jueves. 28.03.2024

Berlusconi, más allá de las velinas

NUEVATRIBUNA.ES - 30.6.2009“No les falta de nada. Tienen cuidados médicos, comida caliente... Por supuesto, su lugar de abrigo actual es provisional, pero hay que tomarlo como un fin de semana en un camping". Durante el pasado mes de abril, así respondió Silvio Berlusconi, primer ministro de Italia, a las preguntas de una cadena de televisión alemana, a propósito del terremoto de los Abruzos que provocó 260 muertes y dejó a 17.
NUEVATRIBUNA.ES - 30.6.2009

“No les falta de nada. Tienen cuidados médicos, comida caliente... Por supuesto, su lugar de abrigo actual es provisional, pero hay que tomarlo como un fin de semana en un camping". Durante el pasado mes de abril, así respondió Silvio Berlusconi, primer ministro de Italia, a las preguntas de una cadena de televisión alemana, a propósito del terremoto de los Abruzos que provocó 260 muertes y dejó a 17.000 personas sin hogar, que fueron realojados en distintos locales públicos y en tiendas de campaña.

Sin embargo, esa muestra del peor humor negro no provocó tanta controversia en el vecino país como la que viene derivándose de sus fiestas privadas con velinas televisivas y jóvenes que cumplen la mayoría de edad llamándole papi a cambio de regalos millonarios. Entre la opinión pública italiana parece que el sexo pagado y la droga se digieren peor que las leyes que viene promulgando desde que volvió al gobierno en la primavera de 2008.

Parece que importe más una modelo ligera de ropa en un palazzo que, por ejemplo, la flamante "Disposizioni in materia di sicurenzza publlica", promovido aparentemente por el ministro de Interior, Roberto Maroni, de la xenófoba Liga Norte, que regula los temas vinculados a Inmigración, Seguridad Ciudadana y Criminalidad en Italia y que tipifica como delito a la inmigración ilegal imponiendo multas de entre cinco mil y diez mil euros a los sin papeles. Por si no lo saben, en tiempos de globalización cuando los capitales y las mercancías campan por su respeto sin control alguno, Berlusconi acaba de sacar adelante una reforma legislativa propia de la GESTAPO, para controlar a los seres humanos. Dicho paquete de seguridad incorpora la obligatoriedad de denunciar a los inmigrantes clandestinos, una orden de la que sólo quedan exentos los directores de centros educativos y médicos que les atiendan. Y no tanto por un guiño a los derechos civiles sino por la presión de sindicatos y colegios profesionales. Pero hay más: esa misma disposición también pena con la cárcel a quienes alquilen una vivienda a un indocumentado; establece una tasa de entre 80 y 200 euros para aquellos inmigrantes que decidan renovar sus permisos de trabajo, castiga con penas de entre seis meses y un año de prisión a aquellos extranjeros que no hayan obedecido las órdenes de expulsión. Por no hablar de la legalización de "rondas ciudadanas" para-policiales que como justicieros sin control pueden recorrer las ciudades italianas a la caza de aquellos que tengan un color de piel o un idioma distinto.

No sólo me produce pánico pensar que en la democrática Italia a la que tanto admirábamos en el pasado provoquen más escándalos las francachelas del primer ministro y sus amiguetes priápicos en Villa Certosa que esta legislación propia del fascismo. Conforme voy transcribiendo el contenido de esa ley, me espanta una cierta intuición: la de que en España no faltaría quien aplaudiera ese mismo tipo de medidas, que penalizan tanto las bienaventuranzas como el instinto de supervivencia.

De nuevo, aquí y allá, el extranjero corre el riesgo de ser utilizado como pantalla, chivo expiatorio y, desde luego, víctima propiciatoria ante el altar del capitalismo salvaje en tiempos de crisis económica. Berlusconi, desde luego, no está solo en esta aventura: en Italia, le viene acompañando desde hace tiempo la Legha Nord, de Bossi, quien a comienzos de siglo llegó a proponer que la Armada bombardease los barcos cargos de inmigrantes que llegasen a Europa: luego corrigió y añadió que el bombardeo se produciría una vez desembarcados sus ocupantes.

"A nuestro juicio, el fondo de la política de Berlusconi es compartido por los gobiernos y la propia Unión Europea, aunque las formas de Berlusconi alientan un discurso xenófobo y racista que, a la vez, incitan un clima de violencia y persecución", ha condenado lucidamente Javier de Lucas, presidente de la Comisión Española de Ayuda al Refugiado (CEAR), sabedor del alcance del reciente Pacto Europeo para la Inmigración y de la directiva de la vergüenza que regula encarcelamientos de inmigrantes propios de legislaciones anti-terroristas y expulsiones masivas sin demasiadas garantías, como las que todos acabamos de ver en Youtube cuando un deportado era atado y golpeado por varios policías en el aeropuerto de Barajas.

Pero los escándalos legislativos de Berlusconi vienen de lejos. De su primer mandato, para ser exactos. Cuando llegó por primera vez al poder, allá por el año 2001, Il Cavaliere empezó por llevar a cabo una reforma de la ley que castigaba la contabilidad falsa en las empresas, un supuesto que en aquellos momentos se le imputaba y cuyo abogado defensor, el diputado Gaetano Pecorella –el corrector de Word hace justicia poética transformando su apellido por el de “pecorilla”--, terminó ejerciendo como ponente de dicha modificación legislativa: “De esa ley se avergonzaría hasta una república bananera”, comentó por aquel entonces "The Econnomist”.

Dentro del flamante paquete de seguridad aprobado en Nápoles, no sólo hay propuestas legislativas contra la inmigración sino otras que pudieran beneficiarle directamente, como que los juicios por delitos contra la seguridad pública sean juzgados antes que el resto, lo que casualmente le permitirá ganar tiempo hasta que prescriba otra de las denuncias que vienen poniéndolo contra las cuerdas, la del presunto soborno al abogado David Mills para que cometiera perjurio a su favor a cambio de 500.000 euros del ala. Y es que a pesar de que en su día promulgó la llamada Ley Cirielli, que acorta considerablemente el plazo de prescripción de este tipo de crímenes de cuello blanco, corre el riesgo de que los tribunales se den más prisa de la cuenta a la hora de sentarle de nuevo en el banquillo. Se trata, simple y llanamente, de una ruta hacia la impunidad que utiliza a la inmigración irregular como una formidable coartada.

Esa Ley de Seguridad también recorta la posibilidad de realizar escuchas telefónicas por casos de corrupción o de asociación criminal salvo cuando ya existan “indicios evidentes de culpabilidad” pero por tiempo limitado e incorpora penas de cárcel –entre 30 días y tres años-- para quienes publiquen conversaciones telefónicas supuestamente privadas pero cuyo contenido hagan presumir la comisión de delitos. Nada extraño si se tienen en cuenta unas expresivas declaraciones suyas en torno al escándalo de las “bailarinas” a las que él mismo comparó jocosamente con los Camisas Negras del fascista Benito Mussolini: "Mi padre decía que, si uno nace con ganas de hacer el mal, tiene dos posibilidades: la primera, ser delincuente; la segunda, ser fiscal. La tercera era ser dentista, pero como ahora los dentistas usan anestesia, y a mí me gusta el número tres, en su lugar pongo a los periodistas", lo que ya es decir para el propietario de seis televisiones que, además, controla la pública. Los italianos ya han bautizado a ese aspecto de la ley como il bavaglio (la mordaza).

Está claro que Il Cavaliere pretende emular en cierta medida la estética de Il Duce y, de hecho, una de sus ministras no se ha privado de realizar el saludo romano que popularizaron de nuevo nazis, fascistas y falangistas a partir de los años 30 del siglo XX. Nada de ello es baladí: tales extremismos prosperaron en el clima económico y social que siguió al crack de 1929. Y casi un siglo más tarde, todos los indicios apuntan a que hemos olvido parte de esa amarga historia colectiva. Así que el populismo marca las pautas de su gobierno. De hecho, para congraciarse con la mayoría de los votantes, profundiza en las desgravaciones fiscales, aboliendo el impuesto por la primera vivienda, por ejemplo, aunque ha fracasado en el intento de que el Ejército refuerce las patrullas policiales como ya ocurriese con sus célebres razzias en Nápoles a la caza de chabolistas gitanos, hace justo un año, cuando pretendía forzar la ley para que a sus niños se les pudiera tomar las huellas dactilares so pretexto de acabar con el absentismo escolar.

Cualquier solución democrática es buena para sacar del poder a un atorrante. Todos sabemos que Al Capone fue encarcelado por sus deudas al fisco y no por sus matanzas. Pero da que pensar que a los italianos les preocupe más las juergas de Silvio Berlusconi, a la antigua usanza de aquellas películas de Cicio Ingrassia, que en la liberal Italia sementera venía a sustituir al supuesto libertinaje a la española que supuso el landismo: Il Cavaliere cada vez se parece más a aquellos personajes de López Vázquez, con perdón de López Vázquez.

Juan José Téllez es escritor y periodista, colaborador en distintos medios de comunicación (prensa, radio y televisión). Fundador de varias revistas y colectivos contraculturales, ha recibido distintos premios periodísticos y literarios. Fue director del diario Europa Sur y en la actualidad ejerce como periodista independiente para varios medios. En paralelo, prosigue su carrera literaria como poeta, narrador y ensayista, al tiempo que ha firmado los libretos de varios espectáculos musicales relacionados en mayor o menor medida con el flamenco y la música étnica. También ha firmado guiones para numerosos documentales.

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