jueves. 25.04.2024

Ante el descalabro de la izquierda catalana

nuevatribuna.es | 04.12.2010El descalabro del PSC y del tripartito es evidente y espectacular. El desgaste de la crisis que afecta a todos los gobiernos, unido a una mezcla en mi opinión de deslealtad, improvisación, infantilismo y errores de bulto a la hora de fijar objetivos y/o prioridades, han sido las señas de identidad de esta última experiencia de gobierno de la izquierda catalana.

nuevatribuna.es | 04.12.2010

El descalabro del PSC y del tripartito es evidente y espectacular. El desgaste de la crisis que afecta a todos los gobiernos, unido a una mezcla en mi opinión de deslealtad, improvisación, infantilismo y errores de bulto a la hora de fijar objetivos y/o prioridades, han sido las señas de identidad de esta última experiencia de gobierno de la izquierda catalana. Deslealtad, entre los partidos que integran un tripartito que ha dedicado todos su esfuerzos a renegar de su propia labor de gobierno. Improvisación, porque no es posible afrontar los grandes retos de nuestros días sin tener claros y consensuados los límites del gobierno, debatiéndose entre el soberanismo financiero, el federalismo asimétrico y la corresponsabilidad fiscal. Infantilismo, porque algunos socios del PSC en el gobierno han jugado la dificil partida de conjugar el antisistemismo y la jefatura de la policia, entre ser gobierno y reclamar la independencia, entre el ser o el poder. Y errores de bulto, porque se han fijado objetivos que no eran compartidos por la mayoría de los ciudadanos en estos momentos. Con un paro galopante y una preocupante perspectiva, fijar desde la izquierda los debates desde el punto de vista identitario y no social, ha escondido para la opinión pública los muchos aciertos de la labor legislativa del tripartito y dado armas y bagajes a quienes manejan mejor que nadie ese campo en Catalunya: CiU y su nacionalismo oportunista y el PP con su populismo rayano en la xenofobia.

Ahora, con el PSC inmerso en un debate interno de incierto resultado, entre sus dos almas, la más catalanista que pretende “marcar distancia” con el proyecto estatal del PSOE y la de origen españolista u obrerista en el pasado, que quiere marcar líneas claras entre lo que es un catalanismo inclusivo en un proyecto español y el nacionalismo de tintes progresistas y transversales, nos encontramos con que el centro derecha de CiU va a poder gobernar con toda tranquilidad y sin visos de un medio-largo plazo de encontrarse con una alternativa clara. Por no hablar de que ERC, un partido que ha hecho de las declaraciones estranbóticas y ofensivas una de sus claves electorales que le han convertido en un socio indeseable para cualquiera que quiera aplicar una política seria y razonable o ICV que se enfrenta a decidir, una vez más, si apuesta por sumarse de manera consencuente a un proyecto verde con vocación estatal alejado del reflujo neocomunista de IU o se queda en la dicotomía federalismo-independentismo de sus bases más jóvenes menos ideologizadas.

En definitiva, el campo progresista catalán tiene por delante mucho trabajo. Y yo, desde la lejanía territorial, me permito el atrevimiento de aconsejarles que para empezar, discutan que significa ser progresista para la ciudadanía de izquierdas, que ahora les ha dado la espalda. A lo mejor se sorprenden y descubren que los catalanes de la izquierda no comparten que la prioridad sea el autogobierno, la nación o las selecciones deportivas, sino un proyecto integrador, plural y consecuente con las nuevas realidades social de la Catalunya del siglo XXI.

El PSC e ICV (a ERC la enmarco en otro segmento casi irrecuperable) deberían plantearse cuales son las herramientas con que van conformar la necesaria alternativa a las políticas de CiU y sus populistas aliados del PP. Y no creo que la alternativa sea repetir los errores que han llevado a esta monumental derrota. Y esto, dicho sea de paso, puede ser trasladable también al resto del Estado. A lo mejor esta crisis, y no me refiero a la que ser genera tras la perdida de unas elecciones, nos sirve para abrir los ojos ante lo que está pasando y discutir realmente sobre si estamos dispuesto a avanzar hacia una nueva estación que de respuesta a unas realidades que ya son innegables, no con recetas de siglos pasados, sino con el horizonte de un futuro más prometedor para ideales hoy en cuestión como democracia, ciudadanía, progreso o equidad social. Es el momento de decidir, entre ayer o mañana. Entre la nostalgia y el compromiso.

Óscar Cerezal | Alcalde Manzanares El Real (Madrid)

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