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200 años de Parlamentarismo en España

NUEVATRIBUNA.ES - 10.10.2010 Cádiz, bastión de resistenciaCon todo el territorio español invadido por los franceses, y en una Europa por la cual se paseaba Napoleón, poniendo y quitando reyes a su antojo, Cádiz era prácticamente el único territorio que no había caído en manos invasoras.
NUEVATRIBUNA.ES - 10.10.2010

Cádiz, bastión de resistencia

Con todo el territorio español invadido por los franceses, y en una Europa por la cual se paseaba Napoleón, poniendo y quitando reyes a su antojo, Cádiz era prácticamente el único territorio que no había caído en manos invasoras. Tanto es así que la propia ciudad estaba asediada por 40000 franceses, quedando tan solo bajo control español el pequeño territorio de Cádiz y San Fernando (entonces Isla de León), bombardeado por los franceses. La ciudad quedaba protegida y abastecida desde el mar por los ingleses, que junto a algunos portugueses reforzaron el ejército sitiado.

En aquellos momentos, en España quedaba como monarca José I, hermano de Napoleón, mientras Carlos IV y Fernando VII se encontraban en Francia. El poder central de los españoles quedaba en manos de la Junta Central de Defensa y después en un Consejo de Regencia que asumía los poderes del monarca. En base a esas atribuciones le correspondía asumir la soberanía nacional y proceder a la convocatoria de Cortes Extraordinarias, como hizo en 1809.

Composición de las Cortes

Al igual que en las Cortes tradicionales, se convocaron por estamentos, pero casi desde el primer momento se vio que, al contrario de lo que venía sucediendo con anteriores Cortes, no se reunían y votaban por estamentos, sino que se dejaba entrever que conformaban grupos ideológicos (hablar de partidos políticos en ese momento sería prematuro). Es decir, tras rechazar las reuniones por estamentos, se hacen sesiones con todos los parlamentarios y con voto individual, no de grupo o estamento. Aunque debían llegar diputados de todos los lugares del país y de las colonias americanas, muchos de ellos no lograron llegar a las Cortes por el control francés de la península; solo llegaron 95 de los 240 previstos. Al respecto salieron ganando los burgueses, que en su mayoría fueron los sustitutos de estos diputados que no se pudieron hacer presentes. Además de esa mayoría de burgueses y la escasa representación de nobles, llama la atención que el 40% de los diputados eran del clero. Incluso uno de los portavoces liberales, Muñoz Torrero, era de este estamento.

Básicamente había 3 tendencias ideológicas:

  • Absolutistas conservadores; defensores de mantener la soberanía real y la sociedad estamental.
  • Renovadores intermedios (“jovellanistas“), que apuestan por reformismo sin revolución. En cierta manera próximos a los afrancesados y al espíritu reformista del siglo XVIII.
  • Innovadores o liberales doceañistas; apuestan por al cambio total, por redactar una constitución e instaurar la soberanía nacional, así como echar abajo la sociedad estamental.

Todos ellos apuestan por Fernando VII como monarca y la defensa de la patria. Se irían imponiendo en las votaciones los liberales.

Sesión inaugural

En cierta manera se siguió el protocolo de antiguas Cortes, haciendo juramento los diputados en la iglesia parroquial de San Fernando el 24 de septiembre de 1810, a modo de toma de posesión. También en la primera sesión fue elegido el primer presidente de las Cortes, el barcelonés Ramón Dou. Su candidatura, impulsada por los liberales, se impuso a la del anterior presidente provisional, Benito Hermida. Eso deja entrever el transcurso y el control de las votaciones, es decir, que las Cortes tomaban el camino de la legislación social, política y económica que marcasen los liberales. Como sede de las Cortes se habilitó el Teatro de las Cortes de San Fernando y posteriormente, ante la amenaza francesa, se trasladaron las sesiones al Oratorio de San Felipe Neri de Cádiz; esos dos edificios son las primeras sedes de las Cortes contemporáneas. La sesión de inauguración está recreada en el cuadro de Casado del Alisal del salón de plenos del Congreso de los Diputados.

Cádiz, bastión de resistenciaObra de las Cortes

Aunque la gran creación de las Cortes es la Constitución de Cádiz (“La Pepa“), ya desde el primer momento se fue legislando para crear un nuevo estado y anular las instituciones que daban cobertura al Antiguo Régimen; se abole el mayorazgo y la Inquisición. Muy importante son la ley de imprenta y la supresión de censura, la división de poderes, la configuración de provincias y de ministerios, la abolición de privilegios señoriales y supresión de pruebas de “nobleza” para acceder a academias militares, la libertad de trabajo y supresión del sistema de gremios. También se establece la libertad de comercio anulando las aduanas interiores, así como el libre uso de fincas y arrendamientos para los propietarios. Es un verdadero corpus legislativo de libertades y de búsqueda de una modernización en todos los aspectos, así como de eliminación de barreras y desigualdades territoriales y sociales, es decir, la estructuración y el afianzamiento de una nación más competente, de un estado en vez de una amalgama de territorios bien relacionados.

Muy importante es la reforma agraria en forma de desamortización de bienes de afrancesados, tierras comunales de municipios, órdenes militares e Inquisición para reactivar la economía, y a la vez poder proceder al pago de la deuda pública contraída en el reinado de Carlos IV.

Con respecto a la Constitución, dejando aparte el Estatuto de Bayona, que es más bien una carta otorgada o pseudo constitución, “La Pepa” sería la primera constitución de nuestra historia, redactada por aquellos diputados y por tanto como voluntad de la nación. Contiene puntos básicos de ruptura con el anterior régimen absolutista: soberanía nacional, separación de poderes, sufragio universal (masculino indirecto), declaración de derechos que garantizan la libertad de imprenta, la igualdad ante la ley y el derecho a la propiedad. Es continuista en cuanto a que mantiene como religión del estado la católica, pero sí es novedosa la creación de milicias que defiendan la Constitución (servicio militar), la búsqueda de la alfabetización en todos los pueblos, la imposición de impuestos a todas las clases, las garantías penales y procesales, así como la distribución en provincias y municipios en busca de un mayor centralismo. La promulgación de la Constitución se recrea en el cuadro de Salvador Viniegra del Museo de las Cortes de Cádiz.

El “espíritu” de Cádiz

Una vez ganada la guerra de la independencia, la que los ingleses llaman “Peninsular War”, y con los franceses al otro lado de los Pirineos, Fernando VII vuelve a España. Es consciente de que se encuentra una nación fuertemente militarizada, pero sobre todo una serie de cambios a todos los niveles con respecto a cuando salió de España. Había contado con heredar de sus antecesores un trono absolutista en el cual tenía todos los poderes. Sin embargo, la realidad es que se encuentra la labor de Cádiz, con todos los cambios sociales, políticos y económicos. No acepta bien que le entreguen un trono constitucional, le quiten la soberanía y el poderoso arma represor de la Inquisición. Ya antes de cruzar la frontera va preparando a sus partidarios (“viva la cadena”), y al llegar a España irá anulando la Constitución y toda la obra de las Cortes de Cádiz.

Sin embargo, la brusquedad de anular todas las disposiciones en un pleno ejercicio de integrismo, ya que no se realizó un esfuerzo por asumir parte de las reformas, partió la opinión española en dos bandos, que se confrontarían a través de distintos motines, guerras civiles, golpes de estado, y en la vía política también. La España liberal asumía como modelo la legislación gaditana, queriendo parte de los liberales reestablecerla íntegramente (doceañistas) y otros mantener su espíritu pero modernizar la obra de Cádiz. Incluso fuera de nuestras fronteras distintas constituciones se inspiraron en “La Pepa”. Esta recuperaría su vigencia en el “Trienio Liberal” (1820-1823) y en un breve período de tiempo entre 1836 y 1837. Sin embargo muchas de las constituciones españolas posteriores han tomado puntos de “La Pepa”; esta es el primer modelo y en la cual ya se reflejaron derechos y preceptos por los cuales se seguiría apostando como la configuración de España como monarquía constitucional, soberanía nacional, la separación de poderes, libertad de imprenta… aunque es evidente que nos hemos ido alejando de algunas pautas de “La Pepa”, como en el caso de la estructura unicameral de las Cortes.

Otro aspecto de lo que vengo en llamar espíritu de Cádiz deriva de la actividad cotidiana entre 1810-1814 en la ciudad andaluza. En aquellos días proliferaron las tertulias, la prensa política, los clubes, y se generalizaron las sociedades patrióticas y secretas. A lo que me quiero referir es que la actividad política, así como la conspirativa y militar, adquirieron un gran atractivo. Es decir, se creó un fuerte espíritu político, que se mantendrá a lo largo del siglo XIX.

Otra de las cuestiones que pueda echar en falta el lector de este artículo hasta ahora es que la guerra de la independencia y la propia inestabilidad interna durante el siglo XIX favorecen los procesos de emancipación de América. Aun así algunas de estas nuevas naciones tomarían como modelo “La Pepa” y la labor de las Cortes de Cádiz.

Otro aspecto que hace distinto el concepto de constitucionalismo y obre todo de cortes con respecto a las medievales y de época moderna es que las cortes contemporáneas son un órgano regularizado y con trabajo constante. Las medievales y modernas, por el contrario, tan solo se reúnen cuando las convoca el monarca.

Durante esta semana se han producido muchos actos de homenaje a las Cortes, incluso recreaciones históricas con teatros. Han participado de manera visible las principales instituciones del Estado y los monarcas.

Solo me queda ya felicitar a aquellos padres del constitucionalismo y defensores de la nación.

Juan Pedro Rodríguez Hernández - Profesor-tutor de Historia en la UNED

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