jueves. 28.03.2024

Algo comienza a moverse

Uno lee y relee las noticias publicadas sobre la última cumbre del G-20, y piensa, ¡bien!, parece que finalmente se enteran y se ponen de acuerdo en que, el problema, el verdadero problema de la economía, es la necesidad de estímulos para conseguir hacerla crecer. Lo que conllevaría creación de empleo, incrementar los ingresos de los estados…, y con ello su propia solvencia.

Uno lee y relee las noticias publicadas sobre la última cumbre del G-20, y piensa, ¡bien!, parece que finalmente se enteran y se ponen de acuerdo en que, el problema, el verdadero problema de la economía, es la necesidad de estímulos para conseguir hacerla crecer. Lo que conllevaría creación de empleo, incrementar los ingresos de los estados…, y con ello su propia solvencia.

Obama ha intentado convencer a Europa, o sea, a la señora Merkel, de que debe ser más flexible.

En una reunión previa al pleno de la Cumbre del G-20, Obama ha repetido a la Canciller alemana la receta que debe aplicarse en Europa para evitar el contagio de una recesión en la economía mundial; que no es otra que la necesidad de aplicar estímulos en forma de inversión pública para reactivar el crecimiento económico.

Esta vez ha contado con unos aliados muy importantes: por una parte el recién elegido presidente francés ganador también de las últimas legislativas francesas, y de otra, los mandatarios de los principales países emergentes como India, China, Brasil, Suráfrica… Y de la mismísima Rusia. Todos ellos están mirando a Europa y ven con preocupación creciente, cómo la inacción y no tomar decisiones en tiempo y con la urgencia necesaria, puede acabar llevando al cataclismo económico que representaría la quiebra del Euro.

Todos parecen tenerlo claro, todos menos Alemania, que piensa y actúa en clave de política interna y que “juega” con el calendario electoral de las próximas elecciones generales del año que viene. Y es que Merkel, no es ninguna estadista que quiera inmolarse “por el bien general” y de la Unión Europea. Sabe que su postura arrogante de socio rico, está siendo bien valorada por las encuestas internas en Alemania. Que su, inflexibilidad, hasta ahora, le ha venido dando buenos réditos en forma de importantes ahorros financieros, junto a una casi nula inflación y la captación de talentos del resto de los países europeos en crisis, a coste cero.

Pero esa miopía cortoplacista, puede saltar por los aires en cualquier momento si países como España e Italia (que no eran como Grecia, -que no son como Grecia- aunque cada vez los problemas son más parecidos) entran en quiebra por el peso de los intereses de su deuda. Y con ello, el euro, se hace insostenible.

De todo esto le han dado buena cuenta a la señora Merkel la mayoría de los países del G-20. Y por lo que hemos visto éste mismo fin de semana, algo deben de haber influido todas esas presiones para que Alemania, ahora sí, aparezca dispuesta a implementar un fondo de más de cien mil millones de euros para reactivar la economía en Europa. Si no por convencimiento propio parece que al menos ha calado el mensaje de que estamos en el momento crucial para poder corregir las políticas de sólo recortes implementando políticas de inversión en gasto productivo. Falta no obstante, convertir el Banco Central Europeo, en la “auténtica Reserva Federal” del euro.

Porque, estamos en ese momento en que, o la Unión Monetaria Europea cierra filas con urgencia en defensa del euro, o sea, y de los países de la Unión Monetaria, o el cataclismo económico que supone -sólo el empezar a pensar en la posible desaparición del euro-, puede hacer remover los propios pilares de toda la Unión Europea.

Y es que nunca una sola persona tuvo tanta responsabilidad y tanto poder para decidir sobre los destinos de la Unión Europea, y si esto finalmente se supera, nunca debería volver a tenerlo.

Algo comienza a moverse
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