viernes. 19.04.2024

¿Quién me regala un cajero?

El digital NUEVA TRIBUNA publica un estudio realizado por la Asociación de Afectados por Embargos y Subastas (AFES) según el cual más de medio millón de familias perderán sus casas, embargadas por impago de hipotecas.

El digital NUEVA TRIBUNA publica un estudio realizado por la Asociación de Afectados por Embargos y Subastas (AFES) según el cual más de medio millón de familias perderán sus casas, embargadas por impago de hipotecas. Asignando tres miembros de media por familia, arroja una cifra de millón y medio de personas sin techo en esta España en crisis, arrodillada ante los mercados, pisando procesionalmente las huellas de Merkel y Sarkozy en penitencia hiriente y destructora.

Mercados todopoderosos, agencias de calificación, déficit, euro ingresado en la uvi agonizante…son los responsables de semejante situación. Y uno termina preguntándose si un país puede soportar en el siglo XXI una situación de desastre como esta sin que el pueblo se rebele y exija un cambio de rumbo a los políticos que nos devuelva la mínima dignidad de tener un techo, un pedazo de pan y un trozo de alegría para vivir a nivel humano. Disminución del gasto, sanidad y educación postergadas, congelación de salarios, despidos a gusto del empresario, contratos que ni siquiera llegan a la categoría de basura y gobiernos que se desentienden de su responsabilidad de generar ideas y acuden como siempre a pisar a los más débiles permitiendo que el capital de unos pocos crezca sin medida. Los ricos hablan de la austeridad de los otros imponiéndola a base de chantaje labora. Si tú, trabajador en paro, desahuciado, no te sometes a mi cartera de empresario, no encontrarás trabajo. Yo, con mis millones de euros en un banco español o en paraísos fiscales, te demostraré que puedo programar tu hambre, tu vivienda, tu salud, la educación de tus hijos y lo que son tus derechos.

Patronal y Sindicatos no pueden llegar a un acuerdo porque los empresarios han recibido del partido gobernante la misión de hacer una reforma laboral para un estado de crisis. Y los sindicatos deben aceptarlo porque de lo contrario será el propio gobierno quien lo lleve a cabo. El chantaje, bajo la excusa de crisis, se impone por parte de los poderosos. Quedan las nóminas mojadas de llanto impotente, la reducción de salarios y aumento de horas de trabajo, los despidos a discreción, los dependientes sin asistencia, la educación reducida y los infartos establecidos en un horario de atención limitada.

¿Puede un país aguantar sentado en las aceras de la vida una existencia como la descrita? Uno supone que un día cualquiera los pobres sin pan, sin techo, sin trabajo, sin ilusiones, saldrán a la calle a exigir unos derechos que no pueden estar subordinados a los mercados, al euro, a los dictadores de la economía. El hambre es una bomba cargada de elementos explosivos que no sabemos qué consecuencias puede tener. ¿Están los políticos midiendo las secuelas de decisiones que encierran material suficiente como para incitar a una rebelión del pueblo cansado, harto, decepcionado, agotado en su postura de ser el responsable de levantar un edificio que unos pocos se empeñan en destruir?

En las grandes ciudades estorban los pobres. Se piensa en multar a los que busquen comida sobrante en los contenedores de los supermercados, duerman en las aceras arropados por cartones infames. La alcaldesa de Madrid asegura que la ciudad no puede estar más limpia por culpa de los indigentes. Nos estorban los pobres que fabricamos pero los fabricamos nosotros para que el capital crezca. ¿Qué hacemos con ellos? ¿No suena a nazismo disfrazado esa culpabilidad de todo lo malo que hacemos recaer sobre los pobres? Si “consiguen” los bancos que un millón y medio de personas se queden sin vivienda, ¿vamos también a negarles un trozo de acera, unos cartones o el lujo de un trago de vino agrio para olvidar la miseria a la que los hemos arrojado?

Millón y medio. La mano extendida por si un euro, por si un cigarrillo, por si un bocadillo de calamares. Y la voz borracha de amargura pidiendo: ¿Quién me regala un cajero por amor de Dios?

¿Quién me regala un cajero?
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