jueves. 25.04.2024

Corren malos tiempos

La crisis que nos golpea ha generado comportamientos y modos de actuar que parecían olvidados. La economía sumergida aparece con más fuerza que nunca: desempleados con talleres mecánicos clandestinos al menos a efectos fiscales, transportistas sin permiso y sin tener de alta sus vehículos, que ofrecen sus servicios más baratos. Chapuceros y chapuzantes, que hacen reformas en viviendas y locales, muy por debajo del precio de los empresarios legales.

La crisis que nos golpea ha generado comportamientos y modos de actuar que parecían olvidados. La economía sumergida aparece con más fuerza que nunca: desempleados con talleres mecánicos clandestinos al menos a efectos fiscales, transportistas sin permiso y sin tener de alta sus vehículos, que ofrecen sus servicios más baratos. Chapuceros y chapuzantes, que hacen reformas en viviendas y locales, muy por debajo del precio de los empresarios legales. Y así una larga oferta de todo tipo y en casi todas las actividades.

Desde hacía tiempo, no circulaban tantos vehículos sin seguro como en la actualidad, según la Dirección General de Tráfico. Los desguaces hacen su ‘agosto’, y están ganando más dinero que nunca.

Difícilmente puede entenderse hoy una sociedad en la que, no hace mucho tiempo, un importante número de conciudadanos de lo que más orgullosos se sentían era de su coche y de su teléfono móvil.

Así las cosas, pretender iniciar cualquier emprendimiento –palabra de absoluta actualidad- es harto dificil, además de la falta de financiación, la coyuntura echa para atrás al más valiente y osado emprendedor.

Y si a esto añadimos, la poca flexibilidad de los propietarios de locales comerciales, que aún aceptando bajar algo, no demasiado, los precios de los alquileres. Por el contrario, exigen una gran cantidad de garantías, en forma de avales, anualidades de renta por adelantado, y similares, que antes no exigían al no tener la percepción del riesgo de impago que hoy sí existe.

Por otro lado, sectores que con anterioridad a la crisis, han tenido un gran éxito, al albur del crecimiento económico fundamentalmente en torno al sector inmobiliario, y los sectores auxiliares del mismo. Hoy se encuentran en la más absoluta inactividad, sin opción a alternativa alguna, ni posibilidad de reinventarse, viéndose obligados a cambiar de sector, a liquidar los bienes adquiridos, muchos aún sin terminar de pagar y a luchar por encontrar un hueco, en la situación peor que pueda imaginarse.

Lo anterior, hace necesario al menos una mínima reflexión sobre el sistema económico en el que todos nos movemos y que desde la caída del muro de Berlín, ha conseguido quedarse como único sistema económico válido y posible.

No seré yo quien pretenda enseñar economía, pues mis análisis no superan mas allá de los de una persona con interés por el mundo que le rodea. Pero lejos de ser un experto, sí entiendo que una formulación económica, basada exclusivamente en el consumo masivo, sin límites, con la voracidad aparejada del capitalismo, igualmente sin límites, sólo puede dar lugar a situaciones de profunda injusticia y grandes penalidades.

Y como indudablemente el fundamento neo-liberal, de que el mercado lo regula todo, es una de las más grandes mentiras, que por mucho que se repita no cambiará.

O nos ponemos todos manos a la obra, o efectivamente el mercado lo regulará todo, y lo hará, del modo siguiente: dejándonos a la mayoría de los ciudadanos en la práctica miseria y una minoría en los mejores puestos de la lista de millonarios de Forbes.

Por lo anterior, debemos ser conscientes, que hoy en nuestro país, es más necesario que nunca la actuación de la política, y concretamente, las acciones socialdemócratas clásicas, como reguladoras y de contrapeso a los excesos del capitalismo, que ya han demostrado sobradamente durante largos años su éxito.

Cualquier política que se aparte de lo que comento, sólo conseguirá alagar la agonía del enfermo, pero de ningún modo lo sanará.

El sistema capitalista, sin controles, sin contrapesos, sin regulación alguna, ni lo más mínimo, está sobradamente demostrado donde nos conduce, y tantas veces como lo permitamos, tantas veces dará idéntico resultado.

Por mucho que las opciones conservadoras, neoliberales, intenten disfrazarse de defensores de las políticas sociales, llenándose la boca de su interés por mantener y proteger las mismas, sólo responde a la coyuntura electoral en la que nos encontramos.

Nada nuevo aportarán, irán donde caminan y han caminado todos los gobiernos, de este color ideológico, que por otra parte, a nadie engañan, por ingenuo que sea el ciudadano.

Como el ser humano sí suele tropezar varias veces con la misma piedra, evitémoslo que a tiempo estamos, pues en esta ocasión, y por lo que al principio comentaba, es más necesario que nunca.

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