viernes. 29.03.2024

Ciudadanía, juventud y política. Tiempo de construir la reconciliación

“Cada vez que un hombre defiende un ideal…o la lucha contra la injusticia,, transmite una onda diminuta de esperanza. Esas ondas se cruzan con otras desde un millón de centros de energía distintos y se atreven a crear una corriente que puede derribar los muros más poderosos de la opresión y la intransigencia”  |  Robert Kennedy. Ha llegado el momento de reaccionar.

“Cada vez que un hombre defiende un ideal…o la lucha contra la injusticia,, transmite una onda diminuta de esperanza. Esas ondas se cruzan con otras desde un millón de centros de energía distintos y se atreven a crear una corriente que puede derribar los muros más poderosos de la opresión y la intransigencia”  |  Robert Kennedy.

Ha llegado el momento de reaccionar.

La política y la ciudadanía nos hemos divorciado. Ha pasado. La política se embarcó en un viaje, con conocimiento, aunque sin convicción, en la que se preocupó muy poco de a quien representaba y muy mucho de ella misma. Ciudadanía y política discurríamos separados por dos caminos paralelos. Ese divorcio ha sido complicado, aunque amistoso. Como cuando dos no se soportan pero aún recuerdan lo que significaron el uno para el otro. En el caso de la juventud y la política, el divorcio ha hecho saltar por los aires una relación que empezó fría, continuo desapasionada y se separó con odio, rencor, por todo lo que no conocíamos los unos de los otras. Comparto lo que se dice sobre que la juventud no vive la política de forma tradicional. Aunque hacen política, sabiéndolo o no. Y aunque no tengan muchos cauces abiertos con la clase política.

La juventud por hombres y mujeres de una generación con comodidades pero sin un futuro, desprovistos en un tanto por ciento importante del impulso, provocación, irritación y compromiso que la mejora de su calidad de vida y la sobreprotección del entorno familiar han contribuido a crear. No entendáis todo esto como una generalización, excepciones haberlas, las hay, siempre, como las meigas. Pero lo dicho creo que ha pasado y nos preguntamos el por qué, las razones de una tormenta de crisis económica y social despiadada que sufrimos desde hace ya unos años y que ha empezado a derrumbar esos pilares de indiferencia y falta compromiso de la juventud. La voz de los y las jóvenes de hoy es la voz que puede ser remedio y, si tienen audacia, si continúan con el camino emprendido cambiarán el futuro y espero que cambien también a nuestra política, a nosotras, los que ejercemos con más ganas que quizá acierto la difícil tarea de la representación y gestión de lo público, lo de todas las personas.

La relación de la política con la juventud no es que deba de cambiar, es que debe de empezar de nuevo. Conocernos, saber, indagar, dialogar, escuchar, acercarnos, separarnos, acordar. RELACIONARNOS.Actuar con los y las jóvenes de tal forma que reinventemos una relación, para intentar configurar un mañana juntos, para que militen y nos voten, y aunque no militen ni nos vote. Pero eso exige compromisos de la politica transformaciones, cambios radicales; conservando los principios, las ideologías y los procedimientos democráticos.Porque ha llegado del momento de la gente. El día en que ellos y ellas no admiten lo inadmisible, se alzan, participan, elevan la voz. Y tenemos que estar con ellos, porque ya es su momento. El silencio de la juventud y de la ciudadanía ha concluido. Han empezado a luchar para cambiar el sistema o hacerle frente y tendremos que escucharles porque en caso contrario nos llevará por delante. Y lo haremos estando donde ellos se encuentran, también aprovechando la participación no presencial que ofrecen la red y las nuevas tecnologías.

A la política le ha llegado el momento de quitarse el polvo, desentumecerse, de despertar y de renovar la relación con la comunidad ciudadana de forma humilde. Hay que cambiar la política. Y la nueva relación creo que puede construirse hacia la izquierda; Lo que conllevará un gran trabajo para la una importante transformación de la ciudadanía en una más responsable, solidaria y consciente de sus derechos, pero también de sus obligaciones. Asi todos y todas juntas reaccionaremos frente a quienes pretenden un mundo que sea un inmenso mercado y los ciudadanos meros consumidores. Sobreponiéndonos a la apatía y al temor. Disfrutando de la libertad de la palabra y de la libertad de creencia.

No somos borreguitos ni somos vasallos. La educación de la juventud ha sido hasta ahora una educación de formación, muy cerca adoctrinamiento, de la dependencia. Ausente de la formación para la capacidad de crítica. Se ha enseñado a vivir en la apatía, cuando no en la ignorancia. Y así solo hemos logrado fanatismo, dogmatismo, obcecación y acobardamiento.

Insisto es esto una reflexión personal que quiere huir de las generalizaciones. Pero es una reflexión que creía necesaria. Pienso que es tiempo de Rebelión y libertad, porque hagamos o no los cambios la política, los cambios nos cambiarán a nosotros. Porque es el tiempo de la gente, de la fuerza de la razón y no de la razón de la fuerza, el siglo de la cultura de paz en vez de la cultura de guerra.

No podemos mirar ahora hacia otro lado. Más vale prevenir que remediar. Aceleremos el cambio y los cambios. Se van a producir de cualquier manera.

Ciudadanía, juventud y política. Tiempo de construir la reconciliación
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