14 de noviembre de 2010, 14:28
...No es lo mismo una gran cintura que una cinturilla de avispa. Un salario de 100.000 euros, que uno de 1.000. No tienen nada que ver.
De un salario de 100.000 euros se puede reducir en muchas partidas. De un salario de 1.000 euros hay que reducir en cosas básicas. Cuando el salario no llega a 1.000 euros hay que elegir entre patatas y leche, y eso cuando se puede.
Estos días, la prensa se ha cebado con los salarios de los empleados públicos, con la reforma laboral, con la necesidad de abaratar los despidos y con la urgencia de meter en cintura a los asalariados.
Y este fin de semana han aparecido publicadas algunas cifras sobre el salario de periodistas y presentadores que son ilustrativas de cómo la crisis se puede afrontar de formas muy distintas.
Algunos datos: personalidades del mundo de la comunicación como Jordi González, Matías Prats o Iñaki Gabilondo tienen unos ingresos anuales de 2,5 millones de euros; Ana Rosa Quintana de 6 millones y celebrities como Anne Igartiburu, y Jaime Cantizano de 2 millones. Belén Esteban ingresa 1,2 millones de euros. Claro que estas cifras de vértigo no lo son tanto si se comparan con lo percibido por el consejero delegado del Banco de Santander que en el año 2009, cuando ya estábamos en crisis, cobró 10,2 millones de euros.
Hay otros datos no tan apabullantes, que también han sido publicados en los medios de comunicación, y que corresponden a generadores de opinión. Alberto Oliart, por ejemplo, ingresa 20.000 euros al mes, cantidad exactamente igual a la que cobran nuestros comisarios europeos. Miguel Ángel Fernandez Ordóñez tiene un salario de 13.750 euros mensuales. Con estas cifras también hay una capacidad importante de ahorro y recorte.
Esto por no hablar de las remuneraciones de autoridades del Estado, alcaldes, presidentes y presidentas autonómicos, que están bastante por encima de los 78.185 euros anuales que percibe el presidente del Gobierno.
Pero hay un hecho incontestable: son creadores de opinión porque son muy buenos comunicadores, muy buenos profesionales que están muy reconocidos por los mercados. Después de todo son expertos en explicar lo que sucede y si ellos dicen que tenemos que ajustarnos el cinturón, pues sus razones tendrán. Aunque sus razones no tienen nada que ver con las nuestras, al menos con las mías.
Amalia Álvarez - Escritora