viernes. 29.03.2024

Bienvenidos a Trincópolis

Si Marcelo olía a podrido en la Dinamarca de Hamlet que se venga aquí para saber lo que es bueno. Y eso que en Madrid los espías se perfuman con Varon Dandy y en vez de cámaras diminutas llevan al hombro un Cinexin. Ese cine tan sin fin, como decía el anuncio, como este serial de dossieres, mentiras y trinques que ponen a la Comunidad de Madrid, tal y como les gusta presumir tanto a la presidenta como al alcalde, a la vanguardia de Europa.
Si Marcelo olía a podrido en la Dinamarca de Hamlet que se venga aquí para saber lo que es bueno. Y eso que en Madrid los espías se perfuman con Varon Dandy y en vez de cámaras diminutas llevan al hombro un Cinexin. Ese cine tan sin fin, como decía el anuncio, como este serial de dossieres, mentiras y trinques que ponen a la Comunidad de Madrid, tal y como les gusta presumir tanto a la presidenta como al alcalde, a la vanguardia de Europa. Los primeros de la clase en desvergüenza política. Con mucho más paro, pero menos da una piedra.

Aunque también depende. Si ese guijarro hubiese tenido la fortuna de caer en aquellos terrenos rústicos del tío de Espe estaríamos hablando de un valor superior al de la piedra filosofal ¿No recuerdan? Hace unos añitos esa rama parental ganó ocho millones de euros en treinta y dos meses ¿Y usted qué? ¿Se come cuatro huevos fritos en tres minutos? Ni parecido, oiga. Por una bendita casualidad, el Tamariz urbanístico de turno, recalificó los solares de Tres Cantos y donde sólo iban a yacer las boñigas de las cabras se construirían unos estupendos ‘chaletes’. Hay que tener suerte. Y más tierra, también se lo digo, que la que le corresponde a las jardineras de sus geranios.

Este arte de birlibirloque, que destapó infundadas sospechas ya que su tío no le dijo nada a ella mientras se comían unas peladillas en Navidad, ha creado escuela hasta el punto de no ser aventurado asegurar que, con buenos contactos, usted se compra una baldosa y, además de poder bailar un chotis, le dan permiso para levantar sobre ella una torre de ocho pisos.

Estaba tan mal la cosa del Urbanismo que hasta tuvo que dimitir un director general del ramo. No les digo más. Ya saben que un político dimitido es una cosa tan rara como ver a Pocholo picando zanjas o a la Patiño callada. Al parecer, Porto tenía vínculos económicos con una constructora para la que había trabajado. Normal. Lo raro es que los hubiera tenido con una compañía exportadora de nísperos y paraguayas. Cada uno entiende de lo suyo.

Pues el pobre hombre se tuvo que ir, según él, para defender su honor. Es una pena que, para solventar estos menesteres, ya no existan los mosqueteros aunque tuvieran que repartirse entre tres las comisiones. Con la que está cayendo ahora, al pobre Porto lo tenían que rehabilitar como ejemplo de honestidad. Lo digo porque, que se sepa, ni Granados ni González se han ido.

Bueno, miento. El segundo al menos se ha ido a Colombia, y tan monísimo que estaba en el vídeo con el flequillo rebelde al viento, y a Sudáfrica con un empresario a quien apenas conocía de nada. Luego se ha sabido que le concedió casi sesenta millones en contratos, pero tarda tanto uno en conocer de verdad a una persona que, quizás más que una mentira, estamos tan solo ante un hombre necesitado de profundizar en la complejidad del ser humano.

Granados también viaja aunque, para su contrariedad, ya no lo puede hacer en ese flamante Mini que se le abrasó y que, tontamente, estaba a nombre de un constructor. Que bien podría habérselo comprado a un profesor de Pilates, pero cada uno trata con quienes trata. Esta especie de Dúo Sacapuntas, con la única diferencia que ambos tienen la misma estatura tanto moral como política, acumula tantos marrones que es mejor que los nieguen todos porque, si los tuvieran que explicar, nos amenazarían con estar toda una nueva Legislatura.

Excuso decir que todo esto es presunto aunque excuso menos decir que, algún día, nos deberíamos plantear hasta dónde llega la presunción de inocencia cuando es utilizada como parapeto por tanto caradura.

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