jueves. 28.03.2024

El Congreso de la CES y su apagón informativo

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Homenaje a Neus Catalá: 100 años recién cumplidos

No seré yo quien critique, al menos en esta ocasión, a los dirigentes de la Confederación Europea de Sindicatos, CES, que hace pocos días ha celebrado su congreso ordinario en Paris. No seré yo quien haga recaer sobre su grupo dirigente la responsabilidad de un déficit de información –ante, durante y después- del congreso a los trabajadores, afiliados o potencialmente afiliados europeos. De hecho los principales instrumentos de la confederación son sus organizaciones nacionales. De manera que son éstas quienes deben apechar con la responsabilidad del silencioso itinerario desde que se convocó dicho evento hasta su reciente clausura.

Las preguntas que me vienen a la cabeza, aun a riesgo de ser consideradas impertinentes, son las siguientes: ¿cómo se han discutido los materiales en cada ámbito, territorial y federativo, y quiénes han participado en los debates? ¿qué conclusiones, en base a dicha discusión, se han trasladado al pleno del congreso? ¿hasta qué punto el mencionado congreso se ha considerado como propio en todos los intersticios de los sindicatos nacionales? ¿qué se ha explicado en cada lugar sobre las propuestas de los nuevos dirigentes, que estaban llamados a encabezar el movimiento sindical europeo?  Entiendo que no es mucho pedir que se dé la debida explicación a estas consideraciones por parte de los sindicatos de los Estados nacionales.  

Hemos sido testigos de la ausencia de referencias en los medios de comunicación convencionales de la celebración de este evento. No sólo en España sino también en toda Europa. Precisamente 2123878-13_Congreso_de_la_CES._Version2durante la celebración del congreso yo me encontraba en Roma. Pues bien, puedo dar fe que los principales medios italianos no decían ni pío sobre el particular. Tres cuartos de lo mismo se puede decir del resto de los medios europeos. Con lo que el congreso ha pasado con más pena y sigilo que gloria y publicidad. Mi primera reacción fue un golpe de bilis: “Esta gente no nos quiere ver ni en pintura”. Pero, una vez tomé mi correspondiente dosis de bicarbonato, me puse a considerar.

Me puse a considerar: si nosotros no publicitamos por todo lo alto, desde la convocatoria de este encuentro hasta su clausura, ¿por qué los otros van a tener interés en darnos palique? Más todavía, si nosotros no provocamos un momentum sindical europeo, mediante la cumplida información y debate con el conjunto asalariado, ¿a santo de qué quienes no somos nosotros van a referirnos mediáticamente? Y, tras una contundente ingesta de bicarbonato, me pregunto que cuándo saldremos del ensimismamiento y solipsismo que caracteriza al sindicalismo de cada Estado nacional. 

Finalmente, séame permitido abordar, aunque sea de puntillas un tema de gran interés, esto es, los dirigentes de la CES. Tengo para mí que la forma actual de proponer el grupo dirigente del sindicato europeo es sensato. La cosa es así: dicho grupo es el resultado de un consenso en el vértice para que, de manera rotatoria, formen parte de dichos cargos el mayor número de sindicatos. Mi pregunta es: ¿ese método está definitivamente dado? Creo que no, por lo que con prudencia sería conveniente que se fuera pensando en una forma más democrática, menos verticista.  

El Congreso de la CES y su apagón informativo