15 de noviembre de 2010, 14:36
NUEVATRIBUNA.ES - 16.6.2010
A día de hoy -16 de junio- los 5 grandes países de la Unión Económica siguen el camino de Grecia: reducir los déficits a costa del crecimiento. Cuando se decidió crear el Fondo de Estabilidad y Garantías de 750.000 millones de euros el día 10 de mayo -justo al día siguiente de las elecciones en Renania-Westfalia Norte- se obligó a Grecia a realizar un ajuste brutal de su Déficit, aunque la decisión ya la había tomado su presidente un mes antes. Sin embargo, al menos se daba la oportunidad a los helenos de mejorar el componente exterior de su demanda agregada merced al crecimiento del resto de los países de la UE. Ahora ni eso, porque los países grandes de Europa han decidido suicidarse en comandita antes de que los inversores y especuladores los vayan matando uno a uno. Se han rendido a eso que se llama “los mercados financieros” antes de luchar.
La novedad ahora es que ya no sólo son culpables la Reserva Federal por bajar sistemáticamente los tipos de interés desde la crisis de las tecnológicas, ni tan sólo los bancos USA por las hipotecas suprime y su contagio al resto del mundo, ni tan sólo los fondos especulativos con sus operaciones bajistas, ni tan solo las agencias de calificación, ni tan solo las restricciones de crédito del sistema financiero en USA, Reino Unido, Francia, Alemania, España, etc., sino que desde el 9 de mayo se han sumado un nuevo actor y una nueva actriz: el primero es Alemania como país y la segunda es Ángela Merkel, la cancillera. Para la derecha alemana -y probablemente para su socialdemocracia- ya no le es rentable electoralmente aparecer como contribuyentes netos de una Unión Económica de 27 y han decidido pasar al principio de que cada palo aguante su vela. Los 750.000 millones de euros del Fondo -de los que 690.000 son avales- son la última acción de Alemania para contribuir a la UE. Los alemanes han visto la situación de privilegio del Reino Unido. Este país tiene un Déficit Público del 11,5% (el tercero después de Irlanda y Grecia) y un 68,1% de Deuda Pública sobre PIB, y, sin embargo, sus finanzas públicas no se ven atacadas por los especuladores ni exigidos por Bruselas porque no pertenece a la Unión Monetaria, tiene moneda propia y puede devaluarla en cualquier momento, compensando con ello su balanza de pagos, sus posibles caídas de productividad y posibles ataques especulativos. Nunca se debió permitir que este país perteneciera a la Unión Económica y no a la Monetaria. Un error de los padres de la UE (antigua CEE). Ya retrasó la Merkel “la solución griega” hasta el 10 de mayo, obligando a detener el crecimiento heleno de su PIB, pagando más cara la renovación de su deuda que sus expectativas de crecimiento y relegando con ello a Grecia a una década -siendo optimistas- de nulo crecimiento. Ahora Bruselas, el Banco Mundial y los bancos alemanes quieren hacer lo propio con España y Portugal, incluso con mentiras (presunto recurso al fondo comentado) y con supuestas equivocaciones (el BM), a pesar de que la Deuda española (53,2%) está por debajo de la media la UE-27. Luego vendrá Italia. No obstante, la jugada de la Merkel es muy delicada para los bancos de su país y de Francia, porque la mayor parte de la deuda pública española en manos extranjeras lo está en estos países, y una caída de la cotización de la deuda -como consecuencia de las dificultades de renovación de la misma- puede dañar a los activos de los ya heridos bancos germanos y franceses. Es verdad que -de momento- han infundido pavor al gobierno español y éste ha decidido hacer la reforma laboral, pero llegará un momento que el gobierno español y el resto de los meridionales -junto con Irlanda- se darán cuenta de que Bruselas, la Merkel y los fondos especulativos son insaciables y no se van a contentar con sus exigencias y su operaciones bajistas, sea cual sea el contenido de la reforma laboral y las que vengan.
Porque ahora viene la segunda parte. Lo que era solución para un país -Grecia con su suicidio económico- ya no lo es para el conjunto. Es el dilema del prisionero. Si los 5 países grandes detienen el gasto público y las ayudas a los sectores privados, el crecimiento de estos 5 y de los 22 restantes se va a detener porque eran precisamente las exportaciones de estos países el único componente de la demanda agregada en la que se confiaba para compensar la caída del gasto público y del consumo privado. Los contables han ganado a los economistas, los neoliberales a los keynesianos, el egoísmo a la solidaridad. Europa se suicida mientras USA sale de la crisis practicando el keynesianismo, aunque sea de derechas. El día 9 de mayo pasará a la historia como el día que la Merkel se cargó a la Unión Económica. En efecto, ya nada será igual porque Bruselas ha seguido las directrices del gobierno alemán y de los bancos alemanes, abandonando a su suerte a los países que componen esta unión monetaria. Hay una moneda única, pero no un gobierno único europeo que sea independiente de los intereses de cada país, que vele por sus estados al igual que lo hace el gobierno federal USA por los suyos. Sin gobierno único se cae inevitablemente en el dilema del prisionero y la solución nunca es la óptima como Unión, sino la peor de todas para el conjunto, aunque sea la mejor para el país dominante (Alemania).
Y las soluciones técnicamente no son tan difíciles. A corto plazo: a) ha de cambiarse los estatutos del BCE para que uno de sus fines sea el combate contra los especuladores, estando dispuesto a suscribir la deuda de sus países a un tipo de interés que lleve una prima de castigo, pero que sea menor que la tasa de crecimiento prevista para el país emisor; b) se ha de renunciar al control de los déficit y aplicarse sólo a los niveles de Deuda por PIB; c) devaluar el euro si los planes de ajuste de los países de la Unión no frenan los ataques especulativos; a medio plazo es necesario: a) la implementación de un sistema fiscal único para toda la Unión en el que se cumpla que la recaudación por PIB sea misma en todos sus estados, dejando la distribución del Gasto a la decisión de los gobiernos de cada país; b) invitar al Reino Unido a la incorporación a la Unión Monetaria o - en caso contrario- echarla de la Unión Económica; c) se han de crear sistemas públicos de crédito anticrisis y anticíclicos, cuyos aumentos marginales de morosidad sea pagados por fondos de las entidades privadas de crédito; a más plazo, sacar al BCE de Alemania y sustituir el eje Berlín-Paris por el de Paris-Madrid-Roma, sobre todo si el Reino Unido queda fuera de la UE.
Estamos en la encrucijada. O la Unión -supuestamente económica- se convierte en un área económica de verdad bajo un sólo gobierno independiente de los países que la componen, o la unión monetaria de moneda única se deshace y los países vuelven a sus monedas de antaño, porque la unión no les compensa. En efecto, al menos con moneda propia se tienen tres armas potentes: a) la posibilidad de la devaluación para compensar caídas de productividad y déficits de balanza de pagos; b) control de la propia oferta monetaria y, por lo tanto, de sus tipos de interés; c) banco central propio como prestamista de última instancia.
Antonio Mora Plaza - Economista
A día de hoy -16 de junio- los 5 grandes países de la Unión Económica siguen el camino de Grecia: reducir los déficits a costa del crecimiento. Cuando se decidió crear el Fondo de Estabilidad y Garantías de 750.000 millones de euros el día 10 de mayo -justo al día siguiente de las elecciones en Renania-Westfalia Norte- se obligó a Grecia a realizar un ajuste brutal de su Déficit, aunque la decisión ya la había tomado su presidente un mes antes. Sin embargo, al menos se daba la oportunidad a los helenos de mejorar el componente exterior de su demanda agregada merced al crecimiento del resto de los países de la UE. Ahora ni eso, porque los países grandes de Europa han decidido suicidarse en comandita antes de que los inversores y especuladores los vayan matando uno a uno. Se han rendido a eso que se llama “los mercados financieros” antes de luchar.
La novedad ahora es que ya no sólo son culpables la Reserva Federal por bajar sistemáticamente los tipos de interés desde la crisis de las tecnológicas, ni tan sólo los bancos USA por las hipotecas suprime y su contagio al resto del mundo, ni tan sólo los fondos especulativos con sus operaciones bajistas, ni tan solo las agencias de calificación, ni tan solo las restricciones de crédito del sistema financiero en USA, Reino Unido, Francia, Alemania, España, etc., sino que desde el 9 de mayo se han sumado un nuevo actor y una nueva actriz: el primero es Alemania como país y la segunda es Ángela Merkel, la cancillera. Para la derecha alemana -y probablemente para su socialdemocracia- ya no le es rentable electoralmente aparecer como contribuyentes netos de una Unión Económica de 27 y han decidido pasar al principio de que cada palo aguante su vela. Los 750.000 millones de euros del Fondo -de los que 690.000 son avales- son la última acción de Alemania para contribuir a la UE. Los alemanes han visto la situación de privilegio del Reino Unido. Este país tiene un Déficit Público del 11,5% (el tercero después de Irlanda y Grecia) y un 68,1% de Deuda Pública sobre PIB, y, sin embargo, sus finanzas públicas no se ven atacadas por los especuladores ni exigidos por Bruselas porque no pertenece a la Unión Monetaria, tiene moneda propia y puede devaluarla en cualquier momento, compensando con ello su balanza de pagos, sus posibles caídas de productividad y posibles ataques especulativos. Nunca se debió permitir que este país perteneciera a la Unión Económica y no a la Monetaria. Un error de los padres de la UE (antigua CEE). Ya retrasó la Merkel “la solución griega” hasta el 10 de mayo, obligando a detener el crecimiento heleno de su PIB, pagando más cara la renovación de su deuda que sus expectativas de crecimiento y relegando con ello a Grecia a una década -siendo optimistas- de nulo crecimiento. Ahora Bruselas, el Banco Mundial y los bancos alemanes quieren hacer lo propio con España y Portugal, incluso con mentiras (presunto recurso al fondo comentado) y con supuestas equivocaciones (el BM), a pesar de que la Deuda española (53,2%) está por debajo de la media la UE-27. Luego vendrá Italia. No obstante, la jugada de la Merkel es muy delicada para los bancos de su país y de Francia, porque la mayor parte de la deuda pública española en manos extranjeras lo está en estos países, y una caída de la cotización de la deuda -como consecuencia de las dificultades de renovación de la misma- puede dañar a los activos de los ya heridos bancos germanos y franceses. Es verdad que -de momento- han infundido pavor al gobierno español y éste ha decidido hacer la reforma laboral, pero llegará un momento que el gobierno español y el resto de los meridionales -junto con Irlanda- se darán cuenta de que Bruselas, la Merkel y los fondos especulativos son insaciables y no se van a contentar con sus exigencias y su operaciones bajistas, sea cual sea el contenido de la reforma laboral y las que vengan.
Porque ahora viene la segunda parte. Lo que era solución para un país -Grecia con su suicidio económico- ya no lo es para el conjunto. Es el dilema del prisionero. Si los 5 países grandes detienen el gasto público y las ayudas a los sectores privados, el crecimiento de estos 5 y de los 22 restantes se va a detener porque eran precisamente las exportaciones de estos países el único componente de la demanda agregada en la que se confiaba para compensar la caída del gasto público y del consumo privado. Los contables han ganado a los economistas, los neoliberales a los keynesianos, el egoísmo a la solidaridad. Europa se suicida mientras USA sale de la crisis practicando el keynesianismo, aunque sea de derechas. El día 9 de mayo pasará a la historia como el día que la Merkel se cargó a la Unión Económica. En efecto, ya nada será igual porque Bruselas ha seguido las directrices del gobierno alemán y de los bancos alemanes, abandonando a su suerte a los países que componen esta unión monetaria. Hay una moneda única, pero no un gobierno único europeo que sea independiente de los intereses de cada país, que vele por sus estados al igual que lo hace el gobierno federal USA por los suyos. Sin gobierno único se cae inevitablemente en el dilema del prisionero y la solución nunca es la óptima como Unión, sino la peor de todas para el conjunto, aunque sea la mejor para el país dominante (Alemania).
Y las soluciones técnicamente no son tan difíciles. A corto plazo: a) ha de cambiarse los estatutos del BCE para que uno de sus fines sea el combate contra los especuladores, estando dispuesto a suscribir la deuda de sus países a un tipo de interés que lleve una prima de castigo, pero que sea menor que la tasa de crecimiento prevista para el país emisor; b) se ha de renunciar al control de los déficit y aplicarse sólo a los niveles de Deuda por PIB; c) devaluar el euro si los planes de ajuste de los países de la Unión no frenan los ataques especulativos; a medio plazo es necesario: a) la implementación de un sistema fiscal único para toda la Unión en el que se cumpla que la recaudación por PIB sea misma en todos sus estados, dejando la distribución del Gasto a la decisión de los gobiernos de cada país; b) invitar al Reino Unido a la incorporación a la Unión Monetaria o - en caso contrario- echarla de la Unión Económica; c) se han de crear sistemas públicos de crédito anticrisis y anticíclicos, cuyos aumentos marginales de morosidad sea pagados por fondos de las entidades privadas de crédito; a más plazo, sacar al BCE de Alemania y sustituir el eje Berlín-Paris por el de Paris-Madrid-Roma, sobre todo si el Reino Unido queda fuera de la UE.
Estamos en la encrucijada. O la Unión -supuestamente económica- se convierte en un área económica de verdad bajo un sólo gobierno independiente de los países que la componen, o la unión monetaria de moneda única se deshace y los países vuelven a sus monedas de antaño, porque la unión no les compensa. En efecto, al menos con moneda propia se tienen tres armas potentes: a) la posibilidad de la devaluación para compensar caídas de productividad y déficits de balanza de pagos; b) control de la propia oferta monetaria y, por lo tanto, de sus tipos de interés; c) banco central propio como prestamista de última instancia.
Antonio Mora Plaza - Economista