martes. 16.04.2024

Artículo 28

"Toda persona tiene derecho a que se establezca un orden social e internacional en el que los derechos y libertades proclamados en esta Declaración se hagan plenamente efectivos". Dicen que no es el hombre quien elije lo que ve, sino que son las cosas que pasan las que elijen a cada hombre para ser vistas por él.

"Toda persona tiene derecho a que se establezca un orden social e internacional en el que los derechos y libertades proclamados en esta Declaración se hagan plenamente efectivos".

Dicen que no es el hombre quien elije lo que ve, sino que son las cosas que pasan las que elijen a cada hombre para ser vistas por él. Sin embargo, y a pesar de los esfuerzos diarios, del empecinamiento, del empeño por ser vistas, esas cosas que pasan en el mundo a cada instante no logran contrarrestar la ceguera de los bienintencionados líderes mundiales que mediante discursos, mítines y cumbres, pretenden hacernos creer que ven con claridad, cuando en realidad apenas vislumbran espectros, fantasmas que sólo existen en la oscuridad que los envuelve. 

Desconozco si es esta negritud la responsable de una humanidad cada vez más deshumanizada en la que los únicos valores existentes cotizan en bolsa, el hombre no vale más que lo que dicta el mercado y la vida es digna según la acera en la que uno haya tenido la ocurrencia de nacer.  Nada de esto que escribo en voz alta comprende Martín; no porque no quiera, sino porque el tiempo apremia y time is money, como cuenta Martín que el patrón ladra de vez en cuando “para que nadie olvide que acá estamos para trabajar”, cuenta este chaval de doce años, mientras que con el reverso del puño se seca el sudor que como catarata cae desde su frente. De piel curtida y mirada desconfiada, este chico tucumano es uno de los 215 millones de niños trabajadores que actualmente hay en el mundo; uno de los 450 mil que la Organización Internacional del Trabajo (OIT) censó en Argentina, uno de los 115 millones de menores que efectúan labores de alto riesgo, y uno de los pibes que a cada minuto muere en este mismo mundo y por esta misma infamia. 

“Las labores de riesgo pueden tener un impacto muy severo en los cuerpos y mentes frágiles de los niños. Los sectores donde esto es más común son la agricultura, la pesca, el servicio doméstico, la minería, el cartoneo y la venta ambulante”, sostienen desde la Encuesta de la Deuda Social Argentina, entidad que ha denunciado las condiciones infrahumanas en las que miles de niños realizan tareas en zonas rurales del país. “La recolección de leña, hortalizas y hierbas aromáticas, y el corte de ladrillos, figuran entre las principales actividades que implican el manejo de sustancias tóxicas y herramientas peligrosas”.

Martín no sabe qué es eso de los Derechos Humanos, ignora los artículos como ignora la estadística macabra en la que está inmerso. Tampoco sabe que es víctima de un sistema perverso que, atento a las obligaciones de cada individuo, ha desestimado con premeditación y alevosía los derechos fundamentales, esos que conforman esta suerte de compendio, de fusión de garantías que resumimos en la palabra dignidad. “Hay que seguir trabajando”, dice antes de volver al surco que lo ocupa,  a  esa herida profunda que de sol a sol hace en la tierra porque al patrón se le antoja sembrar no sé qué cosa. (Time is Money) 

Pero hay gente que se resiste a creer que aberraciones como éstas carecen de solución. En 2001 nació en Argentina la asociación La Alameda, organización que denunció la explotación de menores en talleres textiles clandestinos que trabajan a las órdenes de empresas multinacionales como Adidas, Puma y Fila. La Alameda puso en marcha, en 2004, la Cooperativa 20 de Diciembre que rápidamente se asoció con otras entidades que denuncian el trabajo infantil.  Una de ellas es el Movimiento de Trabajadores Excluidos que en 2006 presentó un informe mediante el cual se supo de la existencia de menores trabajando en zonas rurales, en prostíbulos y en el servicio doméstico. 

Entre Martín y Jaime  -que en España vive al raso porque a su madre le ha tocado el desahucio- no hay grandes distancias. Tampoco las hay entre los miles de inmigrantes a los que el presidente español dejó sin derecho a la sanidad, y esos otros seres a quienes según convenga se los hace salir en la foto para ilustrar campañas de solidaridad. Todo espacio y tiempo se confunde en la vulneración de un mismo artículo. Ese al que los ciegos de turno simulan no ver para convencerse a sí mismos que las cosas que pasan elijen a otros para ser vistas.  

Artículo 28