viernes. 19.04.2024

¿Mitin o gala?

NUEVATRIBUNA.ES - 23.11.2009Debe ser que soy un antiguo. De hecho, hasta hace poco pensaba que llevar calcetines blancos con zapatos era signo de elegancia y distinción. A mí, que quieren que les diga, estos mítines a medio camino entre la gala de los Goya y un combate de pressing catch como que me chirrían una barbaridad.
NUEVATRIBUNA.ES - 23.11.2009

Debe ser que soy un antiguo. De hecho, hasta hace poco pensaba que llevar calcetines blancos con zapatos era signo de elegancia y distinción. A mí, que quieren que les diga, estos mítines a medio camino entre la gala de los Goya y un combate de pressing catch como que me chirrían una barbaridad. Eso de llevarse a un presentador que no se sabe si va a presentar a Pepiño Blanco o preguntarte el precio justo de unas alpargatas después de la publicidad, eso de entrevistar en directo a un alcalde socialista desde el vestíbulo con la misma afectación que si estuviera en el Diario de Patricia o le hubiera tocado el Gordo me sobrepasa. Ya les digo que es cosa mía. Por no hurgar en el imperdonable olvido que supone que en un acto organizado bajo el título ‘Nuevas energías’ no se encargue al conejito de Duracell el discurso de clausura.

La incomprensión siempre ha sido el azote de la modernidad. El precio de la transgresión. Aquellos que, por edad, vivimos el empapelado de paredes y el megáfono amarrado con cinta aislante a la baca del coche asistimos pues estupefactos a estas fanfarrias. Ver un plano de ZP mientras baja las escaleras sin boa de plumas implica, para quienes tenemos en la memoria para estos menesteres a Norma Duval, un choque cultural de primer orden. Más aún cuando es posible que el presidente tenga mejores soluciones para la crisis que la vedette, pero es innegable que ésta última tiene, en mi humilde opinión, mejores piernas. No digo con ello que ZP no tenga buenas canillas. Sabido es que el basket fortalece mucho los gemelos.

Sin embargo, es inútil revolcarse en el barro de la nostalgia. El futuro ya está aquí. Y pasa, a la vista está, por no saber si uno va a un mitin o todos los que están en el escenario son miembros del Orfeón Donostiarra. No crean que están colocados en sus sitios al albur. Todo está estudiado. Como en una paleta al óleo encontramos una amplia gama de colores sociológicos. En el caso de los socialistas, del jubileta feliz o el tendero de barrio al universitario esperanzado pasando por el perroflauta comprometido. En el caso del PP, a excepción de este último, lo mismo pero con cara de cabreados.

La apoteosis final, el culto al líder en estado puro, ha procurado incluso levitaciones entre los presentes. Si no han transcendido ha sido por evitar que cunda el ejemplo. Es decir, para prevenir que el éxtasis sea tan prolongado que el día de las elecciones tengan que ir a buscarlos a la isla de Madeira. Menudo riesgo para el índice de abstención. No les digo ya la traca final o el conocido como momento ‘Viva la gente’ en el que, de la mano y con un balanceo que Teddy Bautista estudia por posible plagio a la sardana, saludan a la concurrencia. En el PP lo tienen más solapado ya que el paso de Fraga tiende a romper el ritmo. No todo iba a ser moderno.

Germán Temprano es escritor y periodista

JAULA DE GRILLOS






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