sábado. 20.04.2024

Cultura solidaria

El 13 de julio de 1985 un grupo de artistas, entre los que se encontraban algunos de los músicos más famosos de los últimos 40 años, dieron un vuelco a la escena internacional, demostrando que la música podía crear conciencia y ayudar a quienes más lo necesitaban. Aquel día se celebró, simultáneamente en el Estadio Wembley de Londres y en el Estadio J.F.
El 13 de julio de 1985 un grupo de artistas, entre los que se encontraban algunos de los músicos más famosos de los últimos 40 años, dieron un vuelco a la escena internacional, demostrando que la música podía crear conciencia y ayudar a quienes más lo necesitaban. Aquel día se celebró, simultáneamente en el Estadio Wembley de Londres y en el Estadio J.F.K de Philadelphia, el concierto Live Aid, que recaudó más de 100 millones de dólares que se destinaron a proyectos de desarrollo en Sudán, Etiopía y Somalia. Después de éste, no son pocos los festivales que se han creado para conseguir fondos para una u otra causa. O simplemente para concienciar a la humanidad de los problemas que azotan determinadas zonas del planeta, como el famoso Live 8 celebrado en julio de 2005.

Ya la definición de música que da la Real Academia de la Lengua contempla, en su cuarta acepción, la capacidad de ésta para producir “deleite, conmoviendo la sensibilidad, ya sea alegre, ya tristemente”, haciéndose eco de cómo la música puede afectar a nuestro estado de ánimo. Pero no es sólo eso, además, la música es capaz de transmitirnos algunos de los mensajes más desgarradores de la forma más hermosa posible. Las canciones se convierten así en el perfecto vehículo de transmisión de ideales, de conocimientos, de mensajes políticos, de denuncias� Para la historia quedan temas como Sunday Bloody Sunday, de U2, o Luka, de Suzanne Vega, éxitos mundiales que nos acercan los horrores del terrorismo o el maltrato infantil.

A veces, sin embargo, la dulzura de la música provoca en nosotros el deseo de ser mejores personas, de ayudar a los demás. Eso buscaban, y lograron, Live Aid, USA for Africa (y su archiconocido We are the World) o Live 8. Y eso es lo que busca, y esperemos que encuentre, el Festival Maharaji 2008, que se celebrará en la madrileña sala Ritmo y Compás (C/ Conde de Vilches, 22) el viernes 9 de mayo a partir de las 21.30.

Maharaji 2008 (La Casa de los Corazones) es la culminación del deseo de 3 personas (Marta, Rebeca y Montse) por aportar su granito de arena. El objetivo del festival benéfico es recaudar fondos que serán enviados, sin más intermediarios que los que hay en una transferencia bancaria, a una escuela infantil en Laxman Jaula, al norte de la India, que apadrina de forma altruísta a niños y niñas de familias desfavorecidas. En la escuela y su residencia se da atención a 350 niños que no sólo obtienen así un lugar para vivir y comida en su mesa, además reciben una educación que puede abrirles las puertas del futuro.

Se trata, sin ningún género de dudas, de un proyecto en el que se ha invertido tiempo, esfuerzo e ilusión y que ha logrado implicar a gente tan variopinta como Chapa Choly, un estupendo grupo de danza y percusión senegalés que contagia de energía y ritmo cada vez que actúan, o la estadounidense de nacimiento, y madrileña de adopción, Amelia Ray, que mezcla como pocos el rock, el soul, el blues, el country y lo que le apetezca, porque con esa voz se lo puede permitir. Y música pop, danza árabe y actividades y sorpresas para convertir esa noche en algo mágico, aquí en Madrid y allí, en Laxma Jaula, donde agradecerán cada baile, cada risa y cada minuto que se inviertan en el Festival Maharaji 2008.

Porque no hace falta llamarse Bono o Bob Geldof o Michael Jackson para llevar a cabo estas ideas. Aquí, a la vuelta de la esquina, también se hace buena música, y se fomentan las grandes ideas. Y se unen la cultura y la solidaridad. Y aunque sólo sea por una noche quizás, si la convocatoria es un éxito, haya alguien más que se anime, y así, poco a poco, lograremos que la cultura sea lo que tiene que ser, un bien universal.

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