jueves. 28.03.2024

¿Núcleo duro del euro? NO con mayúsculas

Conviene estar atentos a lo que se nos puede venir encima desde Bruselas en los próximos días para decir, sencillamente, NO, con mayúsculas. Un no europeísta, por descontado, un gran no.

Conviene estar atentos a lo que se nos puede venir encima desde Bruselas en los próximos días para decir, sencillamente, NO, con mayúsculas. Un no europeísta, por descontado, un gran no.

Me refiero al invento de cambiar los Tratados de la UE en vigor para configurar un “núcleo duro” o una “primera línea” del euro que la derecha alemana encabezada por la Angela Merkel y secundada por la francesa anda propugnando a los cuatro vientos de las filtraciones periodísticas al mismo tiempo que sigue alentando las dudas sobre algunos países comunitarios para beneficiarse de las dificultades de su deuda. El último ejemplo de tal situación lo protagonizó a su pesar, hace algunos días, Mario Monti, que en la misma rueda de prensa conjunta con Merkel y Sarkozy contempló –supongo que estupefacto- cómo la canciller se dedicaba a espolear a los mercados para que le pidieran a Roma un interés brutal e injustificado por sus emisiones a corto plazo: buena mano…al cuello.

Ahora nos dicen que hay que cambiar los Tratados para conformar una “unión fiscal” entre los socios cumplidores del euro, de la que quedarían fuera los díscolos. “Unión fiscal”, traduciendo de Merkel, no significa otra cosa que consagrar en la norma básica de la UE nuevos criterios de austeridad presupuestaria, o sea, nuevos y más duros ajustes, por si habíamos tenido pocos.

Cuando la OCDE acaba de advertir que la UE entrará en 2012 en recesión y Barack Obama reclama a Barroso y Van Rompuy en la Casa Blanca que pongan su economía a funcionar de una vez, la única idea que se les ocurre a Merkel y a Sarkozy es promover más y mayor dureza, menos gasto e inversión pública. Y encima quieren consagrarlo en los Tratados en tanto que norma de derecho primario. Exactamente lo contrario de lo que necesitamos.

El Tratado de la UE obliga a todos los estados miembros –excepto al Reino Unido y a Dinamarca- a ingresar en el euro, cumpliendo para ello los llamados criterios de convergencia y el Pacto de Estabilidad y Crecimiento en deuda, déficit e inflación. Luego han venido muchas normas que inciden en ese sentido, pero sin rango constitucional: el Pacto Euro Plus o, directamente, la puñalada de la prima de riesgo.

Ni nos hace falta ni es posible crear una Europa a distintas velocidades cuando hablamos del euro. Primero, porque estar en el euro es un derecho y una obligación de todos los estados miembros con los mismos criterios; segundo, porque los parámetros para ingresar en la moneda única ya están fijados suficientemente; tercero, porque la cooperación reforzada no es aplicable en el campo de las competencias exclusivas de la UE, y la monetaria lo es.

Se habla también de un tratado bilateral negociado entre estados que luego se añadiría al acervo comunitario, como se hizo con Schengen. Volveríamos por esa vía a poner en cuestión el avance hacia la unión política y el método que lo gestiona, aumentando el déficit democrático exponencialmente.

Pero la gran cuestión es ¿para qué diablos nos hace falta esa reforma de los Tratados que consagraría un “núcleo duro” o una “primera línea” del euro? ¿Para el bien común? No, en realidad para favorecer los intereses del capital financiero e industrial centroeuropeo y las aspiraciones ideológicas de la derecha que gobierna en Berlín o París.

Veamos. Lo que de verdad nos hace falta es emitir eurobonos y que el BCE compre deuda de los países de la eurozona a cualquier precio. Para eso no hace falta reformar los Tratados. Y si estos se reforman no debe ser para escribir en mármol políticas económicas que tienen alternativa o principios ideológicos que no es obligatorio compartir, sino para establecer un Tesoro europeo, armonización fiscal y una Europa social digna de tal nombre.

Así que mi conclusión es la del principio de este artículo. ¿Reforma de los Tratados para un “núcleo duro” del euro? NO; ¿reforma de los Tratados para un verdadero gobierno económico europeo? SÍ; ¿reforma de los Tratados para santificar la política económica conservadora que nos mantiene en el estancamiento y nos lleva a la recesión? NO; ¿reforma de los Tratados para que la UE pueda intervenir en el ciclo económico para el crecimiento y el empleo? SÍ. ¿Reforma de los Tratados para lo que de verdad importa ahora, o sea, contar con eurobonos y con un BCE que compre deuda de los estados de la eurozona? NO hace falta.

La solución europeísta y eficaz a los problemas de la UE es la federal. Y la que proponen –o insinúan proponer- Merkel y Sarkozy es todo lo contrario: la fragmentación de la Unión.

Ya que confío bien poco en la capacidad de la Comisión para defender el interés comunitario con firmeza, espero que el Parlamento Europeo utilice esta ocasión para restablecer su autoridad y reaparecer de una vez por todas diciendo que no acepta destrozar la Unión de la que es la única institución elegida en las urnas.

Los planes de la Alemania de Merkel y de la Francia de Sarkozy no convienen tampoco a España, por razones evidentes: forzarnos a más ajustes es un suicidio seguro. Por lo tanto, el objetivo no debe ser estar en esa “primera línea” futura del euro, sino de oponerse a cualquier atisbo de inscribirla en los Tratados. Es lo que debe exigirse que defienda el Gobierno español porque conviene al interés de nuestro país: no a una reforma de los Tratados, no al núcleo duro del euro, sí a los eurobonos y aun Banco Central activo frente a los especuladores. En lo primero, el Ejecutivo lo tiene fácil: con que un estado miembro diga no, no habrá atutía. Se llama unanimidad y lleva aparejado el derecho de veto.

El PSOE, consecuentemente con su programa electoral, lo tiene fácil y claro: NO.

¿Núcleo duro del euro? NO con mayúsculas
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