sábado. 20.04.2024

Cómo evitar que nos destrocen la vida

La semana pasada terminaba mi artículo pidiendo a los lectores que no nos dejásemos avasallar. Sin lugar a dudas ha llegado el momento de reaccionar, opinar, proponer e incluso gritar. Hay que evitar que nos destrocen la vida. Un lector de mi anterior artículo, Profesor de la Universidad Complutense de Madrid, me envió un mail preguntándome qué teníamos que hacer para que no nos avasallasen.

La semana pasada terminaba mi artículo pidiendo a los lectores que no nos dejásemos avasallar. Sin lugar a dudas ha llegado el momento de reaccionar, opinar, proponer e incluso gritar. Hay que evitar que nos destrocen la vida.

Un lector de mi anterior artículo, Profesor de la Universidad Complutense de Madrid, me envió un mail preguntándome qué teníamos que hacer para que no nos avasallasen. Pero es que al día siguiente un ex eurodiputado me comentaba que las políticas que defiende la derecha europea sólo sirven para destrozar la vida de los ciudadanos.

Realmente la situación de abatimiento es general. Unos con razones concluyentes, ya que están sin trabajo o han tenido que cerrar su empresa y otros porque creen que tal como están las cosas, creen que lo peor puede llamar a su puerta mañana mismo.

Ya no les digo nada si se les ocurre ver la televisión o leer la prensa. Lo habitual es encontrarse con un gobierno que amenaza con la tijera y nos riñe constantemente, a unos políticos con cara de malas pulgas, casos de corrupción hasta en la casa del vecino y una casa real que o se esconde o hace el paseíllo ante los juzgados.

Realmente todo es de color gris. Los sindicatos andan desconcertados entre la situación real de los trabajadores y la manta de palos que les regala cada día la derecha, el 15M sigue trabajando en los barrios pero no se lanza al centro de las ciudades y la única voz que se escucha es la de Dolores Cospedal apelando a los valores de la Semana Santa para salir de la crisis haciendo esfuerzos como los de los cofrades.

Por mucho menos que todo eso, en otro momento de la historia ya se hubiese desencadenado una revolución en las calles, pero el conservadurismo de las clases medias es demoledor, egoísta y vergonzante. Piensan que quedándose en casa, mirando a través del visillo de la ventana y murmurando sobre lo que les han descontado este mes de la nómina, van a resistir.

Pues no. No siempre que se resiste se gana y creo que hemos de cambiar el chip de nuestras mentes y comenzar a pensar qué podemos hacer a nivel individual y colectivo.

Y no es que ahora me quiera dedicar a la autoayuda…….!pues no estoy yo para esos menesteres! Pero hay que comenzar a actuar, a nivel individual y colectivo.

Hay que salir a la calle a decir lo que se piensa ya que cada vez hay menos medios de comunicación que apoyen a los discrepantes, hay que decir a través de las redes sociales que estamos hartos y una vez nos hayamos desahogado un poquito hay que comenzar a construir alternativas.

Y las alternativas se crean desde las asociaciones de vecinos, desde los movimientos sociales, desde los partidos, la Universidad, los sindicatos. Hay que volver a la militancia de los 70 en donde las inquietudes encontraban algún camino para darse a conocer, en donde los jóvenes, las mujeres, los trabajadores no se resignaban con lo que habían heredado sino que querían construir algo nuevo.

Seguramente muchos de los que lean estas líneas piensen como yo que la política debe ser la que guíe a la economía y que en estos momentos en donde banqueros, economistas y capital nos han llevado a la ruina, hay otras políticas posibles.

Pues sí señores, hay otras políticas posibles, otras formas de gobernar el mundo. Necesitamos formas de gobernar que defiendan al ciudadano y no le machaquen la vida.

Por eso debemos lanzarnos a crear plataformas que desarrollen esas alternativas, esa nueva política.

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