jueves. 25.04.2024

¿Nucleares? Ni de coña, gracias

Los señores de la Orden del Fénix*, recién resucitados de las cenizas de Chernóbil, han desatado una ofensiva por tinta, radio y televisión, utilizando la cara y la pluma de algún glorios prócer de la patria, converso a la causa atómica, para darnos la vara con la necesidad de “abrir el debate nuclear”.
Los señores de la Orden del Fénix*, recién resucitados de las cenizas de Chernóbil, han desatado una ofensiva por tinta, radio y televisión, utilizando la cara y la pluma de algún glorios prócer de la patria, converso a la causa atómica, para darnos la vara con la necesidad de “abrir el debate nuclear”. Y ya sabemos que, cuando alguien insiste en lo del debate, es como cuando la tronca (o tronco) nos dice que “hay que hablar de cómo va lo nuestro” y ya nos empezamos a poner en lo peor (o lo mejor, según). En fin, que ahora que el petróleo está por las nubes y que al cambio climático no hay quien lo pare, es el momento de añadir más emoción al cóctel añadiéndole unas pizcas de radionucléidos y ponerse trascendente (lo de la trascendencia me pone los pelos de punta porque me recuerda a Anguita), para preguntarse si no habrá llegado el momento de levantar la moratoria nuclear.

Argumentan estas señoras y caballeros, que la energía nuclear es la más limpia, porque no emite CO2, la más barata de producir, que creará miles de empleos y que va a poner a la economía española, con el maillot amarillo. Un programa oportuno para el momento adecuado, no cabe duda, y por eso hay quien, más o menos desinteresadamente, pica. Porque lo que no dicen los ínclitos atomizadores que nos atacan de nuevo, es quién va a poner la pasta gansa que cuesta montar una central moderna tipo Sarkozy (unos 3.500 millones de euritos), sabiendo cómo están los bancos (amenazan con plantar nada menos que ¡11! centrales nuevas). Ni dicen si computan los costes de desmantelamiento al final de la vida de cada central (Zorita prevé 170 millones y Vandellós I ya va por los 600 desde que se apagó). Y claro, siguen sin decir cómo resolver el “pequeño problema” de bajo qué alfombra esconder los residuos nucleares, que nos sobrevivirán a nosotros y a varios cientos de generaciones futuras.

Lo que tienen es mucho morro y están pretendiendo en realidad, no lanzar un plan nuclear, que saben que es inviable por falta de crédito (a no ser que pretendan que se lo ponga el Estado, en directo o en diferido, que capaces son estos ultraliberales), sino que les prolonguen por 20 años más (hasta los 60) la autorización de funcionamiento de los reactores que vayan caducando (el próximo el de Garoña en Burgos), porque con un pintado y un lavado de cara, podrían seguir produciendo energía a bajo coste (las centrales ya se las hemos pagado los españoles en el recibo de la luz), para seguírnosla vendiendo a precio que ellos llaman competitivo (aún calentita la subida).

Por eso es que están en esta campaña de ablandamiento artillero de las neuronas progresistas, destinado a vencer la resistencia de la más obsoleta de las izquierdas, que, como todo el mundo sabe, es la española, empecinada en negarse a los caldos neoliberal � canónico � nucleares (al menos una parte de ella).

Sin embargo las cosas no se les están poniendo bien, porque aquí se han puesto a estornudar las centrales Ascó I y Cofrentes, en Francia se les sueltan los esfínteres a varias a la vez y parece que han tropezado con la horma del Zapatero, que no traga por saltarse el programa electoral.

Esperemos que nadie, en el Gobierno o en sus proximidades, empiece a emitir ronroneos radiactivos y que la industria eléctrica se ponga de verdad a hacer sus deberes con Kioto y con los que pagamos todos los meses el recibo.

  • Ver el artículo del mismo autor en Nueva Tribuna, “Sarkozy y la Orden del Fénix”.

¿Nucleares? Ni de coña, gracias
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