión Europea, organismo creado dentro de la Alianza estratégica que mantienen ambas partes y que está integrado por el Comité Económico y Social de la Unión Europea (CESE) y el Consejo de Desarrollo Económico y Social (CDES) de Brasil.

En dicha reunión se han abordado dos temas de gran trascendencia global: el de la seguridad alimentaria y nutricional, de un lado. Y el del Desarrollo Sostenible, tema vinculado a la Conferencia de Naciones Unidas –RIO+20– que se celebrará precisamente en Brasil durante 2012. Uno de los tres grandes acontecimientos que el gran país sudamericano, junto al campeonato del mundo de fútbol y las Olimpiadas, va a organizar en el próximo quinquenio.

Voy a centrar este artículo en la segunda cuestión. Aunque los espectaculares logros de Brasil respecto a la seguridad alimentaria y nutricional –reducción de la pobreza en más 20 millones de personas, desde 2003; incremento de la clase media en más de 30 millones de personas, et– y los programas vinculados a esa política, como entre otros, el programa hambre cero, restaurantes populares, educación alimentaria, programa bolsa familia, programa nacional de alimentación escolar o el programa de alimentación del trabajador, se han convertido en ejemplos de referencia en todo el mundo.

Respecto al Desarrollo Sostenible, el CESE y el CDES, se han comprometido a elaborar un manifiesto de la sociedad civil europea, sudamericana e internacional a presentar ante la Conferencia RIO+20. Con el objeto de sensibilizar a las respectivas sociedades y de proponer a los países de Naciones Unidas urgentes soluciones a los problemas que plantea el desarrollo sostenible, tanto desde el punto de vista medioambiental como social.

Sólo voy a destacar unos pocos puntos que han centrado el debate.

1.- La marginación de la Estrategia Europea de Desarrollo Sostenible, aprobada en 2001 en Goteburgo por el Consejo Europeo. El “Programa de Trabajo de la Comisión para 2011” no contiene ninguna indicación de que la Comisión vaya a presentar el informe que en cuanto a su desarrollo tenía que presentar durante este año de 2011.Actualmente toda la política se centra en la Estrategia Europa 2020 que, por su parte, no establece ninguna vinculación específica con la Estrategia de Desarrollo Sostenible.

2.- En segundo lugar los participantes en el debate han llegado a la conclusión de que existe una profunda confusión terminológica respecto a esta cuestión.

De un lado se habla de crecimiento “verde” (EU2020). Un enfoque que parece centrarse en pintar de verde el modelo capitalista que tenemos. Se utiliza mucho el calificativo verde (economía “verde”, empleos “verdes”, tecnologías “verdes”, automóviles “verdes”) y sostenible (crecimiento “sostenible”, empleo “sostenible”, recuperación “sostenible” y hasta de “futuro sostenible). Pero es un enfoque minimalista que incluso, ahora que como consecuencia de la crisis se han reducido las emisiones de CO2, que no hace más que reforzar las posiciones menos proclives a un cambio de modelo productivo en la Comisión. Posición que coincide, por cierto, con la de China y de Estados Unidos.

Por otra parte, están los que defienden el “desarrollo sostenible”. Una posición mucho más completa que la anterior, que incluye el aspecto social, que no es una práctica voluntaria de las empresas sino que tiene que ser fruto de la acción política y legislativa de los poderes públicos, etc. Pero que, en resumen, es una política de lo posible que aspira a lograr que los antes económicos y sociales se adapten a las nuevas exigencias sin modificar el marco, el modelo de desarrollo capitalista actual

La tercera versión pretende un cambio de paradigma y se diferencia de la anterior en que pone en cuestión la relación –en los países que han superado un determinado nivel de renta per cápita– entre crecimiento y bienestar y en el incremento continuo de la productividad, de la cantidad de bienes, como respuesta sostenible a nuestros problemas. Defendiendo, por el contrario, la calidad, la durabilidad y la sobriedad. Y la lucha contra las desigualdades, como eje para vertebrar el nuevo modelo de sociedad o de civilización.

Ciertamente los consensos entre estas tres perspectivas no son fáciles, pero la conclusión del debate es que hay que aportar por un desarrollo sostenible coherente y eficaz y que no pueden dejar de plantearse cuestiones que están en el centro del futuro: cómo tenemos que concebir el crecimiento y la productividad, los pilares sobre los que se han asentado hasta ahora las revoluciones industriales y el progreso material y un cierto nivel de bienestar.

3.- En tercer lugar se ha destacado la contradicción entre la defensa de una política de desarrollo sostenible y las políticas de austeridad y reducción del gasto público que se están imponiendo, en Europa pero cada vez más en otras partes del mundo. En nombre de la deuda en unos casos y del peligro del aumento de la inflación en otros.

Las políticas de desarrollo sostenible, sin embargo, supone fuertes inversiones para cambiar el modelo productivo. Ya el Informe Stern ya señalaba que conseguir que, como consecuencia del cambio climático, la temperatura no aumentara en los próximos años más de dos grados sería necesario dedicar el 1% del PIB mundial a ese objetivo. El informe, añadía, que no hacer nada, no invertir nada, costaría mucho más (como consecuencia de todas las catástrofes vinculadas al aumento de un 6% de la temperatura del planeta, por ejemplo). A este desafío se le puede aplicar la misma respuesta que le dieron a quien aducía que las políticas de educación eran muy caras: mucho más cara es la ignorancia.

Pero como no cambien mucho las cosas, los grandes sacrificados de esta crisis van a ser los Estados de Bienestar y las políticas de desarrollo sostenible. Probablemente sólo una gran movilización de la sociedad civil a nivel mundial podría evitarlo.

4.- Los brasileños han insistido mucho en la necesidad de un nuevo sistema de gobernanza mundial para luchar por el objetivo de un desarrollo sostenible. Para poder realizar una globalización cooperativa y no competitiva y darvinista. En su propio concepto, una “multipolaridad benigna”

Objetivo que no parece sencillo. Primero porque en el debate se ha pronosticado el paso de un mundo coordinado por el G-20 a otro en el que prevalece un vacío de liderazgo en el escenario internacional. Todo ello agravado, de acuerdo con el análisis brasileño, por un mundo moderno en el que "la manipulación financiera pasa a desempeñar un papel semejante a las conquistas militares del pasado. Las economías endeudadas proceden comos los países derrotados en los conflictos militares. Pierden la soberanía sobre sus políticas económicas, financiera y fiscal".

En este contexto, uno de los grandes desafíos de la cita RIO+20 consistirá en cómo construir un sistema de gobernanza democrática que tenga como principal objetivo reducir las asimetrías entre países y contribuir a la paz mundial y al establecimiento de una arquitectura no asimétrica de gobernanza, capaz de dar a luz un nueva lógica económica, social, política y medioambiental.

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