Se acaba el año y con él se aprueban los diferentes presupuestos de las Haciendas Públicas. En dichas cuentas públicas, se contienen los gastos y los ingresos Estamos a la espera del 30 de diciembre, cuando el PP impondrá su criterio en los de España. La territorialidad fiscal que ofrece las Comunidades de Navarra y Vasca supone un laboratorio para analizar la política de ingresos que han diseñado para el año que viene. Analizando las diversas medidas que han planteado, se puede apreciar que la diversidad de acuerdos es lo que ha primado en los cuatro territorios. En Navarra, el PSN ha pactado con UPN; en Alava, el PNV con el PP. En Vizcaya, los gastos los han pactado el PNV y PP y los ingresos los ha gestionado solo el PNV. En Guipuzcoa, Bildu ha pactado con el PSE los ingresos y los gastos con el PNV. Es significativo, el comportamiento pactista de Bildu.
Pero más allá de estos complejos acuerdos, en todos ellos, desde Bildu hasta el PP, el hilo conductor de las modificaciones tributarias ha sido la subida de gravámenes en rentas de capital y trabajo e incorporación del Impuesto de Patrimonio. Qué duda cabe que las subidas planteadas son moderadas y que no recuperan las bajadas anteriores que se realizaron. Pero hay que admitir que la situación de crisis les ha llevado a un reconocimiento de la realidad, donde se hace preciso elevar la presión fiscal directa para mantener líneas de gasto. El cinturón no solo se aprieta por la parte interior del gasto público, también se debe expandir a la parte exterior de las rentas privadas.
Estamos hablando de cuatro territorios donde las tasas de desempleo son de las más bajas de España y donde los ratios de inversiones en I+D son de los más altos. En estos espacios, el Sector Industrial es fuerte en relación con el Sector Servicios. El gasto público en cohesión social tiene unos niveles significativos, más allá de los ajustes habidos recientemente. Quizás en todos estos componentes positivos, el factor fiscal sea una de las explicaciones de los niveles descritos. Quizás, la ideología de los diferentes partidos en estos cuatros territorios prime menos que la cultura política. Una cultura donde se prima un mayor comunitarismo y por ende una mayor búsqueda de la cohesión social y de la regulación pública.