sábado. 20.04.2024

¿Se encuentra el Gobierno contra las cuerdas?

NUEVATRIBUNA.ES - 6.6.2010PARA FUNDACIÓN SISTEMA...la pérdida de confianza del presidente, mientras que la diferencia en intención de voto del PSOE sobre el Partido Popular, que se encuentra a la cabeza, aumentan.
NUEVATRIBUNA.ES - 6.6.2010

PARA FUNDACIÓN SISTEMA

...la pérdida de confianza del presidente, mientras que la diferencia en intención de voto del PSOE sobre el Partido Popular, que se encuentra a la cabeza, aumentan.

A su vez hay un hecho preocupante, y es que, según las encuestas realizadas por metroscopia, mientras que hace un año la mayor parte de la gente consideraba a los bancos norteamericanos los responsables principales de la crisis, en la actualidad se considera que el gobierno es el mayor responsable.

Estos datos deben hacer reflexionar al gobierno sobre lo que está haciendo, pues el problema principal no es que puedan perder las elecciones ellos, sino que con esa pérdida se arrastra a la izquierda, que se encuentra desanimada y desconcertada, en favor de una derecha que a su vez está demostrando su anclaje en el pasado, sin ideas, sin alternativas, e invadida por una gran corrupción que es incapaz de combatir. Lo peor que podría suceder es que la posible salida de la crisis fuera capitaneada por una derecha que basa sus recomendaciones en las ideas que han conducido a la grave situación por la que pasamos.

No obstante, el gobierno tampoco está siendo capaz de ofrecer caminos de salida con proposiciones de izquierda. El problema reside, por un lado, en la incapacidad de haber sabido gestionar de un modo aceptable la crisis, con proposiciones de cambio avanzadas, y de otro lado, el hecho de que los grandes poderes económicos, apoyados por economistas fundamentalistas de mercado, hayan sido capaces de desviar la atención sobre dónde se encuentra la responsabilidad de lo sucedido, y hacer recaer sobre los gobiernos el malestar de la población que toda crisis genera.

Hay que partir de la base de que gestionar una crisis de esta naturaleza no es nada fácil. No existen instrucciones de cómo manejar una economía que de pronto se ve abocada a una recesión, que no estaba prevista ni por ningún gobierno, ni por ningún organismo internacional. Pero si existen experiencias de crisis anteriores, como las de los treinta del siglo XX, que pueden servir de guía, salvando las diferencias que se dan entre una crisis y otra, y de tiempo histórico. La crisis de los treinta puso de manifiesto los errores que cometieron los economistas que se negaban a las intervenciones del estado, y los que como Keynes y Kalecky, entre otros, sí que proponían esa necesaria intervención. El tiempo dio la razón a estos frente a los no intervencionistas, y de hecho es el modelo que se impuso tras la segunda guerra mundial.

A su vez al ser esta una crisis estructural, esto es, se pone con ello de manifiesto que nos encontramos ante el fin de un modelo de crecimiento basado en la globalización neoliberal y el auge y primacía de las finanzas, los remedios a corto plazo no existen. Ha habido, al tiempo que sucedían los hechos, que improvisar medidas en las distintas fases por las que la crisis se desenvuelve. No estamos ante una leve recesión, ni ante una coyuntura adversa, sino ante unos hechos de enorme profundidad que requieren cambios y modificaciones importantes en el modelo de crecimiento, y de cómo concebir el desarrollo económico. Hay que tener una amplitud de miradas que vayan más allá de la coyuntura concreta, aunque hay que compaginar todo esto con medidas que aborden las urgencias más inmediatas.

Aceptado, sin embargo, la dificultad del manejo de una economía en tiempos de turbulencias, existen responsabilidades en el momento de que no se ha sido capaz como gobierno de explicar las causas y el origen de la crisis, de tardar en reconocer la gravedad de los hechos, y en ser víctimas del pensamiento neoliberal que también se encuentra presente en sus propias filas. De ahí, la resistencia de subir los impuestos a las rentas más altas, y las grandes fortunas, y de hacer ajustes, por imperativo de los mercados financieros, sobre los grupos más vulnerables, como los pensionistas, y las personas dependientes y de su necesaria asistencia, así como sobre las jubilaciones. Esta política de ajuste le va acostar caro al gobierno, pero sobre todo, preocupa de que se generalice entre la población la creencia de que no hay otra salida a la crisis que la que se está ofreciendo, sin que haya diferencias entre la derecha y la izquierda.

El fundamentalismo de mercado, con el poder que le proporcionan los medios de comunicación, vuelve a la carga con la insistencia de que el déficit público es negativo, y que hay que tratar de reducirlo cueste lo que cueste. El gobierno parece que tiene mala conciencia por haber aumentado ese déficit, como si fuera un manirroto y trata de justificarse casi como pidiendo perdón por ello. El gobierno no ha pasado de un día para otro de ser un buen gestor capaz de generar superávit, a hacer un mal uso de los recursos públicos. La causa del déficit es la crisis y la cantidad de fondos destinados a salvar al sistema financiero. El déficit ha sido necesario y lo va a seguir siendo, a no ser que optemos voluntariamente por poner impedimentos a la recuperación, y ser esclavos de los mercados financieros.

En suma, el gobierno lo tiene mal, como consecuencia de una crisis, que está desgastando a casi todos los gobernantes de los países desarrollados, pero a unos más que otros, pero es víctima a su vez de sus errores en la gestión, así como en las medidas que está tomando, mirando más a la derecha que a la izquierda. Todo puede tener remedio si se cambia el discurso y se hacen políticas capaces de combinar medidas de ajuste con propuestas redistributivas económicas y sociales.

Carlos Berzosa es catedrático de Economía Aplicada y rector de la Universidad Complutense de Madrid desde el 23 de junio de 2003, tras ser Decano los catorce años anteriores de la Facultad de Ciencias Económicas y Empresariales de dicha Universidad.

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