sábado. 20.04.2024

¿El fin del caso del 11-M?

A quienes han hecho del 11-M una ocasión para sembrar dudas y vilezas la sentencia del Tribunal Supremo sobre este tema les viene al pelo. Cualquier cosa les vendrá al pelo. Porque no importa que el texto termine diciendo que, en esencia, la sentencia de la Audiencia Judicial ratifica lo que era sabido: la autoría islamita.
A quienes han hecho del 11-M una ocasión para sembrar dudas y vilezas la sentencia del Tribunal Supremo sobre este tema les viene al pelo. Cualquier cosa les vendrá al pelo. Porque no importa que el texto termine diciendo que, en esencia, la sentencia de la Audiencia Judicial ratifica lo que era sabido: la autoría islamita. No importa que reconozca que aquel 11-M un grupo de locos y asesinos decidió la muerte de hombres y mujeres que iban tranquilamente a su trabajo, que ETA nada tuvo que ver con la masacre, que no ha habido una conspiración encaminada a arrebatar el poder al Gobierno del PP.

Nada de eso importa. Porque quienes desde el principio buscaron y sembraron la confusión, mintieron y ocultaron la verdad, intentaron deslegitimar después los resultados de las urnas, se agarran a la sentencia del Supremo buceando en cada punto y cada coma cualquier cosa que pueda ser aprovechada para mantener sus insidias.

Y, ahora, utilizan cualquier elemento del texto para cuestionar la totalidad de la condena de la Audiencia Nacional. Cabría preguntar a quienes no creyeron y rechazaron y rechazan la sentencia de la Audiencia Nacional y pusieron y ponen en la picota del descrédito a jueces y fiscales, por qué aceptan ahora y reciben con alborozo los puntos que, en teoría, benefician a sus tesis.

Son gentes que aceptan aquello que ceba sus delirios y abominan de todo aquello que echa por tierra la teoría de una conspiración sólo posible en los sueños de un loco. ¿Por qué la Audiencia Nacional se equivocó y el Supremo no? ¿Por qué reciben con tal profusión de tinta y palabrería una sentencia que sólo ellos creen demoledora y puerta para abrir nuevas investigaciones?

La sentencia hay que verla en su conjunto. No vale tomar unas líneas fuera de contexto, ni siquiera la absolución de algunos de los implicados para, con esos mimbres, proclamar que todo el juicio fue una engañifa, una manipulación. Que el Supremo considere que las pruebas incriminatorias eran circunstanciales y, en consecuencia, no suficientes para condenar a algunos de procesados, no es más que la demostración �no del fracaso del Estado de Derecho, como titulaba ayer su editorial un rotativo-, sino, por el contrario, la prueba más cierta del triunfo de un Estado en el que el Derecho ampara a cualquier ciudadano.

Mantener a estas alturas que hubo una conspiración, que políticos y fuerzas del orden se pusieron de acuerdo para derribar un Gobierno, o que el juicio fue una farsa orquestada y sustentada por no sé qué ocultas fuerzas, hace temer que el Supremo no ha cerrado �al menos para algunos medios y algunos personajes- un caso que ha supuesto un dolor insoportable para la ciudadanía española.

Todos los que siguen aferrándose a la teoría de la conspiración, deberían aceptar de una vez por todas que lo que Justicia ha dicho es que el 11-M fue un atentado de células islamistas y que sus autores materiales pagarán con su libertad todo el horror causado. Lo demás, es en definitiva, el delirio y la furia de un loco.

Lo escribió Machado: terrible tierra esta por la que cruza todavía la sombra de Caín:


El hombre, a quien el hambre de la rapiña acucia,
de ingénita malicia y natural astucia,

formó la inteligencia y acaparó la tierra.
¡Y aún la verdad proclama! ¡Supremo ardid de guerra!

Rapiña y ardid de guerra. Astucia para extender la maldad.

¿El fin del caso del 11-M?
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