Dispensen ustedes mi atrevimiento y mi carácter entrometido. El motivo de esta carta abierta es aparentemente un tanto contradictoria porque, de un lado, contiene una valoración al compromiso de ustedes y, de otro lado, es una sugerencia (sólo una sugerencia) en sentido contrario. Me explico.
Pienso que es positivo que ustedes se lancen al ruedo de la arena política de cara a participar, como Equo, en las próximas elecciones europeas. Algo verán en el resto de los partidos progresistas que no les convenza. Como a un servidor, que no está inscrito, en la actualidad, en organización política alguna.
Ahora bien, me pregunto y les pregunto a ustedes ¿de verdad creen que no hay posibilidades de formar parte –ya sea en coalición o de otra manera— de alguna de las listas que las formaciones progresistas van a presentar ante las próximas elecciones al Parlamento europeo? ¿No creen, además, que –con tan comprometida decisión pro bono publico— están ustedes desperdigando las opciones de voto hacia lo que, en sentido cuantitativo, se llaman fuerzas más representativas de la izquierda? Por supuesto, este es un planteamiento instrumental, que tiene sus límites y que, de entrada, puede ser visto como un argumento menor. Pero, a la hora de establecer la representación y la representatividad (dos conceptos no plenamente coincidentes en ocasiones), tras unos u otros comicios, tiene su valor. Desde luego, mucho más consistente que el desvalor de la fragmentación.
Por lo demás, reitero mis excusas por la intromisión; y, a la vez, les prometo añadir nuevos argumentos en el caso de que quieran responder a mi interesada opinión.