viernes. 19.04.2024

¿Mejor solos que bien acompañados?

Conseguir que la izquierda gobierne, de eso se trata, tanto en el Gobierno Central como en comunidades y ayuntamientos. Una vez cerrados los congresos de los partidos políticos, sobre todo del partido socialista, conviene pararse a reflexionar sobre ello. Los resultados de las elecciones generales del pasado 20 de Noviembre dan resultados poliédricos suficientemente analizados, de los cuales, obviamente, el más significativo es la mayoría absoluta del PP.

Conseguir que la izquierda gobierne, de eso se trata, tanto en el Gobierno Central como en comunidades y ayuntamientos. Una vez cerrados los congresos de los partidos políticos, sobre todo del partido socialista, conviene pararse a reflexionar sobre ello.

Los resultados de las elecciones generales del pasado 20 de Noviembre dan resultados poliédricos suficientemente analizados, de los cuales, obviamente, el más significativo es la mayoría absoluta del PP. Sin embargo, no menos significativo es que esta mayoría corresponde a solo un 28% del censo electoral, sin que haya habido un incremento de votos cuantitativamente importante para este partido respecto a elecciones anteriores, lo que arroja a una inmensa mayoría de ciudadanos (el 72%) que no ha apoyado sus opciones.

Esta mayoría es muy variada, pero más allá de abstencionistas consolidados, voto nacionalista firme y opciones muy minoritarias que no obtienen representación pero suponen un numero importante de votos, lo que más destaca es la disminución de apoyo electoral que sufre el partido socialista y el incremento importante, aunque no suficiente de opciones situadas a su izquierda.

Esta situación no parece que sea coyuntural, más bien es fruto de un proceso todavía incipiente, pero sin duda llamado a incrementarse, producto del rechazo a las políticas aplicadas y también a una forma de actuación de la izquierda en el gobierno, cuestionada por amplios movimientos ciudadanos, desde el 15M hasta numerosas movilizaciones sindicales cuya mayor expresión es la huelga general del 29 de Septiembre de 2010.

El Partido Socialista formuló en la transición, posiblemente con aplausos internacionales, una estrategia de autonomía cuyo significado consistía en la no alianza con la izquierda, especialmente el PCE, al que además se intentaba marginar, y la elaboración de un modelo socialdemócrata apoyado en la UGT con intentos de exclusión de CCOO. Estrategia obviamente fallida en el campo sindical, pero con éxito en el político que ha dado por dos periodos y un total de 21 años gobiernos socialistas en España.

Esta estrategia es la que se encuentra agotada y ya no va a poder recuperarse en el futuro, existe una maduración democrática de la sociedad española que comienza a manifestarse cada vez con más fuerza contra las políticas neoliberales del PP, pero que no acepta que la alternativa sea simplemente su sustitución acrítica por el partido socialista.

Este partido debe reflexionar, entender que aún siendo, ahora y en el futuro, el referente mayoritario de la izquierda forma parte de algo mucho más amplio, otros partidos políticos, sindicatos, asociaciones de ciudadanos defensores del sector público en la enseñanza, en la sanidad y en otras muchas otras materias, federaciones de vecinos, de padres de alumnos, de movimientos por la igualdad y los derechos de las mujeres, que no van a darle su apoyo electoral sin más o por el único temor de que la alternativa sea la derecha.

En este nuevo escenario resulta un tanto estéril el debate sobre la reformulación de la socialdemocracia, no se va a resolver la situación simplemente con la vuelta a mayorías electorales, ni siquiera con acuerdos puntuales con otros partidos, especialmente IU, merced a la simple aritmética parlamentaria. El reto es mucho más amplio, los nuevos movimientos sociales y los sectores emergentes quieren y necesitan modificar la sociedad, no simplemente gestionarla, como expresaba recientemente la vicepresidenta del Gobierno.

Efectivamente, el PP habla de eficiencia y de gestión como únicas formulaciones políticas, ya sabemos en beneficio de qué intereses, pero el partido socialista no puede volver a caer en la confusión de que el voto democrático se dirime entre el peor ó el mejor gestor de lo existente.

Se trata de colaborar con humildad con lo más consciente de la sociedad, abandonando prepotencias como las primeras declaraciones, afortunadamente pronto abandonadas, de arrogarse el éxito en Andalucía o de empeñarse en que el posible aliado está obligado a serlo sin más en el caso de Extremadura, por poner dos ejemplos.

La vuelta de la izquierda a los gobiernos de las diversas administraciones solo es posible si se hace para transformar las cosas y no simplemente para gestionarlas, por diferente que pueda ser esa gestión de la actual. Por ello, es necesario que se vaya generando una confluencia entre partidos políticos de la izquierda y entre éstos y los diversos sectores de la sociedad que se están movilizando por otra política y otra economía, sabiendo quien es cada uno y quien ostenta la mayor representación dentro de esta izquierda.

Significaría un error mantenerse en viejas fórmulas, ya no funcionará el atraer los votos de sectores sociales y organizaciones progresistas sin una implicación directa con ellos, una alianza en pie de igualdad para ejercer la oposición y conseguir el cambio político, pero también para ejercer el gobierno cuando éste llegue, a diferencia de lo que se ha hecho en anteriores ocasiones.

¿Mejor solos que bien acompañados?
Comentarios