viernes. 19.04.2024

Cameron rehúsa participar en el nuevo rescate de Grecia

Aparentemente, la comunicación efectuada ayer por la comisión europea, por boca del comisario Olli Rehn, y de la presidencia del Eurogrupo, personificada por Jean-Claude Juncker, ha tenido la virtud de tranquilizar a los mercados. La prima de riesgo española ha caído apreciablemente – aunque se mantiene alrededor de los 260 puntos básicos, 80 más que hace un mes – y lo mismo ocurre con la de Italia.

Aparentemente, la comunicación efectuada ayer por la comisión europea, por boca del comisario Olli Rehn, y de la presidencia del Eurogrupo, personificada por Jean-Claude Juncker, ha tenido la virtud de tranquilizar a los mercados. La prima de riesgo española ha caído apreciablemente – aunque se mantiene alrededor de los 260 puntos básicos, 80 más que hace un mes – y lo mismo ocurre con la de Italia. China ha anunciado que participará voluntariamente en el rescate de Grecia. Incluso Japón, cuya situación financiera, por razones conocidas, es bastante problemática (hasta el punto de justificar una advertencia preocupada del Fondo Monetario Internacional el viernes pasado), ha prometido contribuir en la medida de sus posibilidades. Es evidente la alarma internacional que ha disparado esta situación.

El Reino Unido pone la nota discordante. Su primer ministro, Cameron, acaba de afirmar que su país no participará en este segundo rescate de Grecia, haga Grecia lo que haga en materia de sacrificios. El momento elegido es significativo. Precisamente hoy, el primer ministro griego, Papandreu, presenta en el parlamento de su país un durísimo plan de ajuste que incluye el despido de 150.000 funcionarios, amén de subida de impuestos. Cameron, entre cuyos planes está el despido de casi medio millón de funcionarios de su país, no se ha sentido nada solidario de otro gobierno que va a hacer algo parecido. Prácticamente, Cameron está diciendo a las claras que él vota por la bancarrota de Grecia. Es comprensible que no le preocupe: los bancos británicos tienen unos 3.400 millones de dólares de deuda soberana de Grecia (datos del BIS), lo que es la décima parte de los 34.000 millones que tienen los bancos alemanes, y todavía una fracción mucho menor de los 57.000 millones en manos de bancos franceses. Muy seguro debe estar Cameron de que Irlanda no necesitará de un segundo rescate, porque entonces las tornas se invertirían.

Cameron viene a decir que, si la renovación de la deuda griega es voluntaria para el sector privado, es decir, los bancos, por la misma regla de tres lo es para los gobiernos. Él, voluntariamente, rehúsa participar. Nadie va a decirle que tiene que hacerlo. Cameron, además, implícitamente presume de desafiar la autoridad del eje franco-alemán, aunque juega a favor de Merkel. Lo importante de la posición adoptada hoy por el Reino Unido es su significado como precedente. Varios otros países querrían desmarcarse de la posición adoptada estos días. Como es obvio, los miembros de la eurozona lo tendrán más difícil; el Reino Unido se mantiene fuera, y esto parece disminuir su responsabilidad en la crisis de un país que pertenece a ella. Pero Eslovaquia – que es miembro de la eurozona – ya había anunciado que no participaría, y habrá que ver la firmeza de su resolución. Más complicado es el caso de Finlandia, donde un reciente éxito electoral de la extrema derecha forzó una votación parlamentaria sobre el rescate de Portugal, votación que entonces salió bien. Difícil va a ser, sin embargo, eludir el mismo trámite en esta ocasión, y su simple convocatoria puede desatar nuevas tensiones en los mercados.

Lo que cada vez está más claro es que España no podrá ser rescatada, por más que llegare a necesitarlo. Con un tamaño económico y financiero que supera la suma de Grecia, Irlanda y Portugal, el consenso político que se necesitaría para que Europa lo llevara a cabo empieza a resquebrajarse.

Cameron rehúsa participar en el nuevo rescate de Grecia
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