viernes. 19.04.2024

Cañizares se ha tirado al monte. ¿Me oyes, Fiscal?

El cardenal arzobispo de Valencia, Antonio Cañizares, ha pedido a los católicos que desobedezcan aquellas leyes que consideran injustas basadas en “la ideología más insidiosa y destructora de la humanidad de toda la historia, que es la ideología de género”. Según informa hoy el Arzobispado en un comunicado, Cañizares se expresó en esos términos anoche en la Catedral, al término de la procesión del Corpus Christi.

220px-Martin_MerinoYa lo ven ustedes, así habló este alto funcionario de la Iglesia católica, apostólica y romana. La primera pregunta sería: ¿qué ocurriría si otro extremista de signo opuesto dijera algo parecido sobre cualquiera otra ley que no fuera del gusto de su paladar? Lo más seguro es que la Fiscalía, la Abogacía del Estado y otras islas adyacentes entraran en tromba y empapelaran al sujeto. Pero ¿habrá algún justo en España que abra expediente a este Cañizares?

Este mitrado no está haciendo fundamentalmente una amonestación moral, sino política; está llamando a la desobediencia a la ley. Así las cosas, ¿hay o no, por lo menos, indicio de delito? 

No obstante, el fondo del problema está en la batalla -sorda en algunas ocasiones y ruidosa en otras- que libran los sectores ultramontanos de la Iglesia y que reavivó de manera militante el Papa Ratzinger: la supremacía de la ley de Dios sobre las leyes civiles sobre la democracia. Grave es el discurso de Cañizares. Pero sería gravísimo que el mitrado no fuera investigado: sus palabras no caben, ni siquiera artificiosamente, en la libertad de expresión, es pura y dura sedición.  

Este funcionario eclesiástico parece fundamentar su pensamiento en el constructo medieval que afirmaba que la teología es la madre de todas las disciplinas y que, por ello, estas tienen un carácter ancilar de aquella. Con la ventaja de que la teología no tiene que probar absolutamente nada. Se basa, así las cosas,  en un conglomerado auto referencial al que todo está supeditado. Y de ahí se pasa al tristemente famoso «Roca locuta causa finita», que es una marhuenda que nos viene de los tiempos de antañazo. Aclaro: una «marhuenda» debe entenderse aquí como la construcción intelectual que nace del «porque lo digo yo».

Ahora bien, ¿qué mueve a Cañizares y sus acólitos a poner en marcha una zahúrda de esa envergadura? Lo siguiente: 1) frenar el ejercicio de los derechos civiles, 2) situar su pensamiento como punto de referencia de los católicos frente al de Bergoglio al que se considera, poco menos, que el aliado natural del relativismo.

Frente a ello se corre el riesgo de que una parte de la ciudadanía vuelva hogaño a la extremosa actividad del anticlericalismo. Que, en el fondo, es algo tan viudo como las exposiciones de Cañizares y su tropa. Que, además, es algo tan chocante como el clericalismo, porque necesita legitimarlo para legitimarse él mismo.

En todo caso, sepamos diferenciar lo que hay de opinión sectaria y pensamiento grupuscular exasperado en Cañizares de su llamamiento a echarse al monte de los católicos. Lo primero tiene un corrector: su puesta en evidencia intelectual por parte del pensamiento fundamentado. Lo segundo, la llamada a la sedición, es cosa de la Fiscalía. 

Cañizares se ha tirado al monte. ¿Me oyes, Fiscal?