viernes. 19.04.2024

¿Por qué no te callas?

Rajoy, el delfín puesto a dedo por Aznar, ha ganado por mayoría absoluta las elecciones generales y va a ser proclamado Presidente del Gobierno de España. Aparentemente debería ser el mejor de los regalos que los reyes magos pudieran hacerle. Pero Rajoy con su pertinaz silencio dice más que si hablara.

Rajoy, el delfín puesto a dedo por Aznar, ha ganado por mayoría absoluta las elecciones generales y va a ser proclamado Presidente del Gobierno de España. Aparentemente debería ser el mejor de los regalos que los reyes magos pudieran hacerle. Pero Rajoy con su pertinaz silencio dice más que si hablara. El constante incordio con el que que tanto él como su gente han martilleado las decisiones que Zapatero tomó en mayo de 2010 (y que demasiados no compartimos), creando un ambiente de desasosiego irrespirable, se han vuelto contra él. Sabe que con sus inmediatas medidas traicionará las promesas tantas veces repetidas y que le conllevaron incluso algunos votos antes fieles al PSOE. Y como debe actuar ya, la contradicción entre lo reiteradamente prometido y su contrario desconcertará a muchísimos españoles que en Rajoy habían depositado la esperanza del maná.

Desde el 20-N Rajoy calla. Dicen que está trabajando en su despacho. Los grandes bancos lo han visitado. La patronal le exige la flexibilización de los despidos. Merkel ha hablado por teléfono con él. Las agencias de descalificación le urgen medidas indecorosas. Y todos le exigen lo mismo: que actúe ya. Y ese actuar va a ser un recorte brutal a lo poco que muchos tienen. Los de siempre serán los más perjudicados y la distancia entre la inmensa multitud de pobres, cada día más agonizantes, y los ricos, cada día más ricos, va a ser obscena y nauseabunda.

Pero Rajoy tiene una desgracia añadida, la presencia de Aznar en Génova, 13. Aznar exigente. Aznar insoportabe. Aznar soberbio. Aznar ultrarrico. Aznar insolente. Aznar arrogante. Aznar desagradable. El que fue presidente del Gobierno español desde 1996 hasta 2004 insiste en mover los hilos del 'heredero'. No se conforma ya con las medidas ultraliberales que Rajoy va a implantar, sino exige a su 'primogénito' que tampoco cumpla la única promesa a la que Mariano se aferró: respetar las pensiones.

El presidente de deshonor del PP afirma: "No se puede jubilar alguien a los 55 y cobrar su pensión hasta los 85". Y se atreve a decir tal cosa un alguien que se jubiló de la presidencia gubernamental con 53 añitos y con una pensión vitalicia como expresidente de 80.000 euretes.

A lo que habría que sumar unas indecentes cantidades de dinero por 'asesorar' a empresas del mundo mundial cuyos fines son más que discutibles. Este alguien que va desprestigiando a la madre patria por donde se le ocurre, manifiesta ahora que "España no tiene buena imagen en el exterior", cuando resulta ser él el máximo responsable de esta imagen. Este alguien de cara estreñida y aspecto funerario que no pasaría la ITV de cualquier psiquiatra tiene la desvergüenza de querer hundirnos todavía más. Este alguien que merecería ser escupido por sus necedades antipatrióticas sobra en este país. La imperativa-interrogante del monarca ante las impertinencias de Hugo Chávez en su momento, "¿Por qué no te callas?" habría que exigírselas a este alguien cada vez que abre su boca.

La involución del estado de bienestar se ha instalado por la avaricia de la especulación financiera. Los derechos laborales que tantísimo costaron de conseguir han comenzado a fenecer, y ese camino cuesta abajo parece no tener freno hasta que "las uvas de la ira" estallen.

Aznar, el traidor de España, argumenta que como Rajoy ha sido votado por tal inmensa cantidad de españoles está legitimado para hacer lo que deba hacer, y nadie puede quejarse de las disposiciones que tome ya que depositó su voto en él. "Haz lo que tengas que hacer. Luego los españoles tendrán que respetar ese mandato". Este 'argumento' recuerda demasiado a Hitler, también elegido por el pueblo.

Ante este porvenir tan antisocial tendrán que dar la talla los Sindicatos de clase y la oposición parlamentaria. De manera muy firme tienen la obligación de trabajar por el pueblo, no sólo por sus votantes. Si la oposición, en este caso, tiene como perfil generalizado un común denominador de progresismo y defensa de los más débiles no tiene más remedio que manifestar seriedad y compromiso en la defensa de los derechos sociales. La izquierda debe olvidar sus características distintivas de un partido u otro y hacer un frente común contra la insolidaridad y abuso que se perfilan y que se van a consolidar.

Si la oposición, los partidos de izquierdas, actúan de esta forma, consolidarán su fuerza y peculiaridad propias. Nadie va a perder. Al contrario, el pueblo retomará la confianza en ellos y el poder no adquirido todavía en estas últimas elecciones lo recuperarán. La ciudadanía sabrá quién les miente y quiénes la apoyan en sus derechos. Todos los que defendemos el estado de bienestar y los derechos del trabajador tenemos moralmente la obligación de trabajar, cada cual desde su posición, para evitar en lo posible el desastre que se nos avecina.

¿Por qué no te callas?
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