sábado. 20.04.2024

De la ideología a la teología

En su intervención el Sr. Rajoy plantea como ejes de su programa de Gobierno tres grandes ámbitos de reformas, que trata con niveles de concreción muy distintos. Las referidas a la estabilidad presupuestaria, las referidas al sistema financiero y las que denomina reformas estructurales, entre las que destaca la reforma laboral. Veamos que dice y sobre todo que calla o que camufla, con todo tipo de eufemismos. El Sr.

En su intervención el Sr. Rajoy plantea como ejes de su programa de Gobierno tres grandes ámbitos de reformas, que trata con niveles de concreción muy distintos. Las referidas a la estabilidad presupuestaria, las referidas al sistema financiero y las que denomina reformas estructurales, entre las que destaca la reforma laboral. Veamos que dice y sobre todo que calla o que camufla, con todo tipo de eufemismos.

El Sr. Rajoy en su intervención nos conduce sutilmente desde el “sentido común” de sus reformas hasta la inevitabilidad del “único camino” que propone para orientarlas. ¿Quién puede estar en contra de que las finanzas públicas consigan estabilidad entre ingresos y gastos? ¿Quién puede estar en contra de una reforma del sector financiero que permita hacer fluir el crédito a empresas y familias? Quién puede estar en contra de que se lleven a cabo reformas estructurales para mejorar el funcionamiento de la economía y la sociedad?

A partir del “sentido común” de las reformas necesarias, el PP construye la trampa ideológica de identificar el “sentido común” de las reformas con el “único camino” de sus propuestas. Intentando así que la ciudadanía se resigne a la inevitabilidad de sus recetas. Como si la orientación de las reformas no tuviera más que una opción. Es la vieja práctica del pensamiento dominante, que convierte su ideología en teología en estado puro, sin posibilidad de ser discutida con datos.

ESTABILIDAD PRESUPUESTARIA Y REFORMA FISCAL

El primer de estos deslizamientos se produce al tratar de manera diferenciada las medidas urgentes para conseguir la estabilidad presupuestaria – que las propone con carácter de urgencia – a la reforma fiscal que además de posponerla para el momento en que se haya estabilizado el presupuesto ni tan siquiera la concreta en lo más mínimo.

Con ello Rajoy y el PP pretende que asumamos el primer dogma de su discurso político: la estabilidad presupuestaria solo puede venir de la mano del recorte de los gastos y no de la mejora de los ingresos.

A pesar de que en el 2011 se producirá un incremento de los ingresos respecto al 2010 que puede ser de unos 4.000 m euros, como consecuencia sobre todo de la subida del IVA, este incremento esta muy por debajo de la evolución nominal de la actividad, con lo que la presión fiscal española en el 2011 puede caer de nuevo cerca de un 1% del PIB. Es probable que se cierre el 2011 con una presión fiscal muy cercana al 30% del PIB, un 9% menos que la media de los países de la UE zona euro

Este es el cuello de botella de nuestras cuentas públicas que no se puede resolver por la vía de más ajustes en el gasto que, además de desigualdad provocan una mayor paralización económica de ahí que sea un grave error posponer la reforma fiscal que requiere nuestro país.

A esta reducción de los ingresos fruto de la recesión económica, debe añadirse en el 2012 el impacto fiscal de las medidas anunciadas por el Sr. Rajoy que van a suponer una nueva reducción de los ingresos en determinados tributos. Especialmente significativo puede ser el impacto en el impuesto de sociedades que ya ha visto reducida su capacidad de recaudación por los cambios legales producidos en el 2006 – alrededor de 6000 euros menos al año - y por la elusión fiscal de los últimos años. En el año 2008 las minoraciones en la cuota líquida de las declaraciones fueron por los conceptos de doble imposición, pérdidas de ejercicios anteriores y deducciones por creación de empleo o inversiones del orden de 22.000 millones de euros. El resultado es que entre el 2.008 y el 2.010 la caída en la recaudación del impuesto de sociedades has sido superior a los 28.000 millones de euros menos.

En este contexto el Sr. Rajoy anuncia bajo el pretexto de la dinamización económica cambios en el impuesto de sociedades, sin que se apunten medidas para compensar estas reducciones. Conviene recordar que la coartada del trato favorable a las PIMES ya se utilizó en la reforma del 2006 que, en cambio ha favorecido especialmente a las grandes empresas y entidades financieras. Con un tipo nominal de impuesto de sociedades entre el 25% y el 32,5% el tipo efectivo de las PIMES en el 2009 fue del 23%, el de las grandes empresas del 20,5% y el de las entidades financieras por debajo del 15%. El resultado es un tipo real – lo que se paga en función de los beneficios declarados – para el año 2009 que supera escasamente el 8 %.

Algo parecido puede suceder con las mejoras en el trato que se quiere dar en el IRPF a los Fondos de Pensiones, que conviene recordar afectan a un porcentaje muy pequeño de la población y que supondría una merma de ingresos tributarios superior a los 1.000 millones de euros. O las que se dejarán de ingresar por la recuperación – también anunciada – de la deducción en el IRPF por adquisición de vivienda habitual

El resumen del desequilibrio presupuestario en función de la desviación en los ingresos previstos, de la reducción de la actividad económica y de las medidas anunciadas podría situar el volumen global del ajuste – siguiendo la lógica del Sr. Rajoy – más cerca de los 35.000 millones de euros que de los 16.500 anunciados en el debate e investidura.

Es por eso que resulta aún más incomprensible que las medidas de reforma fiscal sean pospuestas por el Sr. Rajoy y el PP “ad calendas grecas”. A esta reforma fiscal estructural el discurso de investidura del Sr. Rajoy dedica estas escuetas e indeterminadas palabras. “En su momento, cuando la situación económica se haya normalizado y el país haya retomado la senda del crecimiento, será preciso abordar una reforma fiscal de mayor calado que incremente la justicia y la equidad del sistema y que contemple incentivos adecuados a la inversión, el ahorro y el apoyo a las familias”.

Como puede comprobarse no solo pospone la reforma fiscal a cuando vuelvan las “vacas gordas”, sino que no concreta nada sobre su orientación, más que vagas palabras. Ni una sola mención a incrementar la fiscalidad sobre el capital reduciendo la discriminación que sufren las rentas del capital, ni una mención a las SICAVS, nada sobre fiscalidad medioambiental. Por silenciar, silencia incluso las referencias a la economía sumergida y el fraude fiscal.

Lógico si se tiene en cuenta que entre sus prioridades no esta un sistema fiscal más progresivo y suficiente. Y que su gran objetivo en este apartado es que la ciudadanía asuma acrítica y resignadamente que el “único camino” al “sentido común” de la estabilidad presupuestaria es la política de recortes.

De la ideología a la teología
Comentarios