sábado. 20.04.2024

Cáncer expres

La afición del comisario Jaritos* a la consulta de distintos diccionarios es una rutina que le viene de lejos, la adquirió para evadirse en los descansos de los interrogatorios especialmente duros. Lo que comenzó siendo un juego poco a poco se convirtió en una natural inclinación de la que ya no puede prescindir.

La afición del comisario Jaritos* a la consulta de distintos diccionarios es una rutina que le viene de lejos, la adquirió para evadirse en los descansos de los interrogatorios especialmente duros. Lo que comenzó siendo un juego poco a poco se convirtió en una natural inclinación de la que ya no puede prescindir.

Jaritos acude al diccionario, el Dimitracos es su favorito, porque a menudo en las definiciones encuentra soluciones o líneas de pensamiento de enorme utilidad para su vida personal y profesional. En este caso se sintió impulsado a consultarlo, cuando en el informativo del medio día, que pudo ver de pasada en la cantina de la comisaría, escucho el anuncio del padecimiento de un cáncer de la presidenta argentina Cristina Fernández, el subsiguiente circo que provocó la noticia, campamento incluido y el posterior desmentido de la existencia del cáncer motivado por un error diagnostico. Ya había tenido un primer impulso cuando la Sra. Fernández unos días atrás había escenificado en su toma de posesión el llanto irreprimible por el esposo muerto a quien junto a Dios invocaba para que le demandase si no cumplía con los deberes de la Patria.

Jaritos que es un hombre que no se impresiona con facilidad, no en vano comenzó su carrera en los calabozos de la policía política griega durante la dictadura de los coroneles, a punto estuvo de conmoverse tanto en una como en otra ocasión, pero su instinto y su enorme sentido de la realidad, en esta ocasión geográfica le llevaron a pensar, que el populismo podía estar detrás de aquellas escenificaciones.

Su deformación profesional le llevó a investigar algún precedente en el comportamiento de la flamante presidenta argentina y, tras horas de consulta en los archivos internacionales de la brigada central, a punto de certificar lo genuino de este comportamiento, encontró en el archivo de países periféricos europeos una referencia a un comportamiento similar en España por parte de la Sra. Esperanza Aguirre dirigenta política de la región de Madrid (España), que en el año 2011 había padecido un cáncer de similares características. En esta ocasión no se había producido desmentido alguno, pero la puesta en escena tenia bastantes similitudes; gran revuelo mediático, tratamiento de la Sra. Aguirre como una heroína moderna, profusión de fotos en la escalerilla del hospital a la entrada, en la habitación de convalecencia, de nuevo en la escalerilla del hospital a la salida, todo en el plazo record de 48 horas.

Esa tarde no pudo concentrarse en algunos asuntos que tenia pendientes y paso toda la noche en vela con enorme problemas de conciencia al no conseguir sumarse al coro de los elogios hacia comportamientos tan heroicos, racionalmente lo intentaba una y otra vez sin ningún resultado, desde cualquier punto de vista; simbólico, médico, cultural o científico, la desmitificación del cáncer la enfermedad tabú del siglo XX, estaba plenamente justificada máxime si quienes la protagonizaban eran personajes públicos.

Para intentar justificar su desconfianza echo mano del recuerdo de muchas mujeres jóvenes, muy jóvenes, cercanas, que en esos mismos momentos sufrían diversos tipos de canceres con un padecimiento extraordinario, con largas sesiones de quimio y radioterapia que las dejaban como guiñapos durante varios días, pero la simple comparación le pareció mezquina y sintió desprecio de si mismo.

Fue en ese momento, perdida toda esperanza de conciliar el sueño cuando como tantas otras veces en parecidas circunstancias acudió al Dimitracos, descartó inmediatamente consultar “populismo”, aunque durante buena parte del día pensó que era el termino que mejor definía el comportamiento que le desvelaba, creció su angustia al comprobar que entrada tras entrada, letra tras letra, no aparecía el significado que buscaba. Cuando estaba a punto de darse por vencido, con un sentimiento de profunda decepción, en 40 años de carrera por primera vez el Dimitracos no acudía en su ayuda, de pronto al límite de su recorrido, en la letra P encontró la entrada que vino en su auxilio.

PUDOR.- Dos acepciones: 1ª.- Del lat pudor, oris: Honestidad, modestia, recato. 2ª.- Del lat putor, oris: Mal olor, hedor

Con cuidado dejo el tomo al pie de la cama y al alba pudo conciliar el sueño pensando que no era un ser tan despreciable. 

*Jaritos, Kostas, personaje central de la serie de novela negra de Petros Markaris.

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