jueves. 28.03.2024

¡Votad malditos!

NUEVATRIBUNA.ES - 23.4.2009Hasta ahora soy votante de Izquierda Unida al 75% (legislativas, autonómicas y municipales) y del PSOE al 25% (europeas). Ese cuarto de disidencia viene de la época califal cuando con motivo de lo de Maastricht la dirección de IU se cargó casi 30 años de tradición pro-europea del PCE. Pero tengo dudas sobre la papeleta a coger en la próxima cita del 7 de junio.
NUEVATRIBUNA.ES - 23.4.2009

Hasta ahora soy votante de Izquierda Unida al 75% (legislativas, autonómicas y municipales) y del PSOE al 25% (europeas). Ese cuarto de disidencia viene de la época califal cuando con motivo de lo de Maastricht la dirección de IU se cargó casi 30 años de tradición pro-europea del PCE. Pero tengo dudas sobre la papeleta a coger en la próxima cita del 7 de junio.

Creo que a mucha gente ha decepcionado la lista del PSOE al Parlamento Europeo pues parece hecha en claves partidarias sin mucho que ver con las necesidades europeas. Ello no tiene que ver con la valía individual de los nuevos candidatos ni de los que repiten, contrastada en muchos casos. Es más una cuestión de conceto, que diría Pepiño.

Veamos cómo empezó Zapatero su andadura europea hace bien pocos años y comparémoslo con su desidia actual y ya me dirán si no se le puede aplicar el dicho de arranque de caballo andaluz, parada de burro manchego.

En marzo de 2004 el PSOE ganaba las elecciones generales. En junio del mismo año presentaba una lista europea encabezada por Josep Borrell, ex candidato a la presidencia del gobierno y delegado a la Convención que elaboró el malogrado proyecto de Constitución, donde, con López Garrido y Carlos Carnero, jugó un papel tan activo que a nadie extrañó su inmediata elección como presidente del PE. En sintonía con la Confederación Europea de Sindicatos habían logrado incorporar con carácter vinculante la Carta de los Derechos Fundamentales en el Tratado.

Después el gobierno, sin que nadie le obligara, convocó el primer referéndum sobre Europa habido en España. Y lo hizo para reforzar el proyecto de Constitución que naufragaría tras el rechazo de Holanda y de Francia. Pese a la ratificación parlamentaria de los demás países y de que los síes de los referendos de España y de Luxemburgo sumaron más que los noes de franceses y holandeses, se cumplió la ley no escrita de que nada se hará en la construcción europea sin el visto bueno de Francia y de Alemania.

Los británicos, como siempre, aprovecharon el patinazo para obligar a la UE a meter la marcha atrás en el proceso de unidad política, y un nuevo Tratado vio la luz en Lisboa, despojado de algunas de las ambiciones democratizadoras de la Constitución para satisfacción de la derecha euroescéptica. El modelo económico liberal siguió, como siempre, plasmado en el nuevo Tratado, por lo que cabría preguntar a los críticos de izquierda qué han sacado ellos con el fracaso de la Constitución que tanto festejaron.

Un síntoma de la pérdida de interés del PSOE en los temas europeos se vio en el debate sobre la vergonzosa directiva de retorno de los inmigrantes. El aparato del partido, para rehuir los ataques del PP sobre la inmigración en nuestro país, dio la consigna a sus eurodiputados de votar junto a los conservadores y frente a la mayoría de su propio grupo socialista, de los verdes y de IUE. Sin embargo es de reconocer que su actuación en relación al intento de aumentar la jornada laboral en Europa fue muy positiva.

El reto de la presidencia española de la UE en 2010 va a requerir un alto grado de implicación de los eurodiputados españoles. Pero nada menos que el segundo clasificado, Jáuregui, ha soltado, quejoso, que le mandan a un cementerio de elefantes. "Elefantes" de todas las tendencias como Maurice Duverger, Mario Soares, Bruno Trentin, Michel Rocard, Daniel Cohn-Bendit, Simone Weil, y tantos más, después de dejarse la piel en la política nacional (donde ya ejercían de europeístas) han prestigiado el Parlamento Europeo con su presencia y sobre todo con su trabajo. Mucho más que algunos jóvenes arrogantes de esos que nunca hacen nada pero a todo trapo. Yo espero que, tras el desahogo, Jáuregui dé en Europa todo lo que ha demostrado en el País Vasco y en España.

No supe qué decir a quien me preguntaba cómo Carlos Carnero quedaba fuera siendo vicepresidente del Partido de los Socialistas Europeos y estando considerado uno de los diputados más trabajadores. Sólo espero que no haya influido lo segundo.

Realmente no hay en Europa un solo partido de ámbito europeo de ninguna tendencia, pero lo más parecido es el Partido de los Socialistas Europeos. Hace pocos años era sólo un nombre pomposo pero sus dirigentes le han dado dinamismo y visibilidad.

Da la impresión de que sólo ancianos socialdemócratas, como Delors y Soares siguen clamando por una Unión Europea fuerte, social, solidaria y democrática, y alertando de los riesgos de la actual deriva liberal. Mitterrand y González no han tenido herederos, pues Brown está del otro lado de la barrera y Zapatero prefiere lidiar en el ruedo ibérico.

Hay quienes piensan abstenerse en las elecciones de junio para que los partidos se tomen en serio la UE. Eso sería aún peor pues daría armas a quienes la deslegitiman y aumentaría el alejamiento ciudadano de Europa y de la política. Hay que votar y hay opciones suficientes por más que sean criticables.

Discrepo con López Garrido cuando dice, en nuevatribuna.es, que "Europa no está en el ADN de la derecha española". Es verdad que Aznar no fue un euroentusiasta que digamos, pero la derecha española es algo más y muchos de sus miembros han contribuido a la construcción europea, durante la dictadura (Madariaga, Ortega, Areilza) y ya en democracia (Gil Robles hijo, Marcelino Oreja, Loyola de Palacio). Hay que exigir al PP que se inscriba en esa línea y no engorde la nacionalista y xenófoba de los gemelos polacos, Berlusconi-Bossi, etc.

Izquierda Unida, ya no parece tan obsesionada en endosar a la UE todas las catástrofes del planeta y ha presentado un programa centrado en los problemas de los ciudadanos.

Las fuerzas políticas progresistas en alianza con el movimiento sindical europeo (que prepara manifestaciones en todos los países) tienen que ponerse manos a la obra, no sólo en el plano doméstico sino también en la UE reclamando más Europa, no menos. La batalla del empleo y de la crisis se libra también en Europa. Hay que reclamar nuevos poderes para el Parlamento Europeo, entre ellos el de controlar el Banco Central. Sobre todo hay que pasar a la ofensiva para parar los recortes que los grandes grupos económicos, muchos gobiernos y la propia Comisión están haciendo al modelo social europeo.

Juan Moreno es Consejero del Comité Económico y Social Europeo

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