jueves. 28.03.2024

¡Pobre Comunidad Valenciana!

Hace unos días me decía un buen amigo que a la Comunidad Valenciana se la conoce ya más por los casos de corrupción que en ella se producen que por su paella, su sol y sus playas. Lo decía mi amigo medio en bromo y medio en serio, pero evidentemente no sobran motivos para que ello pueda ser considerado así.

Hace unos días me decía un buen amigo que a la Comunidad Valenciana se la conoce ya más por los casos de corrupción que en ella se producen que por su paella, su sol y sus playas. Lo decía mi amigo medio en bromo y medio en serio, pero evidentemente no sobran motivos para que ello pueda ser considerado así. Para un valenciano resulta muy duro admitirlo pero la verdad, la triste verdad y la cruda realidad, es que una pléyade de golfos, sinvergüenzas, vividores, maleantes y ladrones guante blanco, han convertido a nuestra Comunidad en un lugar donde los corruptos campan a sus anchas con la mayor impunidad y sin ningún temor a sufrir ningún correctivo, sanción o condena por parte de los tribunales de Justicia por su inadmisible forma de proceder. Los valencianos y creo que los españoles en general, tienen la percepción de que la Administración de Justicia se ha convertido en un lugar donde los casos de corrupción sufren los mismo efectos que si se hallaran depositados en un pudridero, pasa el tiempo y en vez de sacarlos a la luz y exponerlos a la claridad del sol y a los efectos vivificadores del aire se les mete en el lugar más recóndito de un juzgado y allí quedan hasta que son destruidos por la falta de agilidad en su tramitación y hasta se podría pensar que también por la desidia y por el mismo sistema.

Gürtel, Brugal, Emarsa, CAM, Banco de Valencia, trama de las ONG, la contrata de basuras de Torrevieja y tantos otros casos de presunta corrupción y de prácticas administrativas delictivas, todas ellas paridas por el “caso Naseiro”, un caso de presunta corrupción que se cerró en falso y que nos ha llevado a una situación, la actual, nada edificante. Este caso fue todo lo contrario de lo que debería haber sido un dictamen judicial ejemplarizante y sobre todo demostrativo de que “el que la hace la paga”. Muy posiblemente no hubiera acabado con la corrupción, nada más comenzar, si no recuerdo mal en la Comunidad Valenciana fue el primero caso serio e importante de corrupción por sus características y por los personajes que se vieron involucrados en él, pero sí hubiera contribuido, sin duda alguna, en gran medida a que muchos se lo pensaran dos veces a la hora de cometer actos que en nada favorecen al buen nombre de una comunidad autónoma o al conjunto de España.

Ya va siendo hora de que la Administración de Justicia espabile o a medida que pase el tiempo estos actos delictivos se irán convirtiendo en hechos cotidianos a los que no se les dará la más mínima importancia o relevancia y que al final se verán enmarcados dentro de la más absoluta normalidad. No es este un buen ejemplo para educar a la gente en lo que debe ser observar una conducta digna y llevar una vida donde la honestidad sea el emblema principal a lo largo de su existencia. El enriquecimiento fácil y rápido es muy tentador pero no es el que nos puede marcar el camino a seguir en todos los órdenes de la vida sobre todo en lo que respecta a los de honradez, dignidad y autoestima, estos solo se mantienen observando una conducta ejemplar al margen de tentaciones insanas. Todo lo dicho anteriormente no se podrá conseguir si antes no se acaba con esos golfos, sinvergüenzas, vividores, maleantes y ladrones guante blanco, gente sin escrúpulos cuyos actos indecorosos solo nos llevan a crear una imagen distorsionada de un pueblo, el valenciano, que siempre se ha distinguido por sus gentes emprendedoras, trabajadoras, honestas y formales. ¡Pobre Comunidad Valenciana! ¿Qué han hecho contigo?

¡Pobre Comunidad Valenciana!
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