Los golpistas, en esta ocasión, son los corruptos.
Han secuestrado a todas las Instituciones desde la Corona al Gobierno sin librarse de la invasión el resto de los ‘poderes’ supremos del Estado, o sea: el legislativo y el judicial. Y en medio de todos ellos, como comparsas en unos casos, mediadores en otros, palmeros o cooperadores necesarios, el resto: organizaciones sindicales, partidos políticos, grupos empresariales, bancos…Aquí, como dice el poeta, no se salva ni dios.
Y el pueblo llano, estupefacto, y casi catatónico, se pregunta ¿quién hará frente a este 23 F de tan hondo calado? ¿Alguna institución decente y honrada con el valor suficiente para dar el paso de firmeza que se está necesitando con urgencia? ¿Tendrá que ser la misma sociedad renaciendo de estas cenizas cenagosas que la está ahogando? ¿O sólo queda la inmolación total?
¿Aún queda queda la esperanza de que, al igual que en aquel otro 23F, sea el Jefe del Estado, el Rey, quien decididamente, y con la frase de ‘todos juntos, y Yo el primero, acabemos con la corrupción’?
Majestad, como dijo su Señor padre cuando le cedió su corona: ‘Por el bien de España’. Caiga quien caiga. O sea…