viernes. 19.04.2024

“Ya era hora de despertar”

Así reza una de los tantos carteles en el kilómetro cero de la nueva ciudadanía. Y es verdad, que muchos nos preguntábamos… ¿por qué? La juventud tan afectada por la crisis y el desempleo no salía a reivindicar lo suyo. Cierto es que algo se cocinaba fruto del descontento y malestar frente a un sistema que no da respuestas ni alternativas a esta joven generación y quizás a las venideras.

Así reza una de los tantos carteles en el kilómetro cero de la nueva ciudadanía. Y es verdad, que muchos nos preguntábamos… ¿por qué? La juventud tan afectada por la crisis y el desempleo no salía a reivindicar lo suyo. Cierto es que algo se cocinaba fruto del descontento y malestar frente a un sistema que no da respuestas ni alternativas a esta joven generación y quizás a las venideras.

Hoy la sociedad española ve con admiración y aprecio las acampadas y la movilización protagonizada por la juventud. Una juventud que se reclama apartidista y que siente gran desconfianza en los partidos, no se les puede quitar la razón, porque las mismas encuestas del CIS así lo verifican como gran problema para la ciudadanía. Aunque no podemos generalizar porque todos los políticos no son iguales.

No podemos negar tampoco que los partidos tienen responsabilidad en esta percepción que se ha ido asentando en el imaginario colectivo, cuando permiten que personas imputadas o condenadas sean cargos públicos o estén al frente de responsabilidades orgánicas. Cuando han perdido la cercanía con los ciudadanos y cuando vemos tan poca renovación. Sin embargo esta realidad, no debe llevarnos a pregonar el apartidismo porque entonces podemos caer en el populismo. Los partidos tienen un papel central en nuestra democracia imperfecta y deben adecuar sus estructuras y sus metodologías de toma de decisión a las demandas de una ciudadanía más informada y formada, y exigente a la hora de pedir transparencia.

Los resultados electorales desde mi punto de vista tienen poco que ver con el 15M, un descontento acumulado por inadecuada gestión o mala explicación de las causas de la crisis. Es difícil de cambiar en seis días, porque en cualquier caso las consecuencias de la crisis son negativas sobre las familias, con un claro empobrecimiento y deterioro de las condiciones de vida de amplios sectores de población. Desde hace más dos años, ello nos avizoraba un mal resultado para el partido de gobierno - amen de la mala gestión en Madrid -. El ganador de las primarias, aunque haya realizado un discurso de campaña a la izquierda del federal, ha obtenido un importante retroceso en los resultados: los peores del socialismo madrileño. Realidad que debe asumir también como derrota.

El PSOE ha perdido casi dos millones de votos, y los votos nulos y blancos suman casi el millón, con una abstención de casi el 34 por ciento. Es difícil a priori decir que estos sean resultado del 15M, pero algo sí tienen que ver como forma de manifestar en las urnas el descontento de los nuevos votantes y de quienes han sido afectos en otro momento al socialismo. El absoluto ganador es el PP. Ello no lo exime de las responsabilidades ante tanto desencanto, pero no escuchamos voces que reflexionen sobre esta otra parte de los resultados, aquellos que cada vez son más y que pasan del sistema, ganadores y perdedores hacen parte del mismo y tienen que analizar autocráticamente esta realidad. El 15M está en la calle, el voto ya no es un cheque en blanco.

El 15M ha planteado una serie de reformas del sistema democrático, y mucho se equivocará el partido que no tienda puentes con este movimiento que va estructurándose y transcendiendo a los territorios. El PSOE aparte de reconocer que ha perdido, también debe plantearse los cambios que debe acometer. Está claro que sus votantes son exigentes y quieren coherencia, tanto en la forma como en el contenido. Si no se plantean seriamente un vínculo real con la ciudadanía y profundizan la democracia, no darán respuestas a las demandas actuales. Tampoco estará a la altura de las circunstancias quien haga oídos sordos a las demandas de control político a los grandes intereses financieros y económicos. Retomar postulados como la redistribución de la riqueza, control a la desmedida ambición y aprovechamiento particular de las instituciones, son temas que ahora hay que debatir y corregir para reconectar con esas amplias mayorías que van abandonando los partidos y el sistema. En particular la actual izquierda.

Las aspiraciones de la nueva ciudadanía, del 15M han de ser tomadas en cuenta en un proceso de regeneración del socialismo. Para dar salida no sólo a la crisis económica, también a la crisis de valores. Renovar la vida política y social que esta en franca decadencia, no de otra manera puede interpretarse que pese a la corrupción manifiesta del PP en comunidades como Madrid y Valencia, continúe gobernando. Es verdad que se amplia el abanico de partidos y agrupaciones en localidades y autonomías que dan mayor pluralidad política, opciones no siempre de progreso. Los resultados electorales y el surgimiento del 15M, marcan una nueva época, una de despertar ciudadano y otra de reflexión e interpretación del mensaje que los ciudadanos han dado históricamente al socialismo.

“Ya era hora de despertar”
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