jueves. 28.03.2024

¿Intervenir o no intervenir?

La acción militar que la comunidad internacional está desarrollando en Libia sugiere muchos debates, sobre lo que se persigue, sobre lo que se hace, sobre lo que se ocasiona. Pero probablemente el debate más crucial tiene que ver con la legitimidad misma de la acción.

La acción militar que la comunidad internacional está desarrollando en Libia sugiere muchos debates, sobre lo que se persigue, sobre lo que se hace, sobre lo que se ocasiona. Pero probablemente el debate más crucial tiene que ver con la legitimidad misma de la acción. ¿Está legitimada la comunidad internacional para intervenir en este o en otro conflicto interno que tiene lugar en un Estado soberano?

La razón invita a rechazar de entrada los extremos. No parece razonable legitimar una intervención ilimitada y constante. Como tampoco resulta defendible la prohibición total y absoluta. La solución estará posiblemente en el punto medio aristotélico, una vez más. Es decir, sí, pero en determinadas condiciones. ¿Y cuáles son esas condiciones?

Se me ocurren cinco bastante sensatas, aunque sujetas a valoración diversa. Primero un motivo fundado. Esto es, un motivo suficientemente grave como para justificar la acción sustitutiva de poderes ajenos al régimen estatal vigente. Y este motivo solo puede estar relacionado con una crisis humanitaria de amplias dimensiones, en cuanto a la naturaleza de la crisis y en cuanto a la población afectada.

Segundo, un fundamento jurídico internacional válido, a partir, por ejemplo, de la Organización de las Naciones Unidas. Las resoluciones de su Consejo de Seguridad se han convertido de facto en fuente jurídica legítima para acciones concertadas en las relaciones internacionales. Tercero, un consenso de base democrática en las naciones intervinientes. Cuarto, una capacidad operativa demostrada. Y quinto, una acción proporcionada y eficaz en relación al objetivo humanitario previsto.

¿Se dan estas condiciones en la acción emprendida sobre Libia? Yo entiendo que sí, aunque admito que resulta discutible. La reconquista emprendida por Gadafi está provocando un gran número de víctimas civiles. El Consejo de la ONU ha aprobado una resolución habilitadora de la intervención militar. Los representantes de la ciudadanía española han respaldado la acción de forma casi unánime. La capacidad de americanos, franceses y británicos para disminuir sensiblemente la fuerza represora del libio parece bastante obvia. Y hasta ahora no se han producido desmanes por parte de los aliados.

¿Quiere esto decir que no cabe la discusión al respecto? Ni mucho menos. También se me ocurren al menos cinco motivos para el cuestionamiento de la acción internacional. Por razones de prudencia los plantearé en forma de interrogación (este mes ya he agotado mi dosis de provocación y heterodoxia).

¿Los motivos de crisis humanitaria habilitadores de la intervención internacional no se dan también hoy mismo en otros territorios? ¿No son más que fundadas las sospechas de que junto a las razones humanitarias para la intervención, a los gobiernos aliados les mueven también otras consideraciones menos legítimas de orden geoestratégico, de naturaleza estrictamente económica o en clave de política interna?

¿Y no resulta contradictoria la rápida determinación de la comunidad internacional en Libia respecto a la falta de respuesta que se denunció justamente hace bien poco ante la ofensiva israelí en Gaza, por poner solo uno de los muchos ejemplos sangrantes que podrían traerse a colación? ¿Y no existe riesgo cierto de que las bombas aliadas, con toda su buena y legítima intención, provoquen a su vez algunas desgracias humanitarias “colaterales” y algunos líos políticos de larga y difícil digestión?

Otra más, ¿Y no es verdad que el organismo legitimador de esta acción, el Consejo de Seguridad de la ONU, deja bastante que desear en cuanto a equidad, agilidad y eficiencia? A esta última pregunta sí responderé, porque la alternativa que tenemos por delante no se produce entre la ONU que es y la ONU que debiera ser, sino entre la ONU posible y la nada. O lo que es lo mismo: este consejo de seguridad o directamente la ley del más fuerte.

Y no me escapo a la pregunta del titular. ¿Intervenir o no intervenir? A pesar de todo, más vale intervenir.

¿Intervenir o no intervenir?
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