sábado. 20.04.2024

Balance a medio camino

nuevatribuna.es | 14.01.2011Desde el 1 de diciembre pasado las personas de algunos países extra-comunitarios que tienen suscritos con España convenios de reciprocidad en materia de voto municipal, y que cuenten con tarjeta de residencia en al menos los cinco años anteriores, pueden inscribirse para votar en las próximas elecciones locales de mayo de 2011.

nuevatribuna.es | 14.01.2011

Desde el 1 de diciembre pasado las personas de algunos países extra-comunitarios que tienen suscritos con España convenios de reciprocidad en materia de voto municipal, y que cuenten con tarjeta de residencia en al menos los cinco años anteriores, pueden inscribirse para votar en las próximas elecciones locales de mayo de 2011.

Es la primera vez que se habilita esta posibilidad y por eso la novedad viene acompañada de incertidumbres y cálculos de todo tipo.

Es cierto que el número de convenios suscritos es pequeño y que en esta convocatoria quedaron fuera una cantidad muy considerable de inmigrantes extracomunitarios que, esperamos, podrán ejercer este derecho en sucesivos comicios. Tampoco podemos olvidar que la posibilidad de ejercer el derecho de sufragio únicamente habilita para elecciones locales y no permite la inclusión de candidatos extranjeros en las listas de las diferentes formaciones, sin nacionalidad adquirida.

Aún cuando el proceso de inscripción electoral que se ha arbitrado desde el censo electoral es manifiestamente mejorable para comicios posteriores, lo cierto es que, en líneas generales, se ha abierto la posibilidad de que una gran parte de los cerca de 400.000 potenciales votantes a puedan ejercer este derecho por primera vez.

Sin embargo el proceso ha ido desvelando inconvenientes no previstos en la orden que establecía el procedimiento de inscripción que han supuesto, en cierto modo, una dificultad para los inmigrantes dispuestos a ejercer este derecho.

En honor a la verdad hay que decir que, una vez detectados los problemas e inconvenientes que estaban dificultando el proceso de inscripción, la voluntad de las autoridades concernidas ha venido actuando de forma eficaz para solventarlos, agilizando los plazos inicialmente previstos para emitir en algunos casos certificados que acreditaran la permanencia de cinco años, flexibilizando los requisitos previos de solicitud y hasta controlando la celeridad de las oficinas encargadas de toda esta gestión.

Las organizaciones sociales de inmigración que hemos impulsado y promovido la campaña “Contamos Contigo. Inscribite. Tu voto cuenta.” hemos hecho todo lo que ha estado a nuestro alcance para informar, sensibilizar y acompañar a los inmigrantes a ejercer esta posibilidad de ciudadanía. Nuestra presencia en la calle, en los centros de reunión y trabajo, en las propias organizaciones, en los lugares de ocio y hasta en el espacio mediático ha sido amplia y comprometida.

Fruto de la acción desplegada y de la interlocución con el gobierno hemos conseguido lo más impensable: el Consejo de Ministros del viernes 14 aprobará una ampliación del plazo de inscripción hasta el 25 de enero, fecha tope por los plazos legales para elaborar el censo electoral.

Debemos destacar el esfuerzo principal que desde la secretaría de estado de inmigración y emigración y del Ministro del Interior y vicepresidente de gobierno se ha realizado una vez abierto el trámite de inscripción, y la sensibilidad con que se han escuchado nuestras críticas y sugerencias para resolver problemas unas veces puntuales y otras más generales, incluida la ampliación del plazo para inscribirse.

Lo cierto es que el número de personas que se han inscrito en el censo electoral parece haber sido moderado, aunque creciente a medida que la información clara llegó a sus destinatarios. En general la inmigración, a tantos meses de los futuros comicios, muestra el mismo o muy parecido grado de desapego hacia el hecho político electoral que el que muestra la población autóctona.

Sin embargo, el hecho de que la inmigración ejerza este derecho por primera vez probablemente deba ser mirado con interés por cuanto que los partidos desconocen el sentido de este voto hasta ahora no coptado y porque, en determinados lugares, la inmigración puede decantar el signo político. Por ello determinados discursos habrán de cuidarse mucho de estigmatizar a los inmigrantes y pasarse de la raya o de proponer medidas a las que sin duda la población migrada y gran parte de la autóctona va a castigar en su propio municipio.

Tal vez a futuro una de las tareas pendientes para las organizaciones y para la sociedad en su conjunto es la de potenciar y sensibilizar más y mejor a los inmigrantes acerca de la participación y del ejercicio de la ciudadanía, tarea que conviene realizar también con el resto de la sociedad, cuya participación social tampoco es para tirar cohetes.

En esta época de baja participación y de una cierta desvertebración (a veces parece que planificada por los sectores más neo-individualistas de nuestra élite operativa) tal vez también convenga empoderar más a la sociedad y revisar y regenerar nuestro propio modelo de participación (y no sólo de participación electoral, que pide a gritos reformas de calado), anclado en mecanismos de participación poco participativos, de mera delegación, elitistas y de un cierto sesgo paternalista, herencia de esa sombra franquista que aún sigue influyendo tantos comportamientos.

Llama la atención, en todo caso (aunque nosotros lo agradecemos en realidad por la distorsión que suelen introducir cuando polarizan sus posturas y confrontan en materia migratoria), que los partidos políticos hayan tenido una presencia tan de baja intensidad en la animación del voto inmigrante y que hayan mostrado tanta desconexión con las organizaciones de inmigrantes en este proceso.

También llama la atención que en las propias formaciones políticas se visibilice tan poco y tan mal la inmigración y que los pocos referentes propios de inmigrantes competentes y con conexión real con las organizaciones sociales que pueden exhibir los borren o los sustituyan por carteles florero de mayor vistosidad pero ínfimo contenido. En el caso de Madrid es un secreto a voces que la única diputada regional (la única en Madrid y en el resto del estado) de origen inmigrante va a ser eliminada de la próxima oferta PSM con lo que el referente que esta formación mantenía tal vez desaparezca del todo. No se sabe que el PP o IU, por no hablar de otras formaciones de las que se conoce menos, vaya a contar con migrantes en sus candidaturas. ¿Podrá provocar esto el desapego de la inmigración hacia las formaciones políticas tradicionales por falta de “reconocimiento”? ¿Traerá como respuesta la aparición de formaciones y partidos “de inmigrantes” a nuestro ya abultado solipsismo identitario? ¿Tal vez hace falta que la inmigración venga también a romper con las barreras políticas que, de facto, aún existen?

Son desafíos y preocupaciones que a mi entender se abren con el próximo proceso electoral al que los y las inmigrantes están por primera vez llamados. Nosotros animamos a que los inmigrantes se inscriban para votar y hagan del ejercicio de sus derechos un instrumento de construcción entre todos de nuevos consensos, de nueva sociedad y de alternativa.

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